Inminente

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POV Nat
Alba cerró la puerta de golpe y me empujó con violencia contra la pared, lo que provocó que soltara un sonoro gemido, que murió en sus labios al fundirnos en un beso apasionado. Su lengua se movía por mí boca como si fuera suya, y sus manos, que apretaban mis muslos, comenzaron a subir hasta llegar a mi jersey. Una de sus manos se coló debajo de él, y yo, inconscientemente, me retiré un poco. El movimiento hizo que Alba parara de pronto.

- Nat, si no quieres, no estás segura o lo que sea, no tenemos que hacer nada- me acarició la mejilla con dulzura y yo cerré los ojos al contacto- Hey - me dijo para mirarme mientras sonreía - ¿Vale?

Le contesté mordiendo su cuello y succionando suavemente, a lo que respondió agarrando mi nuca y, con un pequeño salto, poniendo sus piernas alrededor de mí cintura.
Me estaba dejando el control a mí. Mentiría si dijera que no estaba un poco perdida, pero intentaba hacer lo que me pedía el cuerpo. Que ahora mismo era hacerle de todo.

La senté en el escritorio que había al lado de la entrada. Retirando de un manotazo los papeles que había encima, por suerte solo eran algunos bocetos, a los que Alba no prestó la más mínima atención. Ella aprovechó este cambio de posición para coger mis manos, que habían quedado libres, y llevarlas a sus pechos mientras me miraba fijamente a los ojos. Con sus manos aún encima de las mías, apretó, para que yo me sintiera libre de explorar su cuerpo. Mientras masajeaba sus pechos, mi boca no se despegaba de la suya, intentado ser yo la que dominaba ahora, ella se dejó hacer mientras mi lengua recorría su boca con ganas de más.

Con timidez colé mis manos por debajo de su camiseta, y tire de ella sacándola por encima de su cabeza. Alba me miraba con deseo y yo me perdí por un instante en sus ojos. Ella aprovechó mi distracción para volver a tomar el mando, yo lo agradecí. Mentiría si no dijera que me abrumaba un poco toda la situación.

Todos pensaban que "una tía cómo yo" (no se a que coño se referían con eso) no podía haber llegado virgen al primer año de universidad. Pero aquí estaba yo, habiendo dedicado la mayor parte de mi vida a los estudios y el conservatorio, con un historial de experiencias de mierda en "relaciones" que nunca habían llegado a nada, en la habitación de una veterana de la residencia, intentando disfrutar del momento y no pensar demasiado en que seguramente la iba a cagar, le parecería todo horrible y no querría ni devolverme la mirada cuando nos cruzáramos por los pasillos. Mierda, seguro que la cagaba. De hecho, ¿que coño hacía allí? Es que iba a ser un desastre ni siquiera se iba a acordar de mí cuando acabara, era la primera vez que me fiaba de mi instinto y me iba a pegar una host...Sus manos, tocando mis pechos bajo el jersey, me sacaron de mis pensamientos. Alba se separó de mi boca y mordió el lóbulo de mi oreja.

- Joder, Nat. Que ganas tenía de tocarte - susurró en mí oído con voz ronca mientras retorcía y pellizcaba mis pezones, que casi podían haber cortado la prenda de ropa que nos separaba. Y yo olvidé todo lo que había pasado por mi cabeza en un instante.

Alba me besó y mordió mi labio inferior con brusquedad, yo no pude evitar gemir y ella sonrió sobre mi boca. Colocó una mano en la parte de atrás de mi cabeza y tiró de mí pelo hacía atrás para dejar mi cuello expuesto, no me dió tiempo a reaccionar, su boca succionaba y mordía con vehemencia la piel de mi cuello y subía hasta mi oreja, mientras su otra mano jugaba con uno de mis pechos y sus dedos apretaban y retorcían el pezón, que no podía estar más erecto.
Estaba extasiada, apreté su cuerpo al mío, abrazándola y recorriendo su espalda desnuda con mis manos. Inconscientemente mi cadera se movía demandando un mayor contacto.
Alba, aún sentada, colocó una de sus piernas entre las mías, rozando su rodilla con mi centro. Me estremecí ante el contacto y solté un leve gemido.
- ¿Te gusta, Nat? - dijo mirándome a los ojos. Yo asentí. - ¿Quieres que siga? - puso las manos en mi culo y apretó mi centro más. Resoplé, soltando el poco aire que quedaba en mis pulmones. - No te he oído - me miró a los ojos y repitió el movimiento. Mis bragas estaban completamente empapadas.

- Sí, por favor. - susurré en su oído, cachonda perdida y muerta de vergüenza. ¿Cómo habíamos llegado a este punto?

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⏰ Última actualización: May 20, 2020 ⏰

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