Parte Única

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Todo lo que se oía dentro de la habitación en esos momentos eran los sollozos que por fin podían surgir libres de la garganta de la chica, acompañados de cientos de gotas saladas que surcaban su rostro, deslizándose por un ya marcado camino hasta su barbilla y cayendo al suelo junto con los pedazos de su confundido y destrozado corazón.

En su mente solo se repetían las escenas que había visto durante esa mañana abrazos...besos...noviazgo...

-¡Argh! ¡Ya deja de llorar inútil! Sabías que esto iba a pasar- Se decía a si misma, esperando que de ese modo su cerebro lo asimilara más rápido, deseando no haber asistido al colegio ese día.

No lloraba por presenciar cuando ambos bajaron juntos del auto tomados de la mano, demostrando que eran otro par de estúpidos que cayeron en el juego que se confundía con un sentimiento llamado amor, no lloraba por los melosos abrazos y caricias que se brindaban mutuamente el modelo y la azabache, no lloraba por los exagerada y patéticamente dulces apodos como "Gatito" o "Princesa" que tuvo que escuchar toda la maldita mañana, ¡Ni siquiera lloraba por el asqueroso beso que usaron para despedirse! No, ella no lloraba por eso.

Obviamente estos eran motivos para estar triste, pero lo que la hizo explotar fueron los comentarios de sus compañeros de clase.

"¡Al fin! Pensé que nunca se darían cuenta de lo que sentían"

"Créeme, el ciego siempre fue Adrien, Marinette tenía más que claras sus intenciones con él"

"¡Es cierto! Ella estuvo en la friendzone durante demasiado tiempo, pero al menos ahora son felices juntos"

-Ella estuvo en la friendzone durante demasiado tiempo- Repitió las palabras de Alix con un deje de asco y burla.

Todos veían a Marinette como "La eterna amiga", pero ¿Acaso alguien se acordaba de ella? ¡Chloe Bourgeois prácticamente nació en esa zona! Nadie nunca se puso a pensar en las millones de veces en las que había intentado conquistar a Adrien. Desde niños eran amigos, en la adolescencia eran amigos, en la juventud serían amigos y en la adultez vivirían como amigos, pero como siempre, a nadie le importaba la hija del alcalde.

Las lágrimas iban cesando de a poco. Con mucho pesar se levantó del frio y bien seleccionado piso de mármol, limpiando los indicios de tristeza de su rostro con la manga de su chaqueta, inspirando profundamente para luego de una pequeña pausa soltar todo el aire retenido en sus pulmones. Se dirigió hacia el armario y sacó un simple vestido azul, largo hasta su rodilla, suelto y con escote en V, era muy simple, y por primera vez en años, Chloe se alegró de eso. Una fina capa de maquillaje bastó para decorar su naturalmente bello rostro y un delicado cinturón negro con brillos descansó en su cintura.

Al salir del edificio el frío caló profundamente en sus huesos, cada empleado que se cruzó en su camino armó un exageradamente grande escándalo por lo que llevaba puesto, y no es que le quedara mal, pero no era nada apropiado para el clima de afuera. Estaban en pleno diciembre, y la nieve junto con el helado viento no se hicieron esperar. Como siempre, la hija de papi se salió con la suya, sin escuchar las quejas del personal, decidió enfrentar el crudo invierno sola, bueno, con excepción de su chofer. Le ordenó al inexpresivo hombre que diera un par de vueltas por la ciudad, ya que no tenía un lugar concreto al cual ir.

Mientras observaba por la ventana cómo pequeños copos caían cubriendo lentamente todo a su paso pudo divisar un común e indiferente bar. No tenía nada de especial, no era demasiado grande ni muy chico, ni lujoso ni precario, simplemente no destacaba.

Pero...algo en su corazón saltó, una sensación extraña y demandante se posicionó en su pecho, era como si el mismo destino la hubiese obligado a detenerse, tenía la fuerte impresión de que algo importante sucedería ahí dentro.

Por favor, no lo destruyas----OS Lukloe----Donde viven las historias. Descúbrelo ahora