Hadassah era una hermosa mujer de cabellos rubios, ojos de color aguamarina y una piel hermosa y tersa. Todo era hermoso en ella, menos su personalidad.
Ella fue educada como princesa. Era arrogante, alzada y creía que nadie la merecía. Solamente el príncipe de Nueva Vera era digno de estar a su lado, según ella.
Ofir era el único príncipe de ese país. Era muy guapo, pelirrojo y con unos hermosos ojos de color café claro que se iluminaban con el sol. Él era sabio y conocía la ambición de Hadassah muy bien.
El padre de Hadassah, Gamal y el rey de ese país, Menajem eran grandes amigos. Menajem era un rey bondadoso y muy leal a las personas que le servían y Gamal era el más fiel de todos. Gamal salvó al rey de la muerte durante la guerra y el rey le correspondió ofreciéndole a su hija ser la prometida de su único hijo, Ofir.
Gamal honradamente aceptó el ofrecimiento del rey y Menajem envió a su más leal sirviente a educar a Hadassah con el fin de que fuera una esposa adecuada para el príncipe Ofir.
Desde pequeña, Hadassah aprendió que su lugar iba a ser al lado de un príncipe y posible futuro rey. Ella creía que su vida de lujos estaba garantizada al permanecer a su lado... pero no contó con que el príncipe Ofir se daría cuenta de quién era ella realmente.
A Ofir no le gustaba la manera en que ella se comportaba de manera general. Miraba por arriba del hombro a todas las personas que se le atravesaban. Trataba a la servidumbre como basura e incluso a él mismo lo trataba fríamente. Solamente sonreía para él en los eventos públicos, pero en privado lo trataba con frialdad.
Él sabía que dentro de ella no había nada, más que la ambición de ser princesa.
Ofir anhelaba amor también, no solamente una mujer con la cual compartir su cama.
El príncipe conoció entonces a Yedida, una hermosa mujer hija de un conde. Ella era rubia como Hadassah y poseía unos hermosos ojos azul cielo. Rápidamente se enamoró como un loco de ella y Hadassah se dio cuenta.
Hadassah vio su posición como futura reina comprometida y junto con uno de los primos de Ofir, el hijo de la hermana de su padre, el duque Labán realizaron un plan para asesinar a Yedida.
Yedida murió envenenada, volviendo loco a Ofir. Su amada estuvo en coma durante dos meses y después murió.
Hadassah creyó que su plan había funcionado, pero el príncipe Ofir encontró una carta del duque Labán dirigido a ella, donde hablaba que su plan había funcionado y que su posición como reina era segura.
Entonces Ofir, lleno de rabia, llevó a Hadassah a su padre el rey y cuando las pruebas fueron contundentes, aún con los ruegos de Gamal, el rey condenó a muerte a Hadassah.
Y ese fue el fin de Hadassah. Ella nunca se arrepintió de lo que había hecho. Su único lamento fue llevar a su padre a la deshonra. Hadassah amaba solamente a su padre. A nadie más.
Raisa despertaba llena de arrepentimientos. Ella sabía que en su vida pasada ella fue Hadassah y fragmentos de su alma se encontraban enlazados a la suya. Despertaba llorando amargamente. El rostro de Gamal llorando a sus pies antes de morir permanecía en su cabeza.
Ella pensaba a menudo: -¿Por qué Hadassah no pensó en su padre? ¿no sabía que asesinando a Yedida le traería desgracia a Gamal? Fue una egoísta, que solamente se arrepintió al final al ver el rostro de su padre. ¿Que hubiera hecho yo en su lugar?
Raisa se fue a dormir una noche como muchas otras. Ella acababa de terminar de estudiar para un examen y estaba agotada. Se durmió profundamente.
-¿Qué hubieras hecho tu en mi lugar? -Hadassah apareció en los sueños de Raisa. No era la primera vez.
-¡Nunca hubiera intentado matar a Yedida! ¡Condenaste a tu padre a la deshonra y a verte morir a los 18 años! ¿Nunca pensaste en Gamal? -Respondió Raisa, siempre le respondía lo mismo.
-¡No pensé que las cosas saldrían así! -Gritó el alma atormentada de Hadassah. -Esa estúpida no debió haberse metido con Ofir. Si ella se hubiera mantenido lejos de lo mio, ella hubiera seguido con vida y yo también. ¡Estúpida Yedida! ¡Por su culpa mi padre acabo en la deshonra!
-¡Basta! ¡Deja de atormentar mi alma también! -Gritó Raisa. -Hubieras dejado en paz a Ofir. No lo amabas de todos modos.
-¡Yo había nacido para ser reina! ¡Tu no sabes nada! Yo era hermosa, tenía educación... - Hadasah miró con desdén a Raisa. -Tu no tienes nada de eso. Tienes... ese aspecto común y esa vida de sirvienta que llevas. Tu no naciste para ser reina. Yo sí.
-¡No me digas sirvienta! -Gritó molesta Raisa. -Yo trabajo en un restaurante, no soy sirvienta.
-Lavas los platos de la gente que come en ese horrible lugar. Lavas los baños donde hacen sus necesidades. Soportas sus desplantes. Eres una sirvienta.
-Apuesto a que si yo hubiera sido tu no habría muerto tan estúpidamente. -Respondió Raisa con un tono burlón.
-¿Crees que lo habrías hecho mejor que yo?
-Por supuesto. -Respondió Raisa con tono desafiante.
Entonces Hadassah sonrió. -Bien entonces. Vamos a ver lo que harías tu en mi lugar, Raisa.
Raisa se asustó del tono condescendiente de Hadassah. -¿Qué quieres decir?
-Utilizaré el poder que me queda. Enviaré tu alma al lugar de donde yo vengo.
-¿Poder? ¿Por qué no regresas tu entonces?
-Mi alma esta condenada, atada a la tuya. Pero la tuya es libre. La enviaré allá. A ver como lo haces en mi lugar.
-¡No te atrevas!- Gritó Raisa.
-Adios Raisa. Perdón, ahora eres Hadassah de Belinfante. Hija de la casa de Belinfante.
-¡No lo hagas Hadassah!! -Gritó Raisa, antes de desaparecer en la oscuridad.
-Por favor, no me interesa que pase con Ofir, pero salva a mi padre. -Susurró Hadassah, antes de desaparecer... para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Soy la reencarnación de una princesa
RomanceRaisa era una chica normal empleada de un restaurante que durante las noches soñaba con su vida pasada. En sus sueños ella era Hadassah, la esposa de un príncipe que muere en la horca, por asesinar a la concubina de su esposo, el príncipe Ofir. El...