Capítulo 2

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Estaba completamente sorprendida, ¿cómo Jules siendo ya arcángel podía bajar a la Tierra? ¿Eso no lo hacía ya un caído? Mis pensamientos rebotaban por mi cabeza sin descanso cuando el timbre tocó, anunciando el fin de la clase; justo estaba a punto de salir cuando la mano de Jules tomó la mía, entrelazando nuestros dedos como un antiguo gesto que teníamos cuando aún era ángel.

-Ness...- apenas Jules se levantó, mis brazos rodearon su cuello, haciendo que un abrazo nos uniera como hace mucho que no estabamos. Vamos, era mi mejor amigo, no podía no abrazarlo.

-¿Porqué? ¿Porqué hasta ahorita, Jules?- sabía que no era el momento indicado de reclamos, pero 400 años habían pasado, ¡400! En los cuales había visto el mundo luchar, crecer, descubrir, inventar y destruírse. Usé vestidos, pantalones, corsés, crinolinas, tacones, moños; el cabello suelto, recojido, estirado, pelucas. Pasé por 400 años y apenas ahorita había tenido noticias sobre él. Y no sólo noticias, si no que estaba entre sus brazos. Era algo extraño, ya que sí podía sentir como acariciaba mi cabello y como se sentía su cálida piel.

-Me han echo arcángel...- comentó por fin. Já, me debía a mí misma una pizza.

-¿Y eso es motivo para romper tu promesa?- definitivamente me encontraba a la defensiva. Estaba feliz, enojada, triste, aliviada... pero no podía evitar reclamarle. Nunca había sido paciente, ¿por que soportar explicaciones para después si podía obtenerlas ahora? -Fui a parar a tantos lugares que ya no recuerdo. Estuve en guerras, bailes...- Y joder, tantos funerales.

Era un dolor que casi no podía describir, porque en parte no podía sentir esa clase de cosas. A pesar de todo, fui alguna vez un ángel y mis principios me detenían al comenzar a sentir ese tipo de cosas que -según lo que he entendido- amargan el alma, pero ¡sopresa! Mi alma estaba ya amargada.

-Nunca dejé de pensar en encontrarte...

-¿Cómo llegaste aquí?- ya no me importaban excusas ni palabras que aliviaran mi dolor, pero necesitaba entender qué había echo para llegar nuevamente hasta mí.

-No saben que bajé

-¡Jules!- como ángeles siempre soñamos en ser algún día arcángeles.

-Bajé porque ya no puedo seguir sin ti, Ness. Te necesitaba... aún te necesito.

Mi dilema era eso: creerle o no a mi mejor amigo. Él seguía tal como lo recordaba: cabellos rubios, ojos azules y seguía siendo muy apuesto. Siempre llamó la atención del resto de las ángeles y ahora causaría sensación en el mundo de los humanos.

Pero aún había una pregunta que me comenzaba a atormentar.

-No podré tener de nuevo mis alas, ¿verdad?

WingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora