La noche siempre era fría y solitaria.
Stiles lo comprendía desde que tenía memoria.
Por eso, y tal vez por muchas cosas más, no se alarmó cuando el reloj de su teléfono marcó las diez y examinó una vez más la sala dándose cuenta de que seguía estando solo.
Iban veintidós horas de su cumpleaños, y estaba solo.
Y no le dolía estar cumpliendo diecinueve mientras estaba rodeado de los muebles de su casa y el frío de la briza. No. De hecho, estaba feliz; puesto que la universidad le estaba succionando el alma y el fin de semana tenía que rendir en las pruebas.
Por lo que, pasar la noche solo estudiando era una buena idea.
— ¿A quién engaño? Que mierda es estar solo. —Stiles murmuró enojado mientras dejaba sus apuntes en la mesa. Se levantó molesto mientras se frotaba los ojos. Estaba fatigado de tanto leer y de tanto aprenderse tantos conceptos. Y tenía un sueño horrible como para seguir dándole vueltas a una prueba que estaba seguro de que iba a fallar de todos modos.
Entonces Stiles agarró su teléfono para irse a su cama y pasar tres horas navegando en internet.
Ni siquiera su papá estaba ahí con él. Y eso decía mucho. Apenas si lo vio en la mañana antes de que se fuera a trabajar.
Y que decir de sus amigos; los cuales estaban por su lado en otras áreas distintas del país estudiando sus carreras. Scott estaba más cerca que el resto; y eso lo alejaba aun así unos cuantos kilómetros.
Stiles suspiró y se adentró en las sábanas de su cama, dejando sus lentes de pasta gruesa en la mesita al lado de esta. Sentía como si un camión le hubiera pasado por arriba sin piedad; y solamente se quedó estudiando todo el día en pijama.
Porque así de deprimente pasó el día de su cumpleaños.
***
Eran cerca de las dos de la mañana —sí, Stiles había visto la hora en su teléfono— cuando el sonido de la ventana abriéndose le despertó.
Stiles no es que tuviera el sueño ligero. Pero como una persona normal, si escuchaba algo sospechoso en la comodidad de su habitación, como mínimo debería despertarse para sufrir un infarto.
El caso fue que Stiles se levantó, y la ventana estaba abierta. Se veían las farolas de la calle de al frente brillar contra la oscuridad profunda de la noche, y una vista casi perfecta de su jeep acaparaba la vista; pero más allá de ello, Stiles sintió un terror de película al no ver nada raro en su habitación.
¿Quién, en su sano juicio, se propone entrar a la habitación de una persona a las dos de la mañana?
— Yo soy esa persona. Pero no creo estar en mi sano juicio.
Al parecer, Stiles había formulado esa pregunta en voz alta y no se había percatado de ello. Otra vez.
— ¿Derek? ¿Qué jodidos haces aquí a las dos de la mañana? —Stiles iluminó la habitación con la linterna cegadora de su teléfono; y alumbró a Derek, quien estaba sentado en la silla que estaba frente a la mesa de la computadora. Al parecer, ese era su lugar favorito— ¿Se puede ser acaso más aterrador?
Entonces Stiles encendió la luz de la habitación.
El hombre del cual estaba enamorado se veía hermoso. Tenía una chaqueta nueva puesta, que si mal no recordaba Stiles, era una que le había regalado él mismo cuando la vio en aquella estantería; eso le hacía juego junto a su camisa vino tinto y aquellos pantalones negros que tan bien le quedaban; y el cuadro lo completaba con su cabello arreglado y la barba prolijamente recortada.
Stiles se preguntó de qué tono de rojo estaba su rostro al comerse con la mirada a Derek.
Sin embargo, la sonrisa de felicidad genuina que cargaba Derek era lo más bonito y resaltante que estaba en su cuerpo.
— Sé que llegué tarde —empezó a hablar. Derek se levantó de la silla y caminó una vez más hasta donde estaba Stiles, acorralándolo contra la puerta. El chico mentiría si dijera que no se sentía como un horno en ese momento. Casi parecía que tenía quince años de nuevo—, pero aquí estoy, amor. Feliz cumpleaños.
Stiles sonrió como un tonto enamorado y pasó sus brazos por encima del cuello de Derek.
Sus ojos se empañaron con las lágrimas. Y el beso se sintió húmedo, pero hermoso, tan cargado de sentimientos puros y potentes que lo hacían sentir volar un metro por encima del suelo.
Derek acarició sus labios suavemente, besándole con cariño mientras lo abrazaba por la cintura. Era un toque tranquilo, sin ápices de sentimientos pasionales; lo cual era lo necesario para que Stiles llorara de alegría.
— Te dije que no quería volver a hacerte llorar —Derek susurró sobre sus labios mientras le limpiaba los rastros de lágrimas que quedaron en sus mejillas. Stiles sentía el toque firme y amoroso de Derek sobre la piel de su cara. Las sensaciones le estremecían ante la potencia que cargaban—. No volveré a herirte, Stiles.
Stiles lo sabía.
Derek se lo había dicho el mismo día que se había arrodillado ante él para pedirle un noviazgo oficial.
Y Stiles no lo había dudado en ese momento; por lo que mucho menos lo dudaba ahora.
— Te amo, Derk —Stiles se dejó abrazar por su enorme y amoroso novio—. Gracias por todo.
Derek negó riéndose levemente.
— No, amor. Gracias a ti. Nada de esto pasaría de no ser por tu determinación.
Determinación. Stiles no sabía que la tenía. Pero no dudaba de las palabras de Derek; porque gracias a él las mejores cosas que tenía escondidas en lo más profundo de su ser.
Como su cursilería, por ejemplo.
— Te tengo un regalo —susurró Derek cuando Stiles dejó de llorar—. Espero que te guste.
La calidez del cuerpo de Derek se separó del suyo; y antes de hacer un puchero infantil y cliché; el hombre le entregó una hermosa rosa roja.
Stiles, por más idiota que fuera, había entendido la referencia.
— Y pensar que esto fue el comienzo de todo —murmuró Stiles mientras recibía la rosa en su mano—. ¿Puedes creer que pasó cerca de un año desde entonces?
Derek se encogió de hombros ante ello. Había muchas cosas que él no podía creer, pero aun así, no le quitaban el hecho de que eran muy reales.
— ¿Quieres quedarte a dormir esta noche? —Stiles preguntó tímidamente después de acomodar su rosa en el escritorio. Se veía tan hermosa ahí, reflejando una etapa dura y dolorosa que fue necesaria para que todo pasara.
El hombre asintió mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba colgada en una de las perchas dentro del armario de Stiles.
No sería la primera vez que se quedaba a dormir; y por como iban las cosas, tampoco sería la última.
***
La madrugada pasó con calma con Stiles entre los brazos de Derek.
El hombre era sumamente cómodo, como una almohada de cuerpo completo firme pero suave.
Lo asombroso de todo ello era como habían evolucionado las cosas.
El rechazo siempre sería amargo para todas las cosas; al igual que la derrota. Pero después de todo, siempre sería estaba la decisión intentarlo una vez más. Y Stiles, sin siquiera darse cuenta, decidió intentarlo otra vez; y triunfó.
Ni siquiera aquella vez en donde eligió a Sub Cero en Mortal Kombat en vez de Scorpion se sintió tan asombrado y maravillado como entonces.
Y realmente lo valió.
Stiles estaba feliz.
Y lo merecía después de tanto.
———
Fecha de edición: 6/3/2021
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No lo hagas, Stiles ||Sterek||
FanfictionPorque ya le habían dicho en un principio que no lo hiciera, y él no obedeció. Porque a veces la valentía puede más que la razón y la realidad es más dura que la fantasía. Porque a veces, el amor duele, y no es tan bonito como todos pensamos. O, en...