Volvía a irme. Volvía a dejar a la gente que quería,con la que había llorado y reído, a gente con la que había compartido momentos de desesperación y euforia. Y también lo dejaba a él. No confío en las relaciones a distancia, la mayoría de ellas no salen bien.
Me encontraba en sus brazos, llorando sin consuelo. Mi hermano sólo dejaba amigos, pero yo...
-Cariño, nos tenemos que ir. -Interrumpió mi madre después de oírse la voz que llamaba nuestro vuelo. ¿Lo único bueno? Que me iba a Australia, donde pasé los ocho primeros años de mi vida, aunque no eran nada comparados con los nueve que pasé en Nueva York, esa ciudad tan maravillosa de la que ahora me iba. Despegándome de Theo, mi chico y el cuál dejaba atrás, lo miré a los ojos por última vez. Ya estaba todo dicho, no lo volvería a ver. Él me sonrió con falsedad, habían sido los dos mejores años de mi vida, y ahora simplemente, desaparecían. Mi hermano me rodeó la cintura con su brazo para separarnos y... finalmente, marcharnos.
-No mires atrás, será peor. -Susurró. Esa frase sonó como si él se estuviera muriendo pero, en cierto modo, tenía algo de razón. Sabía que Theo, la noche pasada, lloró porque cuando lo vi sus ojos se veían hinchados y muy rojos. Como lo iba a extrañar...
Colocándome en el asiento con ventanilla, dejé que todo lo que llevaba dentro saliera por mis ojos en forma de pequeñas gotas saladas. No quería admitir que esto estuviera pasando, no a mi, no otro vez...
-Hey pequeña, despierta. -Abriendo lentamente los ojos, la sonrisa de mi hermano Ashton me sorprendió. -Ya hemos llegado. -¿Por qué estaba tan feliz? ¿Dónde veía él la felicidad de dejar media vida en otro continente? Ni si quiera me acuerdo cómo llegamos a nuestra antigua casa, sólo podía pensar en Theo... ¿Cómo sería mi vida ahora que él no estaba? “Pues como antes de conocerlo.” Escupió mi subconsciente. Subí a mi antiguo cuarto, era todo de distintos rosas y con millones de peluches por todas partes, tenía que hacerle un cambio radical a este cuarto. Pero la verdad era que me traía unos preciosos recuerdos y no tan preciosos de mi pasado. Este era mi lugar para llorar cuando me regañaban o en el que me escondía cuando ya me hartaba de los odiosos amigos de mi hermano. Mis amigas... ¿Qué habrá sido de ellas?
Llegamos en domingo, por lo que mañana tendríamos que ir a la universidad mi hermano y yo al instituto. Nadie sabe de nuestra llegada repentina, así que no nos esperaba ni un gran recibimiento ni nada por el estilo. ¿Reconocería a las personas que no veía desde hace nueve años? Supongo que mañana lo sabría.
Un sonido me sobresaltó de mi ensimismamiento, era mi móvil que tenía un mensaje. De Theo...
-Hola princesa. ¿Cómo llegaste? -Limpié rápidamente la lágrima que empezaba a caer y le respondí con una gran sonrisa.
-Hola amor. Bien, pero ya te extraño...
-Me tengo que ir, luego hablamos. Te quiero. -Contestó rápido.
-Vale. Y yo. -Respondí decepcionada. Dejé el móvil a un lado para bajar y comer un poco, aún no teniendo hambre.
* * * *
-Venga arriba, gandula. -Era la voz de mi hermano mientras corría las cortinas para dejar paso a la luz del día.
-No quiero ir. Déjame. -Dije mientras me tapaba la cabeza con las sábanas.
-¿Estás segura? -Escuché su tono irónico. Gruñí en respuesta. -¡Guerra de cosquillas! -Saltando a la gran cama empezó a hacer cosquillas por todo mi cuerpo.
-¡Para Ashton! -Grité entre carcajadas. Cada día me extrañaba más que este chico tuviera diecinueve años. -¡Por favor! ¡Ya! ¡Estoy despierta! -Terminó su tortura, me dio un beso en la mejilla y salió por la puerta tras un “Buenos días pequeña.” Elegí una ropa cómoda, de todos los días, un jersey y unos pantalones vaqueros largos junto con mis Converses. Me dejé el pelo suelto, pero me llevé una goma para el pelo por lo que pudiera pasar. Desayuné e increíblemente aún me acordaba de las calles de mi ciudad natal. Que recuerdos... Sin darme cuenta, mis pies me llevaron hasta la puerta del colegio, pero claro, aún estaba cerrado. Sonreí. Los pequeños entraban después. Di media vuelta y tras unos minutos más, llegué a mi destino, el instituto de Sídney.
Los estudiantes se congregaban a las puertas en su mayoría, pero algunos estaban dentro protegiéndose del increíble sol. Yo me decidí por entrar, ¿qué hacía fuera si no conocía a nadie? Noté como algunas personas me miraban extrañados, soy la novedad... Busqué al director y lo encontré en su despacho. Nos saludamos formalmente para después seguir explicándome todo el reglamente del centro. Por último, me asignó una taquilla y salí para ir a mi segunda clase, ya que la primera la perdí con la larga charla.
Según mi nuevo horario, era biología. Mientras que esperaba a que la primera hora finalizara, ya que solamente quedaban diez minutos, me dediqué a perderme por el instituto hasta que me choqué con una chica que salía de los baños. Tenía una mediana estatura y parecía tener mi edad.
-Hola. ¿Eres nueva? -Preguntó directa.
-Sí. Estaba intentando memorizar el instituto y eso...
-Bueno, yo me llamo Natalie, pero me puedes llamar Naty.
-Encantada. Yo soy Cristina, me puedes decir Cris.
-Encantada. -Sonrió para después darme dos besos. -¿Qué edad tienes, diecisiete? -Asentí. -¡Igual que yo! A ver, ¿qué tienes ahora.?
-Biología a segunda y ahora matemáticas, pero voy a esperar a biología.
-Las mismas que yo. -Dijo aún con una sonrisa. -¿Entramos juntas a la siguiente hora? -Asentí de nuevo. -Te espero en la puerta. -Se despidió de mi con otros dos besos y se fue. Había sido muy simpática y la verdad es que su cara me sonaba de algo al igual que su forma de hablar y de ser. ¿De qué la conocía?
Unos minutos después, la campana sonó indicando el final de la primera clase. Me dirigí al aula de biología intentando pasar desapercibida entre la gente. Con la compañía de Natalie entré en clase y me senté junto a ella. Esta chica estaba loca... No paraba de hacer tonterías y yo me reía de ellas. Sólo con la presencia del profesor, paramos de hablar y de reír para prestar atención.
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Viejos reencuentros... // Completada.
FanficEs una mini-historia en la que dos "enemigos" del pasado se reencuentran. ¿Qué pasará entre ellos dos? ¿Se reconocerán al verse después de tanto tiempo?