C A P Í T U L O 1: The Way.
La guitarra se mantenía apoyada sobre el regazo de Delilah mientras ella la afinaba. La tristeza era notable en sus acuosos ojos cafés. Unos acordes junto a unos cuantos versos rondaban por su cabeza desde hace varios días atrás. Los recuerdos vagaban desde el comienzo hasta el final de todo éste desastre.
Sus dedos se posaron sobre las cuerdas de aquella vieja guitarra comenzando a rasgar logrando que una melodía fuerte y suave saliera de aquél instrumento.
Aclaró su garganta y comenzó a cantar en apenas un susurro:
“I drove by all the places we used to hang out getting wasted
{Conduje a todos los lugares a los que solíamos pasar el rato quedando perdido}”
Se irguió en su lugar y volvió a tocar aún más fuerte que antes tratando de evitar oír sus latidos.
“I thought about our last kiss, how it felt the way you tasted
{Pensé en nuestro último beso, como se sintió, la forma en la que tu sabias}”
El labio inferior de Delilah comenzó a temblar ante los recuerdos que se arremolinaban en su cabeza. Pronto comenzarían a caer las pequeñas gotas saladas capaces de hacer que se ahogara con ellas. Suspiró profundamente y volvió a iniciar.
“And even though your friends tell me you're doing fine
Are you somewhere feeling lonely even though he's right beside you?
{Y aunque tus amigos me digan que lo estás haciendo bien. ¿Estás en algún lugar sintiéndote sola incluso cuando el está a tu lado?}”
Un profundo dolor se instauró en su sien derecha provocando que un gemido de dolor escapara de sus labios. Se recostó en el sofá grande que estaba al otro extremo de la sala del edificio y cerró fuertemente sus ojos dejándose llevar por las memorias.
Delilah subió a su viejo automóvil para encaminarse a la secundaria. Por fin podía decir que era una Senior. Había deseado tanto llegar al último año de la preparatoria para que lograran considerarla una adulta joven y responsable. La melodía de su teléfono la hizo respingar; estacionó a un lado de la desolada carretera y contestó su teléfono.
–¡¿Se puede saber dónde estás, Delilah?! –reclamó su mejor amigo desde la infancia, Colton.
La rubia acostumbraba, desde que su madre logró costearle un automóvil –al menos uno presentable–, pasar buscando a Colton para ir juntos a la preparatoria.
–Relajate, Colton, voy en camino –trató de tranquilizar a su amigo empleando una voz suave. Colton relajó sus hombros y se apoyó en la columna de la entrada de su casa.
–Apresurate o llegaremos tarde –musitó al teléfono y sin esperar respuesta alguna por parte de su amiga, colgó.
El pálido muchacho suspiró antes de continuar inhalando la nicotina de su cigarrillo matutino. Observó a su madre salir de la casa camino a su trabajo y ofreciendo llevarlo ya que la preparatoria estaba de paso. Cuando Delilah se retrasaba su madre siempre se lo ofrecía y él le dedicaba una simple negativa con la cabeza. Consideraba su vida rutinaria; las únicas veces en las que no lo hacía era cuando pasaba el tiempo con su rubia mejor amiga. A eso sí se le podía decir un escape de la rutina.