» Capítulo dos «

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-POV Seungcheol.-

Tras sólo haber dormido tres horas, regresaba de nuevo y fresco al cabaret para poder hablar con Mingyu acerca de la negociación que haríamos con nuestros invitados estrellas que conocimos anoche. He de admitir que no son como los medios de comunicación dicen que son, pues conforme los traté yo anoche en su instancia aquí en Pledis me parecieron ser unos muchachos muy respetuosos y amigables además de que son muy buenos relacionándose con las personas para crear tanto negocios como amistades. No entiendo el porqué dicen calumnias de ellos o tal vez ellos tienen una ¿doble personalidad?

Llegué a Pledis, ingresando por la parte trasera como todo el personal lo hacía; y a medida que me iba adentrando al lugar, encendía las luces del pasillo de los camerinos y de la oficina que compartía con Mingyu. Creo que debo darle ya su propia oficina para que ya tenga él su propio espacio personal con "WooHee" aunque. . . no lo niego es incómodo y a la vez divertido ver a ese par juntos en la oficina viéndose de forma tan acaramelada uno y otro que ya hasta pienso que tarde o temprano van a terminar follando allí sin importarle el hecho de que yo me encuentre en la oficina. ¡Sería un serio trauma vivir eso! ¡Auxilio, socorro! Debo de apresurarme a crear ese espacio lo más pronto posible.

Ingresé a la oficina haciendo una leve mueca al ver tremenda sorpresa que Mingyu preparó para mí ese día, pues estaba todo impecable y ordenado dentro de aquellas cuatro paredes. ¿Por qué el estúpido y alto póster con patas tenía que limpiar la oficina cuando yo dejé un orden diferente en la madrugada? Donde haya recogido y movido todo mi pinche papeleo que dejé anoche, juro que le iré a patear ese reverendo trasero que tiene y que vuelve loco a WooHee, no me importa que ésta después vaya a la policía y me ponga una puta demanda por darle una paliza a su "Minggie~".

Venía tan centrado y perdido en mis pensamientos que no había notado que la silla de mi escritorio estaba fuera de su lugar hasta que en eso escuché aquella suave voz saludarme haciéndome que volviera a la realidad y de paso hacerme dar un ligero brinco del susto.

ㅡ ¡Buenos días, Cheollie! ㅡ Saludó Doyoon al momento en que se giraba sobre la silla para que lo pudiera ver. ㅡ Oh, lo siento, te he asustado, no era mi intención.

ㅡ Descuida por ello, Dodo. Y por cierto, ¡buenos días para ti también! ㅡ Le devolví el saludo una vez que pude ver su rostro. ㅡ ¿En qué momento has llegado? Ni siquiera me percaté de que tu camioneta estaba en el estacionamiento. ㅡ Cuestioné con cierta curiosidad porque en verdad no noté que alguien más ya estaba aquí en Pledis. ㅡ Supongo que el cansancio me tiene así de despistado hoy.

Tan sólo lo oí reír que provocó que yo le hiciera un leve puchero acompañado de una queja sumamente infantil.

ㅡ Eres tan tierno cuando reaccionas así. ㅡ Dijo tras levantarse de la silla para caminar en dirección donde me encontraba yo. ㅡ Mh, he venido aquí en el transporte público ya que mi camioneta hoy no quiso encender. ㅡ Hizo una leve pausa. ㅡ Y tiene como quince minutos que llegué sólo que no encendí las luces porque creí que encontraría a alguien dormido en algún rincón del cabaret como en ocasiones pasadas.

En el momento en que dejó de hablar también se detuvo frente mío a unos cuantos centímetros haciendo que me pusiera nervioso y colorado de las mejillas. Me pareció extraño que mi cuerpo reaccionará así ya que no era la primera vez que estábamos de ese modo, en especial cuando él pasaba a ser alguien más. . .

- ¿Te encuentras bien, Cheollie? - Su rostro estaba sumamente cerca del mío, examinando éste con atención. - ¿Tienes fiebre? De repente te has puesto colorado de las mejillas que me ha preocupado. - Su diestra se posó en ese instante sobre mi frente.

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⏰ Última actualización: May 25, 2020 ⏰

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El secreto de Pledis Ent.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora