Capítulo 2

17 1 1
                                    

Suena el timbre, la llamada al comienzo de la jornada, un atajo de niños que ya parecen adultos entra por la puerta del aula 223, Lexa como tutora espera rígida en la puerta a que entre hasta el último, abrazos, gritos, risas, euforia por todas partes, eso es lo que llena esa estancia a las ocho y media de la mañana el primer día de clase.

La profesora cierra la puerta e igualmente puede comprobar que ni la miran, no es relevante en ese reencuentro, nadie se da cuenta de que está allí. Esta situación irrita a Lexa, sostiene una regla de madera de un metro entre sus manos, con fuerza golpea la mesa con ella tres veces, causando un ruido ensordecedor, el silencio se hizo en el aula, todos los alumnos se giraron y colocaron mirando a la profesora con algo parecido al respeto.

-Mi nombre es Lexa, Lexa Woods, vosotros vais a llamarme señorita Woods, exijo un trato de usted implacable, respeto absoluto y silencio, tanto en mis asignaturas como en las de los demás profesores, como tutora no quiero quejas de nadie, sois mi responsabilidad, y quiero que seáis los mejores. Si os saltáis mis exigencias los castigos serán claros, faltar a clase, la impuntualidad, el alboroto, la falta de educación para con profesores como con compañeros, la mala vestimenta, e incluso los suspensos, llevaran a tardes de biblioteca, limpieza del aula, perdida de derecho al recreo, castigos físicos corriendo por el gimnasio, perdida de intimidad, porque vivís aquí, y tengo la llave de todas vuestras habitaciones, pueden desaparecer objetos queridos para vosotros, de eso no tengáis duda.

Lexa recita todo este discurso mientras se pasea entre los pupitres de la clase, observa que falta una persona por llegar, se abre la puerta, y aparece una chica bajita, rubia, con rastas de colores cayendo por sus hombros, unos ojos azules hipnóticos, piercings en la nariz, tatuajes en los muslos y las manos, un cuadro de chica. Lexa se detiene observando a la chica de arriba a abajo, la cual camina hasta el sitio que aún queda libre.

-¿Y tú eres...?.

Dice la profesora con desprecio esperando una respuesta que ya sabe.

-Clarke, Clarke Griffin, un placer profe. Me he quedado dormida, una pena, si llego a saber que había profesora nueva, hubiese llegado antes.

La joven no deja de mirar a los ojos de Lexa lo que la pone nerviosa, pero no deja que eso pueda verse.

-Señorita Woods, no profe. Y sí, es una pena que llegue tarde, porque si hubiese llegado a tiempo sabría que su impuntualidad será castigada, su atuendo, y el trato informal que acaba de tener conmigo también. Gracias señorita Griffin, ha mostrado a sus compañeros un claro ejemplo de todo aquello que no puede hacerse.

FirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora