CAPITULO 1: El Psicologo

33 3 1
                                    

Los sonidos ambientales de la ciudad no son los mismos que yo siempre escucho, las voces de la gente caminando muy deprisa por las mañanas, todos llevan una historia, todos tienen un motivo, yo llegue a tener uno, llegue a tener un sueño y ahora me encuentro aquí, en mi habitación, en este lugar con olores mezclados de mis días pasados, con una decoración que refleja la apatía de mis días actuales, con la penumbra de mi dolor y con la amarga desesperación de no saber cómo fue que todo me trajo a este punto.

No sé qué hora es, la luz del sol se filtra por la ventana, esa que traté de ocultar escasamente con una manta, ocultar, de eso se trata todo, ni siquiera puedo coordinar mi cerebro con mi cuerpo para poder levantarme de esta cama, sigo acostado imaginando diversos escenarios en donde todo se cuestiona por salir mal, su recuerdo me tortura, me humedece los ojos, me llena de coraje, de tristeza, aun le extraño, aun siento la necesidad de estar a su lado, de poder probar sus labios, de tocar sus manos, de sentir su calor, ese cuerpo que mostraba vida, que llenaba de vida a este mi cuerpo frío, agobiante y ahora temeroso, tengo temor de no saber cómo llevar mi vida, cómo seguir adelante después de todo lo que pasó.

Miro el techo de mi habitación, blanco que con la luz tenue se visualiza gris... mi mirada qué detenidamente ve a la nada lentamente se pierde en la divagación de mi pensamiento empezando esta broma en mi cerebro, esas que sutilmente me hacen creer que hay alguien más aquí, que deambula por los pasillos y sigilosamente desaparece antes de ser descubierto, se va, no está, y en la nada... ese sonido, esas voces, las risas y toda sugerencia de actos por hacerlos realidad, la realidad que ahora me mantiene aquí prisionero de lo que con temor dudo en hacer, pues no son las cosas que una persona normal haría, acciones que un hombre adulto tendría que hacer o siquiera pensar.

Agito fuertemente mi cabeza, tallo mis ojos y de un solo movimiento me paro de la cama, voy hacia la cocina , abro el refrigerador y nada, una leche echada a perder y restos de comida que olvidé que tenía allí, miró hacia la alacena la cual se encuentra casi vacía, sobre la mesa hay una rebanada de pizza, la tomo y empiezo a comerla, el sabor amargo a días de fermentación me obliga a escupirla provocando un ligero asco que convulsiona mi estómago, no recuerdo cuándo fue que la compré, no recuerdo haberla comido antes, y esta sensación de no saber mis ayeres me frustra, me llena de vacíos mentales y ahí está de nuevo, sus manos, su pelo, su sonrisa, aun la veo parada frente al fregadero, frente a mí, con ese dulce rostro, con esos labios rosa, hablando de ella, hablando de la vida, llenando de alegría la mía... no, ya no puedo seguir así. Siento el fuerte sentimiento de llorar, mis ojos se nublan y una ligera lágrima resbala. ¡Basta! Grito fuertemente mientras rasco mi cabeza y le doy un fuerte golpe a la mesa, tengo que dejar de pensar en ella, aun no logro entender qué fue lo que pasó, cómo fue que llegué a este punto, miro mi reloj, ya es medio día, he desperdiciado tiempo, el mismo del cual todos aseguran que logrará sanar esta situación, pero no, no ha podido hacer que deje de doler, que tan solo por un momento esto sea una mentira.

Voy al fregadero, lavo mis manos y mi rostro, el agua fría se siente tan bien en mi rostro caliente, en mi cabeza atosigada por la noche anterior, a noche, quisiera recordar un poco de lo que paso anoche, los recuerdos son escasos y casi nulos, como si automáticamente mi cerebro decidiera desechar esos momentos para no provocarme una cruda moral, pero sé que llegue con bien a casa, mi casa, este al que llamo hogar, y sé que es mi hogar porque así lo hacía sentir ella, así es como me gustaba sentirme, feliz de saber que esto era lo que durante mucho tiempo ignoré, quisiera volver a tenerlo, y recuerdo... logro recordar lo que soñé anoche, recuerdo que empecé a soñar.

Ahí estaba ella sentada en la banca del parque, mirando hacia la nada, esperando a que llegara, la veo desde lo lejos, y me siento feliz de saber que ella está conmigo, caminó lentamente contemplando lo distraída que está su mirada para colocarme por detrás de ella y sutilmente le susurro a al oído... "te amo" gira su cabeza para mirarme sorprendida de mi presencia, su rostro... esa sonrisa que llena de paz mi corazón, que me provoca una sensación de tranquilidad difícil de explicar, difícil de entender, se levanta para abrazarme y recibirme con un beso que me hace sentir el hombre más afortunado en este mundo lleno de mierda, empezamos a caminar juntos, el viento de otoño hace ondear su vestido blanco que le realza su belleza mientras seguimos con rumbo a nuestro hogar, platicando de cosas no registradas en mi entendimiento, y el tiempo se hace corto llegando a nuestra casa que en este sueño es de otro color y otras fachadas, me detengo a abrir la puerta y dentro de la casa está alguien, no logro distinguir su rostro, y con una incertidumbre doy unos pasos apresurados para poder descubrir quién es el que está dentro de la casa, veo atrás de mí y ella no está, sea esfumado, empiezo a sentir angustia y un temor que nubla mi visión, giro mi mirada y la oscura sombra varonil sea colocado frente a mi acelerando mi ritmo cardiaco, la sensación de miedo y odio por esa silueta... me hace despertar.

EsquizofreNiko AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora