Hola! Ya no estaba segura de subir esta novela...pero al final decidí hacerlo. Así que aquí les dejo el primer capítulo, disfrútenlo :) [Cualquier error o duda, díganmelo :3]
Londres, principios de junio de 1831
—Señor Cunningham, como ya he dejado claro en otras ocasiones, no tengo el
menor interés en pintar el retrato de la hija de lord Tregonning. —Andy Biersack estaba reclinado con pose indolente en un sillón de la sala para fumadores de su selecto club. Disimuló su creciente frustración y sostuvo la mirada del apoderado de lord Tregonning—. Accedí a mantener esta reunión con la esperanza de que lord Tregonning, una vez al corriente de mi negativa a pintar el
retrato, hubiera consentido en darme acceso a los jardines de Hellebore Hall.
Andy era, después de todo, el paisajista más reputado de la alta sociedad. Les
debía una visita a los famosos jardines de lord Tregonning desde hacía muchísimo
tiempo.
El rostro de Cunningham perdió el color. Carraspeó y clavó la vista en los
papeles que tenía extendidos en la mesita auxiliar que había entre ambos.
A su alrededor se oía un discreto murmullo. Andy vio con el rabillo del ojo
que varios caballeros los miraban. Otros miembros del club se habían percatado de
su presencia, pero era la de Cunningham la que les extrañaba.
A sabiendas de que estaban hablando de negocios, se mantuvieron alejados
para no interferir.
Cunningham tenía veintipocos años, unos cuantos menos que él, que tenía
veintinueve. Iba ataviado con un sobrio y deslustrado traje negro, una sencilla camisa
de lino blanco y un chaleco beige. Su rostro redondo, el gesto contrariado y la
atención que le prestaba a sus papeles delataban que era el apoderado de otra
persona.
Cuando el hombre se dignó hablar de nuevo, Andy ya había trazado un
bosquejo en su mente titulado: «Apoderado en el desempeño de sus funciones».
—Lord Tregonning me ha encomendado la misión de decirle que, si bien
comprende sus reservas a la hora de pintar el retrato de una persona a la que ni
siquiera conoce, dichas reservas sólo refuerzan su convencimiento de que es el pintor
que necesita para esta labor. Su Ilustrísima es consciente de que pintará a su hija tal y
como usted la ve, sin dejar que su juicio se vea ofuscado. Eso es justamente lo que él
desea… Quiere que el retrato sea una reproducción realista, que represente fielmente
a la señorita Tregonning tal y como es de verdad.
El discurso le hizo apretar los labios. Aquello no iba a ninguna parte.
Sin levantar la vista, Cunningham prosiguió:
—Además de la cantidad estipulada, dispondrá de todos los meses que estime oportunos para terminar el retrato (siempre que no superen el año) y, después de ese tiempo, dispondrá de acceso ilimitado para pintar los jardines de Hellebore Hall. En caso de que así lo desee, podrá llevar consigo a una persona de su confianza. Ambos serán recibidos y atendidos en Hellebore Hall mientras dure su estancia.