Un amor prohibido. 1ª parte, Ferelden

Prólogo

Mi padre ha fallecido esta noche, tras ingerir una dosis letal de lirio, tan convenientemente preparada por él mismo. Poco después de la notificación del emisario enviado por Orzammar que confirmaba el fallecimiento de mi madre, pude ver en sus ojos que ya no deseaba vivir. A pesar de que sus corazones fueron fieles a la Capilla, pecaron al enamorarse uno del otro, pero excluyendo ese insignificante detalle, nunca desobedecieron las enseñanzas impuestas en mayor o menor medida a lo largo de sus vidas.

Con algo de tiempo y mucha paciencia he podido reunirlos una última vez. Sé, con profunda convicción, que desearían estar juntos en el lecho de muerte.

Los recodaré siempre como personas buenas y bondadosas, siempre dispuestas a ayudar e incluso a dar más de lo que podían, solo porque creían en ello. Considero que es mi obligación contar su historia de la manera más correcta y precisa, antes de que se conviertan en leyendas y los historiadores especulen o incluso inventen lo ocurrido.

Esta es la crónica de dos personas, que a pesar de las innumerables dificultades que vivieron en sus dilatadas existencias, siempre lo afrontaron con valor y entereza, a pesar de lo mucho que sufrieron, encontraron momentos de absoluta comprensión y felicidad. Quizás no siempre fueron correctos en sus decisiones, pero solo al Hacedor corresponde juzgar sus actos. A pesar de ello, siempre se alzaron donde otros huyeron.

Espero ser lo más precisa posible. Yo misma he vivido mucho de lo que relataré, aunque la mayor parte de lo que incluyo son hechos que me desvelaron a lo largo de los años, en noches de invierno frente a la chimenea o en campamentos improvisados a la luz de una hoguera, en sobremesas y reunionescuando rememoraban sus vivencias con algunos de los múltiples amigos y camaradas que ganaron con el tiempo, antes de que el mundo de Thedas perdiera a dos de sus almas más fieles.