El mensaje decía "Sabes qué amo cuando me lees". Provenía de una mujer agendada como Alexia y el destinatario era su novio, Mauricio.
"Y yo amo leerte", fue la respuesta.
>>Además tengo bastantes ganas. Encontré un libro muy interesante.
>>si???
>>Cuando fui al centro, te acordas? Pasé por las librerías y me traje el último de Juegos de tronos y este.
>>¿Juego de tronos? Solo vos gastas es una saga que nunca se va a terminar.
>>Que la lengua se te tuerza
>>Hay, no aguantas nada! Por cierto, que tuvo ese otro libro para llamar tu atención? Es bueno?
>>Parece estar bastante bien. Lo estuve ojeando apenas.
>>Es una novela?
>>Hmm ponele. Es... no se bien que es. Quizá eso me gustó.Cuando lo lea te vas a dar cuenta.
>>Entonces no dilatemos más. Adelante bebé, soy toda oídos cielito mío.
>>No seas tan cursi :P
>>Jajaja, dale bobo. Deslúmbrame con tu voz.
>>A sus órdenes señorita... Comencemos.
Mauricio se aclara la garganta y presiona el click dando comienzo a la videollamada con su novia. Cuando la imagen de su rostro aparece en la pantalla, ambos se dedican unas sonrisas entrecortadas por la señal que no es muy buena y entonces, con voz pausada y seria, la voz que solía usar cuando leía una historia para ella en ese ritual personal y secreto que tenían, se prepara a relatar.
—Antes de empezar, el libro no tiene prólogo ni contratapa con información. Está forrado en algo como una... tela, o así. Es de color rojo, aunque cuando pienso en eso se me viene a la mente la palabra escarlata.
El título está en un idioma que no conozco. El autor aparece justo abajo, o quizá sea un agregado al título, un subtítulo o algo. Parece que dijera: "Al Sha".
La primera hoja debería tener datos de la impresión pero no tiene nada, aunque sí está rayada con lapicera azul. Se ve que el dueño anterior le hizo algunas anotaciones, pero por lo que estuve ojeando no dejó su nombre ni nada.
Bueno acá dice en inglés, la sombra roja. The red shadow.
El resto de las anotaciones, que por lo visto tiene varias, te las voy traduciendo a medida que las vea si es que son importantes.
-Entendido. Que libro más raro. Mira si es una edición perdida de alguna obra famosa. ¿Y si vale millones?
-Jaja, ojalá. Nah, la verdad lo dudo. El tipo que me la vendió casi me lo tira por la cabeza. Pedía cien por él y le ofrecí cincuenta, casi me los arranca de las manos. Si hubiera sido tan valioso no se habría querido librar de él así no más.
-Bueno pero mira si él no sabía.
-Ok ok. Mañana subo una foto a internet para preguntar. Ahora empiezo, ¿si?
-Chi.
-La casa se veía a lo lejos. Estaba ubicada en un vecindario modesto no muy lejos del centro y allí era donde el chico había llevado el libro sin saber lo que cargaba en su bolsa de las compras. Otros ejemplares iban en la misma pero estaba claro que ninguno compartía las mismas... características que aquella pieza antigua que había caído en manos de los humanos muchos siglos atrás.
-Mauricio se detuvo.
-¿Hola? ¿Se cortó? -Alexia movió su cabeza como si eso fuera a cambiar algo, mientras seguía observando la cara de su novio a través de la pantalla.
-No, no. Es solo que... es raro. Yo lo estuve mirando antes, por arriba. Leí un poco acá y allá. Leí las primeras hojas y estoy seguro de que no decían esto.
-¿No?
-Bah, no estoy seguro. Puede ser... capaz me estoy confundiendo.
-Bueno me dijiste que no era una novela, pero parece una.
-No cuando yo lo leí. Bueno, debo estar confundido. Sigo ¿ok?
-Te escuchó bombón.
-Observo la casa. Sus paredes pintadas de blanco y el techo de aguja la hace parecer similar a las otras casas que la rodean. Desde donde me encuentro puedo cruzar la calle para observar más de cerca. Ahí está. Justo dando de frente al patio florido puedo ver la ventana de la primer habitacion del segundo piso. ¿Como lo se? No lo hago. Lo siento. Escucho su reptar como las pisadas en la arena justo antes de darse vuelta a comprobar que no hay nadie detrás de nosotros. Si cierro los ojos hasta su risa terrible se mezcla con el silbido del fuerte viento. Hace frio aqui, y eso me recuerda que no tengo tiempo por perder. He fallado antes tantas veces pero... no, no debo pensar en eso. El sol está cubierto por las nubes y como ese astro debo aprovechar y cubrirme con los altos y cuidados arbustos del jardín mientras me adentro en la casa.
