Mejores Amigos

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Ella estaba sobria, él estaba más ebrio que yo, y a mí aún me costaba entender cómo habíamos llegado hasta allí. Me sentía tan minúscula estar entre los dos.
Los tres mirábamos al techo, como si asimiláramos lo que había sucedido o como si quisiéramos poner en orden nuestras ideas.
Él parecía tener más sueño que ganas de hablar y ella lucía más confundida que feliz.
Yo no estaba muy contenta al fin y al cabo, los tríos no eran de mi gusto, pero bromeando los dos aceptaron y aunque no eran siquiera bisexuales, aceptaron a estar los tres revueltos, yo no era bisexual, pero cómo había disfrutado de la sesión, sobre todo cuando ella había traspasado el límite de amigos y por un momento había visto un brillo mayor al de la amistad, en ella no podía culpar al alcohol, pero yo había perdido el control al decirle claramente que la quería, aunque seguro por mi borrachera no me habría creído.
Él por su parte no me había tocado a mí, sabía que los hombres no me atraían, ni siquiera en la loquera de la borrachera, y se lo agradecía mucho, demostraba el respeto que tenía referente a mi inclinación sexual y eso le daba un punto en nuestra amistad, por el alcohol ambos nos habíamos dedicado caricias cursis, besos en la mejilla, caricias suaves en nuestra piel, todo cerrado al cariño y nada implicado en la sexualidad, y talvez no estaba mal, pero conocíamos nuestros límites, o él conocía los míos.
Ella por otro lado no cerró su mente jurando que lo que hacíamos, por decisión de los tres, estaba mal, al contrario parecía la más entusiasmada, porque ella era así, alegre, motivando cualquier idea estúpida que alguno de nosotros dos expusiera, el detalle estaba que la idea que uno tuviera ella hacía que los tres lo hiciéramos.

Ahora bien, sentir su cercanía había sido lo mejor, porque nunca me había sentido más cómoda que con ellos dos mezclados y revueltos en la misma cama que yo, no sentía ningún ápice de vergüenza; incluso, los tres habíamos reído y tonteado con el asunto del trío, ella había disfrutado más del asunto, y no en el ámbito sexual, sino, al vernos a él y a mí torpes por la borrachera, haciendo casi todo mal, sólo reía, reía hasta llorar y a mí me parecía que estaba tan ebria como nosotros, que ella también veía las cosas como nosotros, al final no habíamos hecho el amor, ni habíamos tenido sexo, habíamos sido felices en un acto tan íntimo, porque nuestras risas eran genuinas, las sonrisas eran genuinas y las bromas eran divertidas y el brillo que cada uno guardaba en sus propios orbes eran producto del cariño que nos teníamos, del amor en silencio que nos teníamos y no era amor en pareja, mucho menos colectivo, era el amor de amigos, de mejores amigos.
Y no importaba si estábamos solteros o no, los tres éramos más importantes para cada uno que la pareja que alguno tuviera, porque nos conocíamos de años y sabíamos que no afectaba nuestra amistad. Viendo bien todo, ella parecía tranquilamente cómoda, él estaba de por más relajado y yo estaba experimentando una especie de división sentimental.
Era la sensación más real que había tenido, talvez lo más puro que había sentido después del sexo, placer y paz, porque no, yo no sentía culpa ¿porqué habría de sentir culpa con mis mejores amigos?
Ella me miró sonriendo cómplice, como si una imagen no se borrara de su rostro.

-Qué bueno que me dejé convencer por ustedes

Dijo como aprobando la mayor locura de su vida. Respondí su sonrisa con ternura, lo que había sucedido no cambiaba mi amor por ella, no era un amor de pareja, era siempre el amor fraternal de una amistad.

-Siempre te dejas convencer

Extendí mi sonrisa, su mano sostuvo la mía y volví a navegar en mis pensamientos.
La gente solía decir que ciertos eventos fortalecen la amistad de las personas, algún hecho demasiado fuerte que sobrepasan las emociones de los involucrados, pero ninguno dictaminó las reglas de eso.
Actualmente el trío era lo que nos unía, ese trío era nuestro secreto, era ese trío sexual lo que nos hizo preocuparnos más el uno del otro, como una familia, como si fuéramos uno. Y si habría o no una repetición y me habría preocupado o no por ellos, antes de tal aventura ellos ya eran parte de mí, verlos desnudos era como un escalón más en nuestra relación, más confianza, lo que fuera. Sus cuerpos rozaban con el mío, y aunque tanto ella como yo no podíamos dormir, tampoco teníamos algo que decir, de fondo escuchábamos los ronquidos de nuestro amigo.

-Deberías dormir

Sugirió al tiempo que me veía a los ojos.

-No tengo sueño

Negué, aunque los ojos me pesaban y se me hacía difícil mantenerlos abiertos.

-Debes dormir, porque yo haré lo mismo cuando te duermas

-No tengo sueño

-¿Si te abrazo dormirás?

No respondí, pero ella me abrazó de inmediato, no protesté porque me sentía bien con ello.

-Buenas noches

Me dijo para rozar mis labios posteriormente, me sorprendió, pero no me molestó, aunque me pregunté quién era la ebria de las dos.

-Buenas noches

Me rendí. No moví ni un centímetro de mi cuerpo, porque mi mejor amigo ya me abrazaba con su brazo derecho, así como mi mejor amiga lo hacía con su brazo izquierdo.
Todo parecía tan cómodo que hasta dejarse llevar por el sueño con ellos abrazándome resultaba cómodo. Era como estar en una zona de confort que al final me gustaba mucho, porque estar con personas sin prejuicios era lo mejor de la vida.





Sólo diré que la noche que lo escribí fue como estar más cuerda que nunca, las palabras salieron tan fluidas. Me gusta el trabajo que hice, no soy una persona que guste de tríos, pero esto resulta cuando tienes copas de más, espero lo hayan disfrutado.
Nos estaremos leyendo.

AlekAndrey 💙

Una Mente AlcoholizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora