Parte única.

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Cuenta la leyenda que Jung YoonOh es un ángel caído del cielo.

Bueno, quizás estas versiones son un poco exageradas. Lo cierto es que Jung YoonOh no se cayó del cielo, ni tampoco esconde alas que son indignas para los ojos mortales. Es un humano, de carne y hueso. Pero, claro, nacido con muchas cosas con las que la mayoría de los mortales sueña. 

YoonOh era increíblemente hermoso sin esfuerzo y tenía un talento natural para todo. Si se proponía hacer algo, lo lograba sin hacer mucho esfuerzo (y sin alborotar sus labios cabellos castaños que caían perfectamente sobre su rostro). 

— ¿Por qué nunca dices cosas así de lindas de mí, Johnny? — lloriqueó Yuta. — No es como si tuviera algo que envidiarle a Jung YoonOh. 

— Sus buenas calificaciones — comentó TaeYong. 

— Bueno, pero solo eso. 

— Que sí fue admitido en el club deportivo universitario — añadió. 

Yuta puso mala cara. 

— Su familia es muy adinerada. 

La mueca del japonés se acentuó más. 

— Y su sentido del buen gusto es obvio, a diferencia de cierta persona que cree que usar crocs no es querer matar los ojos de las demás personas. 

— ¡Ya entendí que YoonOh es perfecto! — exclamó. — Oye, no te metas con los crocs. Son cómodos. Johnny, dile algo. 

El americano sacudió la cabeza negativamente. Él también odiaba los crocs verde moco que usaba el japonés de cuando en cuando. 

— Ahora, el dilema es: ¿Está soltero?

— Sí. Parece que es más fácil que los pandas quieran procrear antes que alguien se atreva a declararse. 

— ¿Por qué? 

TaeYong se encogió de hombros. 

Johnny se giró para observar al muchacho del que estaban hablando. Estaba sentado en una banca, leyendo un libro con sus anteojos cayendo sobre el puente de su nariz. Lucía como si estuviera verdaderamente cómodo leyendo aún sin tener un respaldo. 

Ciertamente a él le gustaba. Sí, podía afirmar que le gustaba por más que jamás le hubiera hablado en su vida. 

Desde que ingresó a la universidad, un par de años después que él, lo había visto miles de veces. No sabía si conocía su existencia. Habían compartido algunas reuniones porque se encontraban en el mismo departamento pero era obvio que no lo ubicaría personalmente a él dentro de un grupo de personas. Lo mucho que sabía sobre él era gracias a sus redes sociales. 

Pero quería conocer todo lo que había detrás de su apariencia siempre tranquila. No solo las portadas de las canciones que escucha, la comida que come o las películas que mira. Quería conocer las cosas que le molestaban y aquellas que lo ponían contento. Todo lo que estuviera más allá de la imagen que todos conocían. 

— Deséenme suerte — palmeó la espalda de sus amigos. 

— ¿Qué? ¿Vas a hacerlo ya?— preguntó TaeYong. 

— ¿Con cero romanticismo? — añadió Yuta con un tono exageradamente dramático. 

Johnny sonrió, acomodando su campera de jean. 

— Tendrá que ser de este modo. No ando con ramos de claveles por la vida — colocó una correa de su mochila sobre el hombro y se dirigió hacia la banca. 

No podía evitar temblar ligeramente, aunque aparentaba estar seguro sentía que su corazón estaba latiendo justo sobre su garganta y sus manos sudaban a pesar de que el clima estaba fresco. Pero no podía dejar de sonreír bobamente. 

YoonOh levantó la vista cuando lo sintió frente a él. 

— Hola — movió su mano torpemente y el menor hizo un gesto con la cabeza, sonriendo apenas. 

— Soy...

— YoungHo, Seo YoungHo... Su fama lo precede, sunbae — se acomodó los lentes y el mayor se quedó paralizado. 

Se giró a ver a sus amigos, TaeYong y Yuta los miraban disimuladamente. Estaba balbuceando un intento de respuesta, pero había sido sorprendido por el hecho de que lo conocía. 

— ¿Cómo sabes mi nombre? 

— Por lo que se dice de ti en los pasillos — respondió tranquilamente, aunque también parecía avergonzado hasta el punto de que sus orejas se pusieron rojas. — El buen Johnny. Todos te llaman así y un apodo así es difícil de conseguir. 

Johnny sonrió. 

— Creo que tu apodo es un poco más genial. Belleza poética. 

YoonOh hizo una mueca, como restándole importancia. 

— Gracias a él casi nadie me habla, así que no creo que sea tan genial — no parecía enojado, como si estuviera acostumbrado. 

— ¡Oh! Justo de eso venía a hablar. 

— ¿En serio? — enarcó una ceja. 

— Sí. La verdad tengo un serio problema con que el espacio de al lado de tu banca esté vacío y me preguntaba si podía acompañarte. Hoy y todas las veces que me invites. Claro, si quieres. 

YoonOh lo miró por unos segundos y sonrió. Johnny se sintió fascinado por la forma en la que sus hoyuelos se marcaron en sus mejillas. 

— Está bien — movió su mochila para que dejara de ocupar espacio y la colocó a sus pies. 

Johnny se acomodó en ese espacio liberado y le sonrió al muchacho. Tendrían mucho tiempo para conversar sobre las cosas que escapaban a los rumores de pasillo. O, al menos, una hora y media antes de que comenzara su siguiente clase. 

poetic beauty / johnjaeWhere stories live. Discover now