~SACRILEGIO~ |Xiariel|

Cap I

Había pasado unos cuantos días desde que había descendido del cielo, su largo y cedoso cabello tan blanco como las nubes del cielo había oscurecido en un profundo azabache, le tomó un poco de tiempo darse cuenta de que había descendido como un Omega, curiosamente si no mal recordaba la raza menor de aquel mundo mortal, muchas cosas eran nuevas para él, pero el pequeño oji azul quería ser capaz de explorar, de conocer todo lo que esté a su alcance, de disfrutar cada pequeño momento aún si lo hacía a escondidas o pasando desapercibido, no importaba si poco lograba relacionarse con los demás humanos, sin duda presenciar todo desde la tierra era más fascinante que verlo desde los cielos. Claro, también habían muchas cosas que quería sentir como un humano, pero no sería exigente, sólo disfrutaría de todo cuanto le sea posible.

Había logrado inscribirse en lo que los humanos llamaban secundaria, mientras faltando sólo una noche para el gran día el azabache decide salir por última vez a dar un paseo.

El cielo comenzaba a tornarse entre naranja y carmín anunciando que pronto anocheceria, para Xiang era una vista preciosa, no podía despegar sus grandes ojos zafiros del cielo, tan concentrado que no notó cuando su pequeño cuerpo chocó contra la espalda ancha de un hombre mortal acompañado de un pequeño grupo.

Y eso lo llevaba a la incómoda y peligrosa situación en la que se hallaba. El indefenso azabache se vió arrinconado en medio de al parecer tres Alphas, parecían cruzar alrededor de la misma edad que la que su cuerpo terrenal mostraba, uno de ellos tomaba un largo mechón de su cabello oliendolo asquerosamente mientras le comentaban vulgaridades, Xiang estaba demasiado sorprendido como para siquiera inmutar palabra, demasiado avergonzado y temeroso pues jamás había estado en tal situación, su mirada se mantenía gacha incapaz de pensar en algo, inconscientemente emitió un fino chillido cuando uno de ellos tomó su pequeña muñeca con rudeza acercandolo bruscamente a él, disfrutando del terror en esos llorosos zafiros que pedían misericordia.

- Un motel es el mejor lugar para esta zorra ¿No creen?

Por otro lado casi en la misma situación que llevó a Xiang a tal accidente, un Alpha de alta estatura deambulaba sin rumbo fijo preguntándose una vez más si habría sido buena idea descender a ese estúpido mundo lleno de criaturas las cuales se hace llamar humanos. A fin de cuentas no tuvo mucho remedio que adaptarse pues ya estaba ahí, regresar no era una opción, al menos no tan pronto.

Había descendido con un aspecto bastante aceptable para su gusto, pues no había cambiado casi en nada, la especie llamada Alpha que había adoptado tampoco era de su disgusto. Normalmente altos ,fornidos y con un carácter bastante fuerte, sin duda no esperaba menos que esto. Para no aburrirse tanto incluso se había animado a inscribirse a lo que llamaban Instituto, o secundaria, esto como pequeña venganza de cierta persona, de lo contrario hubiese ingresado a una institución superior y no conviviria con humanos cursando una edad en la cual eran más insoportables a la vista, adolescentes.

Rápidamente un sentimiento bastante peculiar había interrumpido sus pensamientos, sus pasos se detuvieron en seco por unos segundos antes de doblar la esquina cursando por en medio del parque al que había llegado, no tenía idea que era pero estaba siendo guiado hacia algo en contra de su voluntad... Y eso no le gustaba.

No pasó mucho tiempo antes de toparse con un grupo de Alphas que parecía estar molestando a alguien, un humano inferior, un Omega.
Sin estar consciente de lo que estaba haciendo exactamente se acercó a tal grupo mostrando una gélica mirada en sus amatistas, sus labios no pronunciaron palabra alguna, simplemente una de sus amplias manos se posó en la cabeza de uno de ellos apartandolo sin mucho esfuerzo del pequeño azabache, extrañamente el sujeto casi pierde el equilibrio, comprobó así que incluso entre Alphas habían ciertas diferencias, bastó sólo eso para darse cuenta de lo inferiores que seguía siendo los humanos ante él aún cuando había dejado su cuerpo infernal.