Tantos sentimientos naufragaban en mis lágrimas que hasta el cielo me pedía perdón. Estaba sentada con los pies extendidos, encarnada y cabizbaja. Las hormigas comenzaron a subir por mis pies hasta llegar a mi rostro. Sentía sus patitas recorrer mis pomulos. Me arrancaban la vida pedacito a pedacito,lento para q jamas se me olvidará lo que el amor había hecho con mi corazón. Me dolian sus mordiscos pero me dolía más aún al sentir mi alma abandonar mi cuerpo e irse muy lejos donde no le hicieran daño. Los minutos transcurrían mientras yo anonadada miraba la sangre que corría por mis brazos. Los sueños se me escapaban por los agujeros de mis ojos. Quería llorar pero ni los insectos ni el amor eran suficiente razón. Mi corazón aún latía ,débil ,ahogado con el humo del árbol que se quemaba a mis espaldas. Se quemaba el árbol, se quemaba el bosque y con ellos mi existencia. Me tendí en el suelo para alargar mi vida y espere a que el fuego llegara hasta mi. Confíe en no sobrevivir y mientras pensaba en mi desastrozo pasado sentí un calor intenso en mi espalda. Me dolía, quería gritar pero no lo hice, entonces lloré ahora si había suficiente motivo. Mi cuerpo se convirtió en una fogata humana y perdí el conocimiento. No creí que nadie me salvaría hasta que me desperté toda vendada y magullada en una sala de hospital. -La vida es así-pensé y me resigne, mi pasado jamás volvería yo lo había quemado en aquel bosque. Entonces podría vivir, sin recuerdos, sin amor y sin rostro.
