"Querida Ladybug:" su pluma permanecía quieta, o más bien, tambaleante; sin saber que era lo más indicado escribir en ella. Desde que aquella chica de cabellos azabaches había dejado su papel como heroína y en su lugar, ahora actuaba como destructora, él se sentaba todas las mañanas en la ventana de esa diminuta habitación tratando de escribir la misma carta, esperanzado de poder plasmar sus verdaderos sentimientos por ella para poder aplacar su alma y así, recuperarla.¿Por qué en una pequeña habitación?
—Vámonos Plagg, es hora de transformarse. — pronunció desanimado. El kwami lo observó con tristeza desde la otra esquina de la habitación, Adrien no había sido el mismo desde lo de Ladybug. Tuvo que huir de casa en cuanto ella descubrió que su padre era Hawk Moth. Nathalie insistió en dejar París, pero no podía, tenía que buscar la manera de arreglar esto.
—Adrien, no tienes que seguir con esto. Entenderé si te vas de aquí.— sugirió triste, caso omiso le hizo el rubio.
—Vámonos. — repitió. Plagg suspiró con pesar, quizás él no estaba akumatizado pero su corazón sí se estaba oscureciendo con toda la situación, el cargar con la culpa de accidentalmente haber rechazado al amor de su vida lo estaba matando.
<< Querida Ladybug:
El dolor siempre ha sido la maldición
de los amantes>>
—¡Chat Noir, por aquí!— gritó un vendedor desesperado casi al final de la calle mientras su tienda era asaltada. El rubio no espero ni dos segundos cuando se lanzó al ataque y se colocó frente a los criminales. El mayor de todos rio, todos sabían que el minino no era más que una burla de héroe.
—Uy, miren quien llegó; cree que va a salvar el día.— soltó burlón. Los demás rieron. Chat sonrió, quizás dolía lo mucho que lo subestimaban pero contaba con ese mismo factor sorpresa.— ¿Qué piensas hacernos? Ahora ella está de nuestro lado.— refirió a Ladybug.
—No por mucho tiempo.
Y es que, aunque en las mañanas se sentía débil e incapaz de seguir combatiendo; tenía más que claro cuál era la solución a esta catástrofe: decirle a Marinette que la amaba, amaba a esa chica que había luchado contra sus miedos y en la Torre Eiffel prometió mantener a salvo París.
Sólo debía hallar la mejor manera de decírselo.
—Gracias, Chat.— enunció el vendedor feliz de que el chico ya había ahuyentado a los maleantes. El chico sólo respondió con una sonrisa amable.— Todavía habemos gente que cree en ti.— levantó sus mangas para mostrarle una línea negra hecha con pintura en sus muñecas, pronto salieron dos niños del respaldo del mostrador donde seguramente se habían escondido y mostraron la misma marca.
Chat por fin elevó una sonrisa más grande. No tenía la más mínima idea de que había una señal de apoyo a él, se sentía inexplicablemente agradecido por eso.
Salió de la tienda sintiendo que podía respirar un poco gracias a aquel gesto.
En seguida sintió una mirada clavada sobre él. Alzó su vista, vio su espalda moldeada por aquel traje negro retirándose. Apretó su puño conteniendo sus ganas de ir por ella y abrazarla, besarla, ponerse a sus ordenes todo con tal de que pudiera seguir permaneciendo a su lado tal y como antes.
—No debo.— se dijo a sí mismo. Maldito juego del destino, maldito...— Juego.— repitió más pensativo.
¡Por supuesto!
Chat Noir empezó a correr tras su amada gritando su nombre, finalmente la alcanzó, sujetó su brazo para hacerla voltear a ver hacia él.
No pudo evitar quedarse perdido en sus ojos tan profundamente azules como el cielo, reflejando toda la luz a su alrededor. De manera inevitable, ella se permitió hacer lo mismo, electricidad recorrió su cuerpo.
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Dulce Agonía [009val-JAZVAL]
FanfictionNo voy a decirte cuan dulce es esta agonía. Solo mira, mas allá de ti y de tus propios problemas y notaras como el mundo se está cayendo a pedazos a tu alrededor. Abre los ojos y mira que tienes gente que te ama, pero más aún, gente que te guarda re...