»𝐄𝐩𝐢́𝐥𝐨𝐠𝐨«

539 47 5
                                    

Christopher.

Hoy era el día de darle un último adiós a Zabdiel, y aún me seguía doliendo.

Paso una semana después del accidente, del cual me culpó sin parar.

Tal vez si le hubiese contestado él estaría aquí, abrazadome y besandome como solo él sabe hacer.

Sabía, Christopher.

Mi mente me recordaba que tenía que referirme a él como pasado, pero él fue mi pasado, mi presente y mi futuro, mi corazón se negaba a que este muerto.

No lo esta.

Decía mi corazón, y yo quería creer que así era.

Acomode mi traje negro frente a mi espejo, mi mirada se dirigió al anillo, sonreí imaginandome cómo me pediría ser su esposo, conociendolo sé que querría que hubiese sido único.

Salí del departamento, pedí un taxi, y en poco tiempo llegue a la iglesia, donde muchas personas salían de ella, algunas calmadas y otras llorando.

Pague y baje del auto, me adentre al inmenso lugar, tan lindo pero a la vez tan triste.

Me acerque a la madre de Zabdiel quien me dijo que a partir de ahora le diga "Suegra" La salude y abrace con fuerza.

Yo tenía que consolarla, pero estaba mejor que yo así que ella me consoló a mi.

Su hermano y su padre me saludaron y me dieron palabras muy lindas, agredeci el gesto, pero nadie parecía entender que yo lo único que necesitaba era a Zabdiel.

El cura nos llamó para acercarnos al cuerpo inerte de Zabdiel.

Nos condujo a una especie de jardín interminable, era un día soleado y habían muchas flores bonitas que hacían que el lugar se vea menos triste.

Yo junto a la familia y amigos de Zabdiel nos sentamos y comenzó la seremonia.

Yo no escuchaba cuando el cura comenzó a dar el sermón que siempre decía en estas situaciones, ni siquiera me di cuenta cuando me pidieron que dijera algunas palabras, la mamá de Zabdiel me saco de mi trance y me acerque al micrófono, aclare mi garganta.

— B-bueno, yo... —Y trate de aclarar un poco más mi garganta y pensar lo que diría.— Nunca fui bueno con las palabras, Zabdi me ayuda mucho con eso, hasta bromeaba diciendo que parezco una gallina cuando tengo que hablar frente a varias personas. —Trate de sonreír pero fue más una mueca que una sonrisa.—

Maldita sea Zabdiel, ¿Por qué no estas aquí? Te necesito...

Estaba a punto de pedir disculpas y retirarme hasta que lo ví, estaba ahí, con una camisa negra con unos pantalones negros a juego.

Su sonrisa fue lo que me motivo a hablar.

— No sé si es egoísta o extraño, pero Zabdiel no está muerto para mí, él siempre me demostró lo que era vivir, y aunque no está vivo en cuerpo, esta vivo en mi corazón. —Hablaba mientras lo veía fijamente sonriendo y llorando.— El amor de él me mantenía vivo, y ahora... Mi amor por él lo mantendrá vivo.

Ví como él estaba sonriendo con un par de lágrimas en su mejilla.

— Te amo Zabdiel, siempre te ame y siempre te amaré. Y no importa el tiempo que pase, volveremos a vernos, porque esto no es un adiós, no te creas que te libraras tan fácil de mí. —Hice que Zabdiel y sus parientes rieran un poco.— Esto es un "Hasta Pronto" cuando nos encontremos de nuevo te pondré el anillo que nunca llegue a darte, y nos besaremos. —Rei al imaginar eso.— Bailaremos, y estaremos juntos, para siempre.

No lo soporte más y pause un momento para llorar.

— Estaremos juntos mi amor, hasta entonces esperaré mi momento para volverte a ver, y por ti viviré mi vida al máximo, y todas las noches antes de dormir mirare las estrellas y te diré lo mucho que te amo.

Note como Zabdiel me lanzaba un beso y desaparecía, no sin antes mover sus labios diciéndome "Te amo."

Sonreí cerrando los ojos dejando que una fresca brisa golpeara mi rostro.

Lo voy a extrañar tanto.

“... 5 años después...”

— ¡Papa, apurate! Llegaremos tarde. —Grito Miguel ya en la planta baja.—

— Tranquilo que tu padre no se irá a ninguna parte. —Sonreí bajando las escaleras arreglando mi chaqueta.—

— Lo sé, pero hay tantas cosas que quiero contarle que no tendremos mucho tiempo. —Se movió inquieto hasta la puerta.—

— Esta bien pero antes de irnos, ¿No tienes nada que decirme? La última vez me tuve que enterar de la peor manera lo que te paso en la escuela.

— No papá, ya te dije que cuando tengo a mis dos padres cerca quiero hablar de todo con los dos, no quiero contarte algo a ti y luego a papá Zabdi no.

— Esta bien, entonces en marcha. —Tome las llaves del auto con la canasta para el picnic y Miguel abrió la puerta.—

Es algo maravilloso que Miguel se tome así la muerte de su padre, lo adopte teniendo miedo de como tomaría ciertas costumbres mías que al final y al cabo se acostumbro a ellas y hasta las incorporó.

No muchas personas toman bien el hecho de que algunas veces hagamos un picnic al lado de un árbol mientras le hablamos, pero es la única manera donde podemos sentir cerca a Zabdiel, ya que él pidió que lo quemen y que sus cenizas sean tiradas en un árbol.

No me importa lo que digan los demás, puedo siempre poner la excusa de que es terapéutico, pero no quiero y digo la verdad, es algo lindo para mí, y a Miguel le hace bien, se siente bien.

— Papá. —Me llamó Miguel.—

— ¿Qué pasa?

— ¿Me cuentas de nuevo como se conocieron?

— Claro que si.

Miguel se acomodo junto al árbol y tomó un Sandwich.

Y así eran nuestras tardes en familia, contando nuestros días, y recordando lo que vivimos.

𝘲 𝘶 𝘪 𝘴 𝘪 𝘦 𝘳 𝘢   𝘢 𝘭 𝘦 𝘫 𝘢 𝘳 𝘮 𝘦 [chrisdiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora