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TRUE COLORS

Capítulo 1
guessin' game

Jimin era como cualquier otro chico de veintiun años, la única diferencia era que no estaba satisfecho con su vida. No estaba satisfecho con aquello que la vida aún no había decidido darle.

Afortunadamente, él no era el único en su grupo de amistad que aún no hania encontrado su alma gemela. Jin también estaba esperando, por eso era su mejor amigo después de todo, porque se tenían el uno al otro. Aunque incluso con Jin se sentía excluido, sentía que aún se estaba perdiendo de algo.

mensajes, jin

jin;
¡JIMIN!

jimin;
¿Qué?

jin;
¡LO CONOCÍ!

jimin;
¿A quién conociste? ¿Dios? Porque si es así, necesito hablar con él

jin;
¡¡¡CERCA!!!

jimin;
oh Dios
No será ese famoso rapero...
¿Jackson?
¿Ese con él que fantaseas?

jin;
¡NOPE, PERO TE ESTÁS ACERCANDO!

jimin;
Bueno, me quedé sin opciones, ¡dime!

Jin;
¡MI ALMA GEMELA!

jimin;
¡Eso es genial Jinnie!
¡Estoy muy feliz por ti!

jin;
¡Fue increíble!
Te diré más en la universidad
¡Es una historia divertida!

jimin;
Okay, luego nos vemos



Jimin sintió como su teléfono caía de sus manos, aunque el golpe fuerte contra las baldosas de la cocina no tivo ningún efecto sobre él. Sintió un dolor agudo en el pecho, como si su corazón hubiera sido perforado con un signo permanente que decía "no amado".

Por supuesto que estaba feliz por Jin, pero no pudo evitar sentir un poco de envidia por el hecho de que todos sus amigos habían encontrado su alma gemela, menos él.

Jimin solía ser tratado con mucho cariño, principalmente por sus padres. Su madre y su padre se conocieron cuando tenian diecisiete años y él siempre los había admirado a ellos y a su relación, siempre le había parecido perfecta. El amor significaba mucho para Jimin, por lo que ser el último era extraño y lo odiaba.

Sus ojos comenzaron a empañarse cuando un pensamiento específico se perdió en su mente "¿Qué pasa si no tengo un alma gemela?".

Inclinándose para levantar su teléfono del suelo, lo volteó y se dio cuenta de que la pantalla estaba rajada.

—Que bien— masculló, antes de alzar su mochila por encima del hombro y caminar penosamente por la puerta de su casa.

Hoy iba a ser uno de esos días

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