Nueva ciudad.
Nuevo colegio.
Nuevos amigos.
En resumen: nueva vida.
Madrid... la famosísima capital de España que a todo el mundo le encanta y le parece maravillosa, esta bien pero yo vivía en un barrio tranquilo en el que no había mucha gente y ahora bajó a la calle y lo único que puedo ver: gente con prisa, lo único que puedo oír: el estruendo de la gente con mucha prisa. Quizá me acostumbre o quizá viva el resto de mi adolescencia odiando la ciudad en la que vivo, ¿Quien sabe?
Voy a estudiar en el instituto "SANTA MARÍA" en el centro de Madrid, es un sitio bonito y grande solo que a mi cualquier colegio me parece una cárcel la cual esta llena de mujeres y hombres amargados que convierten las tardes de niños y adolescentes en encerrarse en su cuarto a estudiar: profesores agh.
-Moni, anda tráeme el desatascador - dijo mi padre que estaba arreglando el baño de la habitación de arriba
-Claro papá, enseguida vuelvo- respondí
Baje rápidamente las escaleras, abrí la caja de herramientas (aunque no entiendo que hace un desatascador en una caja de herramientas) y mire a la ventana de la lado de la puerta. Había un chico, alto, moreno, con ojos verdes... Definitivamente era bastante guapo. Él me miró y sonrió yo hice lo mismo, fue un momento muy breve pero me encantó. Me quede enbobada mirando al techo durante unos segundos y acto seguido subí las escaleras.
- Gracias cariño, ya verás como al final te gusta esta casa- dijo mi padre cuando le di el desatascador y me guiñó un ojo.
- Seguro papá- dije dudosa, no quería darle más problemas de los que ahora mismo tiene.
Entré en mi cuarto y cerré la puerta, me asome a la ventana pues desde mi cuarto se veía un precioso arco iris.
-¡Eh, tú ojos bonitos!- oí gritar de la calle aunque no le hice el más mínimo caso.
- La de la ventana, estoy aquí abajo en el final del arco iris. - la voz se repitió y esta vez mire hacia abajo.
¡Era él! El chico que me había sonreído abajo, corrijo el chico monisimo que me había mirado abajo.
- Hola chico mono del final del arco iris.- dije cómicamente
-¿Y si bajas y le dices a tu vecino cómo te llamas? - dijo con una sonrisa torcida, preciosa.
- Esta bien, bajare a presentarme a mi nuevo vecino. - le dije imitando su preciosa sonrisa torcida.