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"La forma en la que ella me dice que soy suyo, y ella es mía.

Mano abierta o puño cerrado, las dos van bien.

La sangre es algo inusual y dulce, como vino de cereza."

...

La excusa de siempre "el necesita mi ayuda", otra vez estaba sentada frente al gran espejo de tres puertas, la habitación estaba helada y él no se encontraba en casa, no volvía desde la noche anterior y probablemente no llegue en un par de días más, todo lo que iluminaba la gran y blanca habitación eran las luces del espejo, su rostro se veía más pálido de lo normal, sentía que su cabello se veía horrible, no solamente su cabello, todo ella se sentía horrible, no solo físicamente, sentía su voluntad y su alma quebrantada, como miles de vidrios filosos esparcidos por el suelo, se veía demacrada ante el espejo, pero lo que más destacaba ante esa espantosa imagen de ella misma era el moretón de su ojo derecho, era de un morado azulado oscuro, sus ojos estaban cansados, uno más pequeño que el otro, su respiración era irregular, su pecho dolía, se sentía apretado, lagrimas pesadas seguían cayendo

-todo esto es mi culpa

Susurro débilmente mientras se tapaba la cara para volver a llorar, ella siempre creía que era su culpa, se sentía torpe e inútil, no durmió esperándolo, eran las 3 de la mañana, su cuerpo dolía, tampoco se quitó el vestido o se limpió el maquillaje, llevaba horas frente a aquel espejo, suspiro con fuerza dejando caer más lágrimas, abrió los ojos y se encontró nuevamente con su reflejo, se levantó de la silla con las pocas fuerzas que le quedaban, su trasero dolía por haber estado sentada por tanto tiempo, camino pesadamente hacia la cama, se sentó al borde, aferro sus manos con fuerza al plumón blanco que cubría la cama y soltó un sollozo que no pudo contener, se tendió sobre la cama abrazándose a sí misma en posición fetal, los gemidos y el llanto salían sin parar, poco tiempo paso para que se quedara dormida llorando...

La luz golpeaba fuerte la habitación, se había despertado hace ya dos horas, pero no quería abrir los ojos, las lágrimas estaban secas sobre su rostro, le dolía la cabeza de tanto dormir, suspiró pesadamente y se removió un poco de la cama para sentarse con algo de dolor, no se había movido en toda la noche y se sentía algo entumida, al pararse sintió un pequeño mareo, pero cerro los ojos e intentó volver un poco a la normalidad, se abrazó a sí misma y caminó en dirección a su celular, prendió la pantalla, su corazón latió con fuerza, tenía un mensaje de él.

-perdóname, fui un idiota, te necesito, sabes que eres lo único que tengo, vuelvo mañana a las 2, espero me perdones...

Apretó sus labios mordiéndolos por dentro y cerrando sus ojos con fuerza para evitar derramar alguna otra lagrima, miró la hora, eran las 5 de la tarde y el llegaría mañana, tenía que arreglarse y poner todo en orden.

Se desnudó frente al espejo del baño, se veía frágil, su cuerpo delgado y sus ojos hinchados, se observó con tristeza, suspiró fuerte dejando escapar todo el aire que llevaba en sus pulmones y se metió a la ducha, el agua tibia corría por su cuerpo sutilmente, tallo su cuerpo con pereza, lavó y enjuagó bien su cabello, a él le gustaba que ella estuviera limpia, siempre oliendo bien, después de ducharse se secó lentamente, sacudió su cabello con la toalla y levantó su vista al espejo, sus ojos ya no estaban tan hinchados, pero su ojo seguía igual, tenía que hacer algo al respecto.

Se colocó un vestido azul ligero, se sentó frente al espejo de tres puertas de su habitación y comenzó a aplicarse base después de haber humectado su piel, cubrió todo delicadamente con varias capas, era permanente y anti agua, así que iba a funcionar a la perfección para esconder el monstruo que escondía en su delicado rostro.

Cherry WineWhere stories live. Discover now