Insegnante (Kookmin fanfic)

03.

(Jimin)

La noche se deslizaba con una suavidad extraña entre los rincones del departamento de Jungkook. El lugar era pequeño y modesto, casi un reflejo de la personalidad despreocupada de su dueño. Jimin observaba con disimulo cada detalle mientras se sentaba en el sofá, con las rodillas juntas y las manos entrelazadas sobre su regazo. No podía evitar sonreír al notar el caos que reinaba: libros abiertos y apilados en todos los rincones, ropa esparcida como si hubiera sido abandonada con prisa, y algunas tazas de café ya vacías repartidas sobre las superficies, huellas de largas noches de estudio o de trabajo.

-Perdona el desorden- dijo Jungkook desde la pequeña cocina, intentando sin mucho éxito ordenar un poco mientras se balanceaba entre una pila de papeles y una bolsa de basura a medio llenar. Jimin, sin saber qué responder, soltó una pequeña risa que se perdió entre el sonido de la lluvia golpeando las ventanas.

- No se preocupe, profesor- contestó, queriendo sonar despreocupado, aunque por dentro sintió cómo su corazón latía con una fuerza inesperada. No era habitual que un estudiante estuviera en la casa de un profesor, y mucho menos en una situación así, esperando a que su padre viniera a recogerlo. Pero allí estaba, tratando de calmar sus pensamientos mientras el ambiente se llenaba de algo que no podía nombrar, una mezcla de nerviosismo y deseo que hacía que se sintiera fuera de lugar y, al mismo tiempo, en el único sitio en el que quería estar.

-¿Hace cuánto vive aquí, profesor?- preguntó Jimin, con la intención de romper el silencio, mientras observaba a Jungkook, quien buscaba limpiar un poco de espacio en la mesa para dejar dos tazas de café recién servidas.

-Unos diez años, creo- respondió Jungkook sin mirarlo, centrado en apilar libros y despejar el área con movimientos rápidos y algo torpes. La respuesta era sencilla, casi indiferente, pero en sus palabras había una extraña familiaridad que a Jimin le encantaba. Cada gesto de Jungkook le hablaba de una vida tranquila, de rutinas, de momentos en los que cada objeto encontraba su sitio solo para volver a perderlo.

Jimin se acomodó en el sofá, aspirando el aroma del café y mirando de reojo al profesor, quien finalmente se dejó caer en un sillón frente a él. Afuera, la lluvia se intensificaba, cubriendo todo el paisaje con una capa gris que borraba el contorno de los edificios y difuminaba la ciudad.

-¿No es un poco extraño, profesor?- preguntó de repente Jimin, sin saber muy bien por qué lo decía. Jungkook lo miró, arqueando una ceja, y Jimin, sonrojado, aclaró: - Estar aquí... en su casa... así.

Jungkook río, una risa breve, sincera. -Quizás un poco- admitió, y en sus palabras había algo que desarmaba todas las dudas de Jimin, algo que hacía que el momento pareciera menos un accidente y más una casualidad que ambos necesitaban. - Pero es solo una taza de café en un día lluvioso- agregó, como si así pudiera restarle importancia al momento.

Jimin miró la taza en sus manos, pero no bebió. Algo en él le dijo que había más detrás de esas palabras. Y sin saber muy bien cómo, sus ojos se encontraron con los de Jungkook. Había una intensidad en su mirada, una profundidad que lo hacía temblar sin razón aparente. 

-Hace frío aquí- murmuró, sin saber si quería que lo oyera o no.

Jungkook lo miró, confundido al principio, pero luego pareció entender lo que Jimin realmente quería decir. Pasaron unos segundos en esa extraña quietud y Jimin, sin pensar, se levantó del sofá y dio un par de pasos hacia el lugar donde estaba Jungkook, apenas unos centímetros los separaban.

 -¿Sabe algo, profesor?- preguntó en voz baja, con un atrevimiento que no sabía de dónde salía.

Jungkook negó con la cabeza, pero sus ojos hablaban de algo que no podía ser negado. En ese momento, el tiempo pareció detenerse. Jimin no pensó, simplemente alzó la mano y tocó un mechón de cabello que caía sobre la frente de su profesor. Fue un roce sutil, casi imperceptible, pero suficiente para que sus miradas se entrelazaran con una intensidad que hacía que el mundo se esfumara a su alrededor.

Y entonces, sin pensarlo demasiado, Jimin se inclinó y lo besó. Fue un beso breve, pero lleno de todo aquello que había estado callado entre ellos. Sus labios apenas se rozaron, pero en ese contacto fugaz sintieron el peso de todo lo que había estado acumulándose, de cada mirada, de cada palabra no dicha. Fue un instante que pareció eterno, una paréntesis en el que todo lo demás dejó de importar.

Cuando se separaron, Jimin sintió cómo su corazón latía con una fuerza que nunca había sentido antes. Sus mejillas estaban rojas, y no podía mirar a Jungkook a los ojos. 

-Me gusta mucho, profesor- confesó, con la voz apenas un susurro, pero lo suficientemente claro como para que Jungkook entendiera.

El silencio que siguió fue como un abismo, pero uno en el que Jimin no temía caer. Jungkook lo miraba, con una mezcla de sorpresa y algo que Jimin no alcanzaba a descifrar del todo. Y antes de que Jungkook pudiera responder, el timbre de la puerta sonó, interrumpiendo el momento, dejándolos a ambos con una respuesta suspendida en el aire.

Jimin retrocedió, aún sintiendo el calor de aquel instante en sus labios, mientras Jungkook se levantaba para abrir la puerta. Era su padre, quien había venido a buscarlo, pero Jimin sintió que, en realidad, se iba dejando una parte de él en aquella pequeña sala desordenada, entre libros y tazas de café.

Mientras caminaba hacia la puerta, lanzó una última mirada a Jungkook, que lo observaba en silencio, con una leve sonrisa, como si también quisiera que se quedara un poco más. Pero el momento ya había pasado. Todo lo que quedaba era el recuerdo de ese beso y la certeza de que algo había cambiado, aunque ninguno de los dos supiera aún qué hacer con ello.

Jimin salió al pasillo, y la puerta se cerró detrás de él. Afuera, la lluvia seguía cayendo, ajena a todo, mientras él se alejaba con una sensación de pérdida y esperanza al mismo tiempo.

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Hola todos! espero que estén bien, yo aquí he estado complicada por muchas cosas.

Capitulo con más acción, xd.

Tengan bonita semana, Matt!