El portón también es de madera atado con una cadena que puedo mover fácilmente. Desde aquí observo la puerta de entrada, sobre la que todavía está colgado un adorno de navidad, un sombrero rojo con ribetes dorados y brillantes...
-¿Amor? ¿Es una joda? -Alexia se mueve inquieta detrás de la cámara. Puede ver a Mauricio. Su cuello largo, sus gestos concentrados. El cabello negro que le cae un poco sobre la frente y sus ojos achinados que la miran fijamente levantando la vista del libro.
No se ríe.
-¿Pasó algo? -pregunta y lanza una repentina mirada hacia atrás. Mientras Alexia responde:
-El adorno de navidad en la puerta. Eso del sombrero con cosas doradas. Ahora que lo dijiste como que me forme una imagen en la cabeza. No se. Pero... paredes blancas, casa de dos pisos, jardin, porton de madera. Digo que estas describiendo tu casa. -. Mauricio no responde. Continúa con su cuello girado, como si estuviera observando algo en la habitacion. Alexia puede ver desde allí el libro abierto que sostiene entre sus manos, justo frente a la cámara de la computadora.
-¿Qué decías amor? Disculpa me pareció que escuchaba algo. -Vuelve a girar la cabeza y ahora mira directo a la cámara. Su novia lo observa del otro lado. Él intenta sonreír pero ni aun con la mala calidad de la imagen se logra evitar que un gesto de preocupación se le forme en la mirada.
-Te preguntaba que si está historia es tuya o algo asi. ¿Me estás leyendo una de las que vos escribis? Por que esa casa de la que habla en el libro se parece mucho a la tuya.
-Ah, no, no. Estos días no he escrito nada. No, ya te dije que el libro lo compre hoy -Mauricio toma el libro y lo pone frente a la cámara para que desde el otro lado su novia pueda ver la portada. En efecto, es tal y como él la había descrito. Los ojos de Alexia se posan en el título del libro que no puede comprender y un extraño sentimiento se forma en su pecho. Es tan incomprensible e inexplicable como ese título en caracteres oscuros que nunca antes había leído. Mauricio aparta el libro de la cámara y el sentimiento desaparece.
-¿Y si buscas en internet a ver qué información hay sobre él? -. Alexia no espera. Abre otra pestaña en su navegador y comienza a buscar por sí misma introduciendo las palabras "sombra roja libro" y esperando obtener algo.
-Estoy de nuevo aquí. Regreso. -. La voz de Mauricio la sorprende, continúa leyendo el libro para ella. Piensa en pedirle que pare, pero se detiene. ¿Por qué tendría que parar? -...Como tantas otras veces, como tantas otras vidas. ¿Cuantas llevo ya? Prefiero no pensar en ello pues se que podria volverme loco. Claro, si es que no lo he estado antes y me he curado sin recordar. Es frágil la cordura cuando no eres más que un libro al que cada uno lee como quiere. En esto me he convertido. Reducido, mejor dicho, culpa de mis propios y estúpidos errores. Solo yo fui responsable de creer que iba a poder controlar fuerzas que escapaban a mis ideas más terribles.
Yo, -la voz de Mauricio se entrecorta - el invocador. Yo, el pobre y desdichado hombre cuyo nombre se ha perdido. Nadie puede ya escuchar de -vuelve a entrecortarse. Alexia revisa su señal de Internet, pero está completa. -. Invoque a ese ser, ese horror de las más profundas pesadillas y ahora debo cazarlo. Debo buscarlo, entre las páginas del libro en que él... en que eso... me encerró desde entonces. Las páginas que guardan mi condena y mi salvación. La terrible cadena que me ata y me sostiene de caer.
Aquí estoy, otra ves. Veo el patio, un verde oscuro por los grises nubarrones del cielo sobre mi. Escucho el sonido que me sorprende. Un extraño carruaje sin caballos cruza la calle a unos metros de mi. Un hombre parece ir dentro, con las manos sujetas en un timon de barco pero más pequeño. Me pregunto en qué época estaré ahora. Pero no, debo concentrarme. No puedo dejar que los desvaríos del lector me quiten de mi objetivo. Mi anhelo. Toco el cuchillo que llevo conmigo bien sujeto entre mis ropas. La daga, la única capaz de cortar a la terrible sombra roja y librarme para siempre de mi prisión.
