8.

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Su mundo se caía en pedazos, corrió con su bolsón golpeando sus piernas en dirección contraria, tenía lágrimas en los ojos y su corazón dolía por dos grandes razones, la primera era por la traición de su mejor amiga y la segunda era por lo que pasaría con el profesor.

¿Qué haría la junta directiva al enterarse de este caso? ¿Lo iban a despedir? Bueno, era obvio que uno de los dos definitivamente iba a terminar abandonando la secundaria.

El condominio donde vivía su profesor estaba cerca, el sol caía con prisa, llegó a la puerta con el número veinticuatro grabado en unas plaquitas desgastadas y la comenzó a golpear con insistencia.

— ¿Qué sucede? —se detuvo al ver a JongIn ahogado en llanto, con la cara roja y las mejillas marcadas por caminos de lágrimas.

El estudiante jugaba con tranquilidad con la sombra que sus zapatos color rojo proyectaban con la luz de las lámparas del parque, abrazaba su mochila y con suavidad tomaba del popote que tenía la cajita de leche sabor a fresa.

— ¿Estás más tranquilo? —preguntó Kyungsoo llevando ambas manos a su cintura.

—Un poco, ¿no está preocupado por lo que le acabo de decir?

¿Preocupado? Estaba aterrorizado por completo, había hecho mal en dejarse llevar por sus sentimientos y esto exactamente era una prueba de ello. ¿Que tendría que hacer ahora? Pronto la directiva lo iba a convocar para una reunión de decisión final, no le quedaría más remedio que admitir que fue su culpa y que JongIn no tuvo nada que ver, por lo tanto el castigo debería recibirlo solamente él.

—No. No lo estoy, de todas formas fue mi culpa y me haré responsable.

— ¿Qué? No. —se puso de pie frunciendo el ceño y dejando un lado la cajita rosa— Es culpa de ambos.

—Me dejé llevar por el momento, no fue correcto y lo lamento.

— ¿Q-qué está diciendo?

—Me disculpo —hizo una reverencia—, por haberte hecho pasar por esto.

— ¿Entonces me está diciendo que fue un error? —JongIn después de esto iba a necesitar más de una cajita de leche con sabor a fresa para tranquilizarse.

—Lo es. —contestó.

Suspiró incrédulo y negó con la cabeza, su boca decía una cosa pero podía ver claramente los ojos de su profesor, en ellos estaba todo tan claro como el agua, no había sido un error y lo que estaban comenzando tampoco.

Se acercó a su profesor y lo abrazó, era un poco más bajo que él así que con facilidad logró enrollar sus manos alrededor de la cintura de Kyungsoo, y sus lágrimas brotaron nuevamente.

—Sé que no es verdad lo que me está diciendo, de alguna u otra forma lo sé. Y quiero decirle que no me importan las razones por las cuales se enfrasca tanto en ocultar lo que siente por mi, pero lo amo. —recostó su cabeza sobre el pecho de Kyungsoo y escuchó como su corazón latía con rapidez.

Kyungsoo tenía un nudo en la garganta, quería llorar, quería liberarse de todo ese estrés que le causaba un amor como este, un amor que la mayoría vería con malos ojos, más no sabían ni hoy ni nunca que amores como el que él sentía por su estudiante eran de los más puros y sinceros que alguna vez conocerían.

—Ve a casa.

—Usted es mi casa.

—Estoy hablando seriamente no pueden vernos juntos, y no quiero que te vayas muy tarde. Es peligroso.

Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora