22 de febrero de 1692
Salem, Massachusetts
El juez y jefe de la aldea, Gerard Argent, había convocado a una reunión a toda la comunidad.
Diciéndoles que aquel día iba a celebrarse un nuevo juicio por brujería, con los acusados directamente entre su gente, sin darles tiempo a escapar.
Stiles estaba asustado e intrigado, desde hacía dos años habían comenzado los juicios por brujería de manera brutal, capturando, torturando y acusando a muchos, pero condenando a pocos.
Volviéndolos a todos unos seres desconfiados y reservados, que se cuidaban muy bien de lo que hacían, lo que decían y a quien se lo decían, aunque no era para menos.
Desde que las primeras acusadas Sarah Orborne y Sarah Good fueran ejecutadas a pesar de alegar inocencia, gracias a las declaraciones de la esclava de sus vecinas, una mujer de color llamada Tituba; cada uno cuidaba su espalda como el que más.
Aunque después de esa primera acusación y ejecución todo había empeorado aun mas.
Vecinos acusando vecinos, esposos acusando esposas solo porque estas no eran lo suficientemente bellas, o feas, según el caso.
Incluso hermanos contra hermanos y padres contra sus hijos.
El pánico había invadido a todo el pueblo, creando un caos que no se solucionada con acusaciones y ejecuciones; y aunque solo había ejecutado hasta el momento a veinte cuatro personas, nadie olvidaba los rostros de los absueltos.
Y eso era lo peor de todo, porque ya nadie estaba tranquilo con nadie, ni siquiera consigo mismo; aterrado de estar haciendo algo por lo cual pudieran acusarlo y condenarlo a morir.
Pero Stiles no estaba asustado solo por los juicos, no; el muchacho estaba aterrado porque Derek no había querido irse de ahí con él.
El hombre al que amaba no había querido hacerle caso, diciéndole que no podía abandonar a su madre y a sus hermanas solo por su paranoia.
El sabía que no era paranoia; él tenía muy claro, desde que comenzaron a verse y a tener relaciones carnales, que todo aquello estaba mal, no solo ante los ojos de la iglesia y la comunidad, sino también a los ojos de dios.
Porque presentía que alguien los había descubierto.
Pero a él no le importaban los ojos de dios, le importaba lo que podía hacer su pueblo si llegaban a enterarse que cometía sodomía casi cada noche con el hombre más codiciado de la aldea.
Porque cada que pensaba que alguien, además de Lydia y Cora, podían enterarse de lo que sucedía, el pánico le asfixiaba, cada día con más fuerza.
Porque podía sentir como los ojos de algunas personas lo observaban día a día, vigilando cada movimiento suyo, y no podía evitar pensar si era porque lo habían descubierto.
Aunque sus pensamientos fueron detenidos abruptamente cuando las puertas del gran salón fueron cerradas, y se dio cuenta de que casi quinientas personas compartían su espacio.
-¡Queridos amigos! ¡Gente de mi pueblo! –Hablo Gerard, provocando escalofríos en Stiles por la forma en la que lo observo –Hoy estamos aquí para celebrar un juicio en contra de la maldad; estamos aquí para celebrar un juicio contra la herejía y la brujería.
-Pero también estamos aquí para condenar un acto atroz. Un acto antinatural que solo puede ser purgado con la muerte – Hablo el segundo juez de sentencia, un hombre alto y escalofriante llamado Michael, aunque muchos lo apodaran Deucalion –Estamos aquí para condenar algo tan repugnante como la sodomía.

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SALEM
Fiksi Penggemar22 de febrero de 1692 - Mieczyslaw Stilinski, eres condenado a morir quemado en la hoguera por actos de brujería, herejía, idolatría y sodomía contra la comunidad de Salem. . . . La caza de brujas en Salem fue real, murienron 27 personas entre hombr...