Observo la ventana, estoy seguro, es allí. Puedo sentir que la sombra, la maldita sombra roja ya se encuentra en el lugar, pero aún estoy a tiempo. Debo ser rapido, debo ser certero.
Debo cruzar este patio y buscar la forma de llegar hasta el cuarto del muchacho... -Esta vez Mauricio se detiene. Alexia no se da cuenta al principio, como presa de una hipnosis, pero luego cierra la pestaña de su navegador y regresa a la webcam.
Allí observa el cuarto de Mauricio completamente vacío.
-¿Mau? -llama y escucha solo su propia pregunta por el retraso propio de la mala señal. La silla donde él había estado leyendo se encuentra vacía, inmóvil. La puerta blanca está cerrada y las paredes del mismo color no reflejan su sombra. La luz del techo está apagada. ¿Lo estaba antes? se pregunta pero no logra recordar.
-¿Amor? ¿Estás ahí? -. Silencio.
Alexia abre sus ojos y se acerca lo más que puede a la camara. Está preocupada, el sentimiento de antes no es tan fuerte como cuando vio el lomo escarlata de aquel libro pero sigue siendo molesto. Por algún motivo el cuarto a oscuras de su novio, ese en el que tantas noches se habian divertido juntos, se le antoja tétrico y hasta algo aterrador.
-Disculpá -dice Mauricio apareciendo de repente. Ella retrocede. Está asustada. -El perro no paraba de ladrar y fui a ver que pasaba... -se detiene, alternando la mirada entre el libro abierto que aún reposa sobre su escritorio y la cámara en la cual ve a su novia. Es como si quisiera hablar pero sin decidirse a hacerlo.
-¿Pasó algo bebe? -pregunta Alexia.
-No. Nada. Solo me pareció que había un tipo en el patio. No se bien. Fue como una ilusión o algo asi. O sea te juro que me levanté a ver que quería el perro y entonces miro para afuera y como que me figuré que un tipo estaba parado en el jardín mirando fijo a la ventana. Entonces de repente ya no había más nada. -Mauricio se queda en silencio a pesar de que querría decir más cosas.
-¿De verdad? No se amor, ¿y si había alguien y se fue cuando te vio? Llamá a la policía o algo -Alexia no hubiera recomendado eso en otras circunstancias, pero no puede negarlo más. Ella está asustada.
-Hola, si, llamaba para decirles que me pareció ver a un tipo en el patio y cuando me acerque a la ventana desapareció en el aire. Si, se los juro. Si, solo fume un porro nada más. -Mauricio se burla y sonriendo, parece que los nervios se le pasan.
-¿Estas fumado? -
-Un poco nada más. Me armé uno mientras venía del centro. -. No quiere confesar que antes de desayunar también había fumado, y al llegar del centro igual.
-Te dije que no me gusta...
-Que fume adentro cuando estoy con vos. Pero dudo que el humo te llegue a través de Internet ¿no? -de nuevo su sonrisa. Alexia entiende que no es fruto de la pérdida de nervios sino del efecto de la droga.
-Igual no me gusta. -sentencia ella.
Mauricio baja la cabeza y busca con su dedo en la página. "A ver donde iba" susurra.
-Ya has leído bastante. ¿Por qué mejor no te venis a casa? -. Ella sonríe a la cámara.
-No. Tengo que seguir. -sentencia simplemente Mauricio con una seriedad que nunca antes le había escuchado.
-Pero... -
-Apenas por un segundo, lo vi. -interrumpe el muchacho y Alexia no puede hacer más que quedarse en silencio. Es la seriedad con que narra lo que impide que ella siga hablando. -Estoy seguro de que él también me vio a mi. Allí, en su ventana en lo alto.
Puedo verla también a su espalda, apenas un destello. La esencia de aquella cosa, su sombra. La parte de su... cuerpo o lo que sea, que pude traer conmigo cuando la invoqué. Su... sombra roja. Ya está con él. Está en su cuarto, en su habitacion. Seguramente lo acompañó desde el momento en que obtuvo el libro y comenzó a surgir cuando sus ojos recorrieron las letras. Surgió al igual que yo, pero a diferencia de mí no está atada por la lectura del muchacho. No debe existir como producto de sus ojos pasando entre las palabras y su boca pronunciando las frases. Ella está por fuera pero dentro. Está allí, pero sin estarlo. Se le acerca cada ves que abre el libro y mientras más pasa el tiempo se vuelve peor. -. Alexia ve, inmóvil, como Mauricio gira la cabeza otra vez como si buscara algo en su cuarto que no estaba bien, pero rápidamente regresa a la lectura.
-Es la sombra que se desliza a nuestra espalda cuando las luces comienzan a menguar. Es la oscuridad que no cesa de estar allí por mucha negrura que haya a nuestro alrededor.
El pensamiento de lo malo que puede suceder, de lo terrible, de lo hórrido. Se desliza por entre las palabras, recorre, roe. En esta historia de horror y espanto no aparecerá nunca hasta que sea demasiado tarde, y solo entonces él se dará cuenta de que siempre estuvo allí, acechandolo en cada escalofrío, en cada ruido que no parecia provenir del exterior. En cada movimiento que se escuchó cerca... cerca... más cerca.
Debo actuar ya, debo subir, debo matar a la bestia. -Su voz se interrumpe cuando el sonido de un aullido ahogado se cuela en la conversación. Alexia se sobresalta terriblemente. Mauricio permanece por un segundo inmóvil apoyado contra su escritorio.
Entonces se levanta y va en dirección a la ventana, se lleva consigo el libro.
-¿Amor? -Alexia llama con más fuerza de la necesaria y escucha el eco en su voz.
Nadie responde.
-El perro, tuve que callar al perro -escucha que lee su novio. -El animal se soltó la cadena y se... -
-Mauricio, basta. Dejá de leer -esta vez está gritando pero no le importa. Tampoco sujeta el monitor con ambas manos como si eso hiciera llegar mejor su voz.
-Maldita sea, maldita sea -grita Mauricio, impertérrito. -siempre sucede algo que me quita tiempo. La sombra ya está allí, puedo sentirla, debo subir, debo hacerlo ahora sin perder más oportunidades. Mientras que él no la vea no pasará nada, debo distraerlo, debo pensar en cualquier otra cosa para que el tiempo se dilate mientras me acerco lo más que puedo. No me queda más opción que usar la puerta -Se escucha un fuerte sonido, como si fuera del cuarto una madera hubiera sido golpeada con fuerza. -Debo recordar. La segunda habitacion. Aquí, las escaleras. Aferró el cuchillo. No, no. No debo ser parte de la historia, en la historia ella siempre gana. Debo distraerlo, no puede voltear, no puede verla. Ya está detrás de él lo se. Que siga mirando por la ventana, que lo haga aunque el sonido de mis pasos apresurados lo asuste y se comience a dar vuelta. ¡No! ¡No maldita sea!
Pero se gira.
Lo hace justo cuando pateo la puerta de su cuarto y me abalanzo. Es inútil. Ya él se ha girado y la sombra roja se abalanzó justo antes. Él la vio. El libro cae de sus manos y puedo sentir como ya me desvanezco en el momento en que toca suelo y se cierra me voy... Alexia no podía moverse. No podía pensar. Luego lanzaría un grito afónico, loco, que haría a su madre subir corriendo hasta su habitacion. Mientras tanto, no puede borrar de su mente la imagen de aquella terrible, imposible, enorme, sombra del color de la sangre que se elevó de repente justo frente a la cámara. No puedo quitar el sonido, el gutural rugido que escuchó con toda claridad a través de la cámara en el momento en que aquella se lanzó contra la ventana donde su novio estaba parado aunque no pudiera verlo. Y no puede olvidar tampoco, como su voz, la voz de Mauricio se transformó en el último segundo para convertirse en las de un hombre que ella nunca antes había visto o escuchado. El mismo, supo, que abrió la puerta con desesperación y le mostró en el cuarto de nuevo oscurecido, su rostro de más pura pena y decepción, justo antes de desaparecer.
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La sonrisa en la foto y otros relatos ©
HorrorConjunto de historias cortas de horror, misterio y terror. Cuadros que esconden terribles secretos, sombras en los pasillos que desaparecen ante los ojos atónitos y los labios temblorosos. Se sabe que el ambiente de los mercados puede ser muy terri...