—Puedo decirte que las estrellas tienen una voz, mi niña. Nos guían hacia las personas que necesitamos cuando no sabemos qué más hacer. Síguelas cuando estés sola, porque la vida es un adiós constante y hay que seguir nuestro camino para hallar la luz. Te amo.
La niña sonrío, sabiendo que él le decía las últimas palabras, sabiendo que sería la última vez que lo vería. Ella sonreía al mismo tiempo que lloraba y agarraba la mano de su abuelo. Y el último aliento llegó. La chica lloró como nunca antes, ahora se quedaba sola, ahora debía continuar su camino.
—Ya es tiempo de despedirse, Aisha—, dijo la curandera fríamente. Pero el mundo era cruel, ya estaba podrido y no había nada más que se pudiera hacer que ir por la vida lleno de moretones, escuchando como tu alma se rompe en dos, como le clavan un puñal, en fin, es así. Y ahora la niña lo entendió.
—No me llames por mi segundo nombre vieja bruja, insensible y amargada—dijo _____ herida—acaba de morir mi abuelo—agregó.
—Me importa una mierda, te voy a mostrar cómo respetarme—le respondió la mujer mientras se acercaba rápidamente a la chica que estaba aún con su cabeza recostada en el regazo de su querido abuelo. Seguidamente la alzó de los pelos y uso el rayo-control en su hombro derecho. Luego la amarró a la silla con unas sogas hechas de fuego. La niña dio un estruendoso grito de terror y luego dos guardias de la Nación del Fuego entraron a la habitación.
—Ell..., ella...—intentó hablar _____ con un hilo de voz. Pero los guardias cerraron la puerta y se fueron. Aisha derramó la última lágrima, casi al borde de la muerte mientras era golpeada de manera inhumana por aquélla mujer. Lo último que vio antes de quedar inconsciente fue que la vieja le escribía algo con un cuchillo cerca del corazón.
***
—¿Qué hiciste qué? ¡Azula! ¡No puedes hacer eso! ¿Qué hubiera pasado si Zuko hubiera visto lo que hacías?
—Sí, pero no lo hizo padre. Fueron los guar...—Azula fue interrumpida por su padre.
—¡Claro que fueron los guardias estúpida!—gritó fuertemente levantándose de su trono, su voz resonó casi en todo el palacio. Pero ni Azula ni su padre sabían que había alguien escuchando absorto.
La persona que había estado escuchando lo que Azula había hecho, se dirigió a las celdas sin que lo vieran. Amenazó a un guardia para que lo dejara pasar donde él quería y finalmente entró. Lo que vio no podía creerlo. Nuevamente entendió su error, se acercó a la prisionera y se colocó de cuclillas. Lo que veía le dolía mucho. Pero supo qué hacer.
—Te voy a sacar de aquí, _____.—dijo el muchacho.
—Príncipe Zuko... —dijo Aisha tratando de levantarse, tiritando de frío porque solo le habían dejado un pantalón rojo suelto y unas vendas cubriendo su pecho y su hombro.—Me duele mucho el hombro, no puedo moverme mucho—jadeó la chica.
—Voy a ayudarte, no te preocupes—la tranquilizó Zuko mientras derretía lo barrotes con su fuego control. Seguidamente la alzó en sus brazos, no antes sin escuchar los quejidos de dolor de la chica.
—¿Por qué me ayudas ahora? ¿O vas a pegarme también, como tu hermana?—preguntó con ironía Aisha.
—Oye, eso me dolió. Yo estaba muy equivocado respecto a mi mismo, y a lo que tengo que hacer. Pero creo hacer lo correcto ahora. A penas me enteré que te habían hecho esto, corrí a buscarte—explicó Zuko.
—¿Cómo sabes mi nombre?—preguntó otra vez Aisha ignorando la explicación.
—Lo escuché cuando Azula era regañada por mi padre.
ESTÁS LEYENDO
Avatar: La voz de las estrellas (Aang y tú)
AventuraÉsta historia está basada en el momento en que Zuko vuelve a la Nación del Fuego pensando que su padre lo había perdonado por matar al Avatar.