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   Sonreí, satisfecha de encontrarme donde estaba y de estar rodeada de personas a las que realmente apreciaba.

   Muy pocas veces tenía la oportunidad de estar así. El sol iluminaba sobre lo alto de varios árboles de coloridas flores, una brisa fresca acariciaba mi cabello y mis pies descalzos descansaban sobre el agua tibia de una laguna.

   — Es hermoso, ¿No crees? —La reina de Asgard se sentó a mi lado, y no supe si se refería al lugar o a la persona que veía en lo lejos. Me encogí de hombros y me tiré sobre el césped.

   Inspiré el aire tan puro que nos rodeaba y parte del perfume de Frigga. Sonreí.

   La voz de la mujer me calmaba y transmitía una paz que lograba tranquilizar el torbellino de emociones que se creaba en mi interior. Seguro era una de las únicas personas que lo notaba.

   Claro que sí, pensé.

   — Loki me lo ha contado incluso antes de decírselo a Odín. No sabes cuánto me alegra saber que es feliz.

   Y esta vez una tormenta se apoderó de mi interior. Un cosquilleo recorrió mi columna vertebral y un sensación inquietantemente agradable se hizo presente. Escucharla me emocionó, en algún punto.

   — Eres muy especial para él —le sonreí de manera cálida, aunque ella no lo notó. Miraba hacia el frente, donde Thor y Loki jugaban como niños pequeños.

   — Tú también lo eres, siempre lo fuiste —susurró—, y estoy segura que pronto serán más personas las que ocupen su corazón.

   Elevé mis cejas sorprendida mientras ella me miraba de manera tierna. Sabía cómo hacer cambiar el ambiente de un momento a otro, así como notaba lo sentimental que lograba ponerme.

   Pude escuchar una picardía oculta en su voz que hizo aparecer cosquillas en mi estómago.

   — No creo que sea en un tiempo cercano —negué con la cabeza.

   Charlar con ella se había vuelto un pasatiempo digno de apreciar; sus gestos eran tan delicados al hablar, y su voz era como una melodía. Su cabello siempre bien arreglado y su risa encantadora. Me recordaba a cuando era pequeña, sentía que era la madre que nunca tuve. O llegué a conocer. Y ahora quería insinuar que yo sea eso, una madre. Sé que desde siempre adoró a los niños, y la nueva noticia sólo lograba que su deseo de ser abuela aumentara.

   El lejano grito de Thor me hizo volver a la realidad para observarlos. 

   Con el pelinegro se corrían mutuamente, esquivándose y moviéndose de manera ágil para que ninguno tocara al otro.

   — No —afirmó—, ellos siguen siendo niños, pero tú... —me miró de arriba a abajo, deteniéndose en mi mano, donde portaba un hermoso anillo de compromiso, y luego en mis ojos. Los de ella se encontraban brillantes y aguados, como si estuviese reteniendo lágrimas— tu ya eres toda una mujercita. Aún recuerdo el día en el que te encontramos en la puerta del palacio. Eras una bebé muy tranquila —rió y, luego de creer que no sucedería, soltó una lágrima, logrando contagiarme su emotividad.

   — Y ahora me casaré —dije feliz mientras intentaba controlar que mi voz no se quebrase. Con mi mano saqué las gotas que caían sobre mi mejilla.

   — Así será, mi niña —Tomó mi mano y me miró a la cara. Siempre lo lograba. Podía cambiar todos los sentimientos en mí tanto como su hijo. Mi cuerpo se erizaba y sentía un pequeño temblor. Me abrazó y sentí en ella la calideza de la primera vez que lo hice.

   Lo era todo. Para mí y para Loki. Mi confidente, mi maestra, mi consejera e incluso la sentía como una madre, porque siempre lograba en mí algo inexplicable.

   Sentí la mirada de mi prometido puesta en nosotras, y también su sonrisa que, a pesar de encontrarnos lejos, se veía en la distancia. Su hermano saltó sobre él haciendo que caiga sobre la tierra.

   — Ve con ellos —Frigga no podía dejar de sonreír y eso me conmovía demasiado—. Siguen siendo niños —se encogió de hombros con una sonrisa—, y sé que como tales extrañan pasar el tiempo como antaño, con su compañera de juegos —besó mi frente. Sus labios cálidos chocaron contra mi piel y luego de que se separara podía sentir su tacto. Tibio. Siempre se quedaría ahí, grabado en mí.

   La abracé por última vez antes de pararme y correr junto a Thor y Loki, quienes me esperaban con una enorme sonrisa en sus rostros mientras uno estaba sobre el otro.

   Bajo mis pies la frescura del césped se sentía como un paraíso, y la brisa que se escapaba de las ramas de los árboles hacía revolotear mi vestido y mi cabello, trayendo consigo el exquisito aroma de extravagantes flores y un sinfín de sentimientos que se arremolinaban en mi vientre, enviando descargas de emociones a todo mi cuerpo.

   Un éxtasis me inundaba al ver mi alrededor. Frigga se alejaba a paso lento del lugar, observándonos, y yo me acercaba cada vez más a mis compañeros.

  Nunca me había sentido bien por el hecho de que mis padres me hubieran abandonado frente a unas puertas. Podría haber jurado que no encajaba allí. Pero la realidad es que ése era mi lugar, y nunca podría haber sido más afortunada por todo lo que había sucedido. Nada era fácil, pero todo se podía lograr. Amaba cada parte de lo que me rodeaba.

   Loki me tomó de la cintura girándome en el lugar, unió nuestras manos y me besó tan lenta y apasionadamente como todas las veces luego de comenzar.

   En definitiva. Era afortunada.

One Shots Loki [Marvel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora