Despierta al amanecer, con los primeros rayos de sol impactando sobre su rostro, sienta su cuerpo aún dormido sobre la cama, y espera a que sus compañeros de piso le saluden, un felino negro con ojos verdes, aún joven y un cachorro más mayor que siempre será su cachorro, ambos le acompañan desde que empezó esta pequeña aventura, tiene 30 años y después de más de diez viviendo la vida que no quería vivir, decide poner punto y final a esta mentira, se ha mudado a 200 kilómetros de su hogar, para dejar atrás ese pasado que nunca le dejará de atormentar, esa familia, esos amigos, esa expareja, todo aquello debía ser borrado de su vida cuanto antes.
Hoy es su primer día de trabajo, empieza como profesora de un bachillerato, en el internado más casto, formal y exigente de todo el país, sólo están aquí, los mejores de los mejores, los que merecen la pena, y eso es lo que excitaba a Lexa, juntarse con la élite, los que mañana serán alguien, esperando con ello que no se olviden de aquella profesora de bachillerato que impartirá literatura y filosofía.
Necesitaba ese orden en su vida, esa disciplina, que no le tosan, que no le miren, que alguien al fin la respete, una vida ordenada, con todo aquello que había destrozado su vida lejos.
*****
Acude al edificio frío que estaba esperando su llegada, lo que encuentra a su paso es una jauría de niños que revoloteaban en el patio, una manada de adolescentes por los pasillos, con las hormonas revolucionadas buscando una respuesta al final del verano, reencuentros, sonrisas, esperanza, los del último curso apenados por terminar la travesía de su vida en esas paredes, no veían más allá de esos muros, y para eso estaba Lexa aquí, para que antes de irse se viesen y se buscasen en todos esos libros que les enseñaría. Todos aquellos seres tenían una única cosa en común, su uniforme, y a pesar de componerse de la misma falda de cuadros, o pantalón gris, de ese jersey granate, color vino, y esa corbata que le daba un toque de clase al mismo uniforme que tendrían todos los demás colegios, a todos ellos les quedaba diferente, por la colocación, el corte de pelo, la planta que daba aquella ropa se sabía quién era quien; el listo, el pelota, el macarra, el pijo, el de la beca... todos los uniformes tenían una percha diferente, por tanto eran todos diferentes.
Lexa camina por el pasillo observando todo lo que deja a su paso, siendo consciente de las miradas que le lanzan los alumnos, no saben quién es, tiene sentido, concluye su paseo en la gran puerta de madera lacada que contiene un cartel dorado a su derecha con unas letras en negro, que dicen, Dirección. La profesora llama a la puerta esperando respuesta, una vez recibida entra en el elegante despacho.
Una mesa de madera maciza ocupa gran parte de la estancia, delante de ella hay dos sillas, no toma actitud de sentarse espera a que la directora sea la primera en dar el paso, Abby se levanta y recorre los pocos metros que hay hasta Lexa, con una sonrisa de par en par muestra su mano con intención de saludar, a lo que la profesora responde estrechando esta. Se notaba que Abby estaba nerviosa, no sabía cómo empezaría su dirección en el internado más prestigioso de todo el país, tenía que estar a la altura de lo contrario daría la razón a todos esos que no la ven capaz sólo por el hecho de ser mujer.
La maestra y directora se separan, buscan sus miradas de forma cómplice y sonríen, Abby es la que inicia la conversación buscando salvación en Lexa, su primera decisión en el cargo, el cambio del anterior profesor de filosofía y literatura, por esta joven que realmente tenía unas recomendaciones envidiables.
-Lexa, escúchame. Tienes que hacerlo genial, estoy apostando por ti, ya sabes lo que somos, un internado rico, de pijos, a los padres les importa que aprueben y aprendan, por supuesto, pero también estamos aquí para educar, nadie sabe lo que son estos mal criados. Sus padres los tienen y los tiran aquí, como si nada, y nosotros tenemos el trabajo duro, ellos se limitan a pagarnos, muy bien, porque nosotros pongamos disciplina en su vida. Tienes que ser dura, estricta, sin salirte de la raya, puedes castigar, gritar, dejarles sin recreo, sin tarde, sin dormir... lo que creas oportuno, nadie va a decir nada, sus padres los que menos, mucho vas a tener que pasarte para que algo pase aquí, están más hartos ellos que nosotros.
Lexa procura grabar a fuego esas palabras en su mente, disciplina, exigencia, castigo. Abby sigue con un discurso muy extenso, con ejemplos de castigos utilizados, forma de dar las clases, responsabilidades, horas de trabajo, se vive para trabajar en este lugar, no lo contrario.
-....y sobretodo, ten cuidado con los repetidores, hay una chica; Clarke Griffin, rubia, ojos azules, rastas, piercings, tatuajes, si pasa cualquier cosa me la mandas, la última profesora de música la echó ella, la acoso de tal forma que se mudó de país. No sé qué hacer con esa cría, si matarla o qué.
Objetivo claro, si mete en vereda a esa tal Clarke, será fácil ganar puntos, permanecer aquí y huir de esa mierda de vida, este internado pijo, sería su solución ante sus problemas.
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Firme
FanfictionLexa, una profesora de bachillerato que huye de su pasado en un internado de alto prestigio. Clarke, una alumna repetidora de 19 años obligada a estar allí. Primera historia Clexa.