Cap. 4 - Una exquisita pero peligrosa cercanía

1.4K 133 16
                                    

Luego de un baño de dos horas y media, tres botes de champú y uno de acondicionador, logré quitarme el rastro de pintura azul. Tuve un poco de miedo al principio ya que pensé que era algún tite que me dejaría calva, por suerte solo era pintura diluida con agua, pero aun así, me costo remover todo el rastro de pintura.

Fue una suerte que mis padres no estuvieran en casa, ya que me hubieran interrogado, y no quiero darles explicaciones. Últimamente están cada vez menos en casa, y no se si eso sea bueno.

Una vez aseada, busco un conjunto que combine con la ocasión. Es una suerte que siempre este preparada para la ocasión.

—¿Por qué estas vestida así? —cuestiona Bianca examinado mi conjunto negro.

—Tengo que camuflarme para pasar desapercibida —le digo atándome el cabello en una coleta alta.

—Pero así llamarás la atención —niega con la cabeza —. Creo que tienes que pensar mejor las cosas, Zoé.

Analizo un segundo sus palabras, pero luego recuerdo el incidente de la pintura azul y la suerte que tengo, porqué mi cabello no se arruinó. Además logro engañarme, solo por un segundo le creí y por eso no me percate de sus segundas intenciones, es hábil con las mentiras.

—No tengo nada que pensar —sentencio —. El cabello es sagrado.

—Pues no pensaste en eso cuando lo dejaste pelón —sugiere con sarcasmo.

—Eso fue diferente...

—Puede ser, pero aun así no te importo dejarlo sin cabello —vuelve a negar con la cabeza —. Y antes de que preguntes. Sí, estarán en su casa jugando videojuegos.

—Maldición, no em queda de otra que seguir con el plan.

—¿No puedes posponerlo? —cuestiona con preocupación.

—No, ya que mañana descansa mamá y no me dejara salir para pasar tiempo de calidad con ella.

Alisto las últimas cosas en mi pequeña maleta rosada, que se puede atar a una de mis piernas. Fue el único accesorio que no tengo en color negro, ya que quería agregarle un poco mas de estilo a un color tan triste.

......

La brisa helada cala por cada parte de mi cuerpo, debí de haberme puesto una chaqueta mas gruesa. Aunque el frío no me detiene, cada paso que doy es minucioso y lento, tanto que logro colmar la paciencia de Bianca.

—Zoé, camina más rápido —susurra.

—Negativo. Alguien nos puede ver —murmuro en respuesta.

—Son las diez de la noche, la mayoría de las personas normales están descansando, somos las únicas locas que están en la calle —asegura —. Además, Thomas sabe que voy en camino.

—Aun así no quiero que se percaten de mi presencia.

—No lo harán, por eso me obligaste a venir. Aunque no creo que tu plan funcione, ya que solo podré distraer a Thomas...

—Si lo se —la interrumpo —. Solo necesito que lo distraigas 20 minutos, prometo salir rápido de allí.

Bianca asiente con la cabeza y se dirige a la puerta, decido esconderme detrás de los  grandes arbustos que rodean la casa, y en uno de los huecos puedo observarla tocar el timbre repentinas veces, está inquieta, no puede disimularlo ya que mueve su pierna con ansiedad.

Thomas es quién le abre la puerta, y al verla su rostro se ilumina. Dialogan un par de segundos para luego permitirle el paso a la residencia. Y en cuanto vi la puerta cerrarse me encamino a la parte trasera de la casa.

No Te Metas Con ZoéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora