Introducción

28 2 1
                                    

-¿Te has enterado bien, Matthew?- preguntó el señor Polard al otro lado del teléfono.

-Sí, sí, sí- respondió Matthew-, me ha dicho que tengo que robar...

-Robar no, conseguir, hijo.

-Lo que usted diga. Tengo que conseguirle una tiara, o algo así, que perteneció a una princesa inglesa. Sus descencientes viven en Nueva York. ¿Está seguro de que la tiara la tienen ellos? Ya sabe cuánto detesto tener que dar mil vueltas...

-Que sí, Matthew, ya te lo he dicho, la tienen ellos.

-¿Pero cómo lo sabe? Le repito que como tenga que dar muchas vueltas...

-Pues porque lo he visto en la bola de cristal, idiota, ¿para qué te crees que la utlilizo?

-Para lo que suelen usarse las bolas de cristal, para ver el futuro, señor Polard.

-Ya sabes que mi preciada bola de cristal es especial.

-No me diga... fui yo quien la robó, por si no se acuerda.

-Claro que me acuerdo, hijo, claro. Pero volviendo al tema que nos atañe... ¿te fias ya? ¿O es que has dejado de confiar en el bueno de tu benefactor?

Matthew puso los ojos en blanco y agradeció no estar cara a cara con el viejo anticuario.

-No invente cosas, señor Polard, usted no es mi benefactor.

-¿Ah no? ¿Y qué soy entonces? Te recogí cuando llegaste por primera vez aquí. Estabas muy malherido, si yo no te hubiera ayudado, ahora estarías muerto. Eres como un hijo para mí.

-Por la Bendita Madre, dejemos de hablar del pasado. Centrémonos en esa tiara. Deme la dirección de la propietaria, mañana a las ocho en punto estaré en su tienda con la tiara.

Matthew casi lo oyó sonreír al otro lado de la línea.

-El número diez de la West End Avenue, queda bastante cerca de Central Park. Hasta mañana, entonces- se despidió el anticuario.

-Adiós, señor Polard.

Matthew colgó el teléfono móvil. Estaba en Middletown, a unas setenta millas al sur de Nueva York.

"Central Park" pensó, y se desvaneció en el aire.

Angel (PARADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora