One shot

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Noah Jupe nunca salía de casa, más allá de sus obligaciones el siempre prefirió su hogar. ¿Y por qué no amarlo? Si en su casa tenía todas las comodidades que necesitaba. Tenía sus consolas y un montón de juegos e incluso a su preciado perro que lo acompañaba. ¿Quién necesitaba salir cuando tenías todo eso?

Tal vez esa era la razón de por qué era tan blanco.

Ahora mismo estaba sentado en el pequeño sofá de su habitación mientras rebotaba una pelota del tamaño de su palma contra la pared. Su mamá le abrió las cortinas y cortó el internet por una hora porque estaba cansada de ver a su hijo pegado a una pantalla. Incluso la semana pasada fue a comprarle anteojos que servían específicamente para evitar los ojos rojos al jugar. El no lo encontraba la gran cosa pero aún así los usaba para evitarle preocupación a su madre.

"¿Y si practico mis head shots?" Pensó repentinamente y se levantó de su pequeño sofá soltando la pelota. Esta rebotó con una de sus zapatillas y cayó por la ventana.

— Agh, lo que faltaba—se dijo a sí mismo mientras se acercaba a la ventana y apoyaba sus brazos en ella para poder mirar hacia abajo y ver dónde cayó.

Sólo que no esperaba ver lo que vió.

¿Amor a primera vista? No, imposible. Pero debía admitir que era muy bonita. Una chica que el apostaba tenía su misma edad pasaba por la calle en frente de su casa, tenía cabello liso y de un color rubio oscuro, unas cejas ni Yam delgadas ni tan gruesas, ojos cafés y una pequeña nariz. Para el era la nariz más tierna del mundo y se quería golpear a sí mismo por pensar en algo así. Por eso, desvió la vista y bajó corriendo las escaleras por la pelota, para ver si alcanzaba verla... pero sólo logró ver cómo se esfumaba a los lejos sin ser consciente de el embobado chico que había dejado atrás.

Se dijo a sí mismo que la olvidara, puesto que sabía que no la iba a volver a ver.

Pero a pesar de eso, ahí estaba el al día siguiente esperando en su ventana a ver si la chica pasaba por ahí a la misma hora que el día anterior. Su corazón se emocionó al verla acercarse y una palabra se cruzó por su mente:

Amarillo.

Porque el amarillo era la representación de la alegría.

Y le recordaba a el amarillo porque esa chica irradiaba felicidad y no sólo en ella, también hacía que irradiara felicidad en el.

Pero sólo fue un minuto y la chica volvió a desaparecer como en el día anterior.

Fue en ese momento cuando Noah pensó que no podía perder otra oportunidad, aunque sea verla pero más tiempo. Porque con un minuto a diario no podía sobrevivir.

"Agh, soy un exagerado" pensó.

Al día siguiente, llamó a Millie, su mejor amiga, para juntarse en la plaza cerca de su casa. ¿Era raro que se sintiera necesitado de una charla a corazón abierto? Pareciera que necesitaba expresarse y en serio esperaba que Millie pudiera entenderlo y tal vez aconsejarlo.

Por eso cuando Millie tocó el timbre, Noah bajó corriendo las escaleras para abrirle y recibirla con un fuerte abrazo, luego agarró su mano y la llevó a la plaza como habían planeado. La mamá los miraba extrañados desde la cocina. ¿Su hijo rara vez salía y acababa de llevar a su amiga a una plaza... emocionado?

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2019 ⏰

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