Capitulo 2 ♡†.

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Dado que se le acercaba una dama por cada lado, Cunningham se quedó sin

saber a quién presentar primero. La decisión la tomó la dama de mediana edad, que

llegó junto a ellos con una sonrisa.

—Soy Millicent Tregonning, la hermana de lord Tregonning. —Y extendió la

mano—. Permítanme que les dé la bienvenida a Hellebore Hall.

De pelo castaño, bien vestida, aunque de estilo y peinado severos, Millicent

Tregonning se libraba de ser excesivamente adusta por la dulzura de sus ojos

castaños.

—Muchas gracias —le dijo Andy al tiempo que le estrechaba la mano y se

inclinaba para saludarla.

Le presentó a Barnaby. Cuando se echó a un lado para permitir que su amigo

saludara a la mayor de las señoritas Tregonning, se acercó más a la otra, a la hija de

lord Tregonning, a su modelo. La persona con la que tendría que emplear su talento

durante los siguientes meses.

La muchacha se había detenido junto a su tía; de estatura media, iba ataviada

con un vestido de muselina verde manzana que se ajustaba a unos generosos pechos

y delineaba una esbelta cintura, unas voluptuosas caderas y unas larguísimas piernas

que satisfacían plenamente su ojo artístico. La vio esperar con paciencia a que

Barnaby terminara con su saludo. Libre por un instante, se permitió estudiarla.

La muchacha giró la cabeza, imperturbable, y enfrentó su mirada. Sus ojos, una

mezcla de ámbar, verde y dorado, eran enormes y lo miraban por debajo de unas

elegantes cejas castañas. Su cabello era de un brillante castaño con vetas doradas y lo

llevaba recogido en un moño sobre la coronilla salvo por algunos mechones, que le

caían sobre las orejas. El pálido rostro ovalado estaba dividido por una nariz recta.

Su tez era perfecta, de un marfil teñido con un rosa muy saludable. Sus labios habían

sido perfilados por una mano muy sutil y eran la viva imagen de la voluptuosidad

femenina, aunque seguían siendo delicados y… la mar de expresivos. Ya sabía dónde

buscar indicios de sus pensamientos, de lo que sentía de verdad.

En ese momento, sus ojos eran dos estanques cristalinos de serena confianza.

Estaba estudiando la escena, almacenando datos, totalmente contenida. Totalmente

tranquila y confiada. Pese a su presencia, y la de Barnaby también, no detectaba el

menor asomo de esa agitación tan propia del género femenino.

No los estaba observando como a caballeros, ni siquiera como a hombres, sino

como si fueran algo más.

La verdad le llegó cuando la mirada de la muchacha se desvió hacia su tía. Lo

estaba estudiando como pintor.

—Y ésta es mi sobrina, la hija de mi hermano, la señorita __Tn

La Verdad Sobre El Amor - Andy Biersack & Tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora