Capítulo 2

195 12 0
                                    

Robert

No sé por que no me podía sacar a esa chica de la cabeza. Recordaba su ser gentil y mi respuesta tan ruda.
Negué con la cabeza mientras suspiraba con pesadez. Esa conducta me hacía sentía mal, mi comportamiento no era de esa forma y ciertamente no había ninguna excusa para justificar tal acto. Solamente... me sentía devastado.

Me daba pequeños golpes mentales al darme cuenta del pensamiento egoísta que había tenido hace un par de días, en ese momento, estaba pensando solo en mi dolor. Aunque no quisiese hablar con Kristen, no pensé ni en un segundo en sus sentimientos y el porqué de ruptura tan inesperada. Por el momento no quería pensar en ella, dejaría que se calmara y centrara sus ideas. Yo también quería hacer lo mismo por ahora.

Miré a mi alrededor, el ambiente lúgubre que acompaña a mi cuarto no me ayudaba mucho a la situación, los ligeros rayos de sol entraban fugazmente por mi ventana, rompiendo por un momento los pensamientos que atormentaban mi mente.

No quería quedarme todo el día  encerrado en mi cuarto, por lo que me levanté de la cama y salí de allí. Mi estomago gruñó, por lo que baje a la tienda de la zona por unas donas y un café.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Lucy

Me levanté muy temprano y me dirigí al trabajo.

Seguía pensando en lo que había pasado el martes con ese chico.
Fue un tonto, un poco violento y en extremo grosero. Aunque había que añadirle la sinceridad que por un momento mostró.
El brazo me seguía doliendo debido a su agarre, trataba de cubrir el pequeño moratón con mi blusa manga larga. Lo más inolvidable, fue su mirada triste, contrastaba con su bello rostro.

Mi trasero de apoco se iba durmiendo de tanto estar sentada en la silla giratoria ¿A caso nadie quería comprar algo a las nueve de la mañana?
Aquel ruego fue cumplido cuando alguien dejó en la cinta transportadora una caja de donas glaseadas y un café expreso. Me sobresalté y por unos instantes, mi cerebro no reaccionó.
Mis manos actuaron por si solas al pasar los artículos por la registradora, marcando doce dólares.

—¿Cuánto es, por favor?— una voz vagamente conocida me hizo tragar saliva. No necesitaba alzar mi mirada para saber quién era.

No, no podía ser cierto, no ahora, no él.

Traté de ajustar mi rostro, pero una mueca fue la que salió en vez de una neutral.

—Son doce dólares— murmuré, tratando de controlar mi tono de vergüenza.

Fijé mi mirada en su rostro, que estaba en dirección a su chaqueta, buscando algún billete. La expectativa de encontrarme de nuevo con su mirada hacía que mi corazón se acelerará brutalmente, pensé que me desmallaría aquí y ahora. Los segundos parecieron horas, esperando con ansias que alzara su mirada hacía mi.

Cuando por fin sacó lo que parecía ser su billetera, quedé atónita al ver sus ojos azules; mi corazón se paralizó y empezó a bombear con desenfreno, un suspiro se atoró en mi garganta y la sangre subió con rapidez a mi rostro, haciendo que sintiera la cara hirviendo. 

Traté de que mis verdaderas reacciones pasaran desapercibidas, por lo que me plante lo más seria e inexpresiva posible, aunque no cometía su propósito correctamente al ver como ocultaba una media sonrisa, mi pobre corazón dolía cada vez más. Sólo quería que esto terminase. 




Mi loca vida (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora