Desvergonzado III

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Y ahí estaba él con una pose demasiado sensual: Ambas manos en la cadera, apoyando su peso en su pierna derecha, la cabeza ladeada y el cabello recogido en una coleta con su flequillo. Vestía un pantalón negro y camisa de vestir blanca.

 Era domingo, y pues era día de buscar conquista... Incluso en un establecimiento de comida y demás cosas podías encontrarte a alguien dispuesto a tener un polvo.

Y Kanon se sabía guapo y sensual, nadie rechazaría a alguien como él. Incluso con él carrito de compras atascado de comida chatarra le hacía verse jodidamente guapo.

Y no solo eso, el estar de pie frente al estante de objetos personales -toallas- para una mujer le había valido un piropo demasiado caliente.

Recordó con una sonrisa a la mocosa de dieciocho años que hace unos escasos minutos le dijo a su amiga en voz baja.

–Ay papacito hermoso, yo también te estoy llorando sangre por donde más te extraño. –después soltó una risilla, acompañada por su compañera.

Cuando volteo y le contesto, la cara de ambas chicas no tenía precio:

–Aquí traigo un tapón –señaló sin ningún reparo su entrepierna –para meterlo e impedir que te desangres mas, chiquita. –y sonrió con perversión, para luego guiñar un ojo.

Las chicas prácticamente salieron corriendo de ahí, con una inmensa vergüenza a cuestas que tardaría más de una semana en quitárseles.

Olvidando el incidente, recordó que lo había llevado hasta ahí.

Unas toallas femeninas para la sangrona de Saori (Sangrona por mala persona y por... Otro asunto)

Ladeo la cabezaa y arqueo la ceja, entrecerró la mirada, analizando cuidadosamente esos extraños paquetes que tenía frente a si.

Había de todo, ultra absorbentes, ultra delgados, nocturnas, protectores... ¿Que carajo eran esos mentados tampatones?

Sin pensarlo más, saco el móvil de su bolsillo y marcó el número de Saori con rapidez.

Uno...

Dos...

¿Hola?

–¿Cómo me dijiste que querías tus toallas? –directo al grano, sin medias tintas.

–¡Te lo repetí diez veces Kanon!

–Se me olvidó.

–¡Te di una maldita lista! –aparto el aparato de su oído, incluso por teléfono Saori tenía la voz demasiado chillona...

–Mira, Saori, pase al baño y no había papel para limpiarme el culo y tuve que utilizar tu...

¡No quiero detalles!

–Contéstame lo que te pregunte niña, no tengo todo el día... O prefieres ¿Qué te lleve tampatones?

¿Tampa qué? –bufó –Son tampones, Kanon, tampones. —le corrigió.

¡Como sea carajo! ¿Qué te llevó mujer?

Quiero unas nocturnas extra largas con alas...

¿Con alas dices? –se agacho y cogió un paquete, la observó de cabo a rabo con una expresión de desconcierto en su rostro –No se las veo por ningún lado.

Lee la portada, Kanon.

–¿No crees qué son demasiado chicas para ti?

¿Qué?

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