Capítulo 1

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12 diciembre.
3:08 am

Una helada madrugada, las calles se encontraban totalmente vacías, siendo casi imposible ver a alguien caminar sobre la acera llena de fría nieve o  de autos transitando las calles.

Era una de esas madrugadas en donde amas estar bajo las mantas calientes y te niegas a salir de la cama por un vaso de agua. Pero al parecer no para todos era así.

Entre la penumbra de las calles y el silencio de la ciudad, el sonido de unos zapatos enterrándose sobre la nieve rompían el tranquilo silencio. Aquellos pausados  y sumamente lentos pasos que dejaban rastro sobre la alfombra blanquecina.

La tenue luz de las farolas le ayudaban a guiar su camino, siendo estas y la helada brisa sus únicos acompañantes desde hace nueve horas.


Como era costumbre de cada año, volvía a casa después de haber  pasado un día entero en el cementerio, queriendo permanecer allí por más tiempo. Pero al igual que todos los años, el guarda que cuidaba aquel lugar, termino por hacerle compañía las ultimas horas, conversando por media hora y cuando finalmente lo distrajo, logro hacerle entrar en razón haciéndole marchar.

Aquel hombre había aprendido de memoria las fechas en las que el joven visitaba el cementerio, por ejemplo, en las fechas festivas, le visitaba por un par de horas y después se marchaba; después cada diez de agosto la visitaba desde temprano y se marchaba a medio día; y por ultimo era el doce de diciembre, en esa fecha el joven llegaba desde temprano y se marchaba de madrugada. Pero en definitiva para el guarda era demasiado agobiante ver el cambio que había sobre el muchacho según la visita que hacia, porque en las festividades y el diez de agosto el lucía más fuerte y centrado, casi como si hubiese aceptado su partida, pero todo eso cambiaba en diciembre, cuando tenia ese aspecto tan miserable mientras se arrodillaba frente aquella tumba, y poco a poco perdía el control de si mismo y terminaba llorando aferrándose a la lapida, gritando maldiciones al aire, perdiendo también su estado de sobriedad.

El guarda podía recordar bien la primera vez que lo vio, fue algunos años atrás, lucia tan joven, el calculó unos dieciocho. Fue durante su recorrido nocturno en el cementerio, caminaba alumbrando con su pequeña lampara las lapidas, asegurándose de que todo estuviese bien, cuando su ruta estaba apunto de terminar escucho los lamentos lastimeros de aquel joven, por supuesto, en un principio creyó que se trataba de algún fantasma, pero cuando se acerco lo encontró a él  arrodillado frente a una de las lapidas aferrado con desesperación, mientras lloraba desconsolado. 


Por supuesto, el guarda intento hacer su trabajo y escoltar a ese chiquillo dada la hora, pero en lugar de eso, termino quedándose de pie junto a él y permitiéndose brindarle algunas reconfortantes palabras, logrando después de casi una eternidad que se marchase a casa por propia voluntad.

Con el pasar de los meses el guarda miraba a aquel joven, sorprendiéndose cada vez más de lo constante que fue para visitar la lapida de aquella mujer. Por supuesto, los años comenzaron a pasar y sus visitas dejaron de ser constantes, pero se volvieron especificas. 






Sin prestar atención a sus pasos, siguió con su lento andar sin mínima precaución en su transcurso; no le importaba cruzar las calle sin mirar que ningún auto estuviese por arrollarlo, poco le interesaba; Ni siquiera los estrechos callejones que llegaba atravesar lo hacían tener una pizca de precaución. En un par de ocasiones escucho risas y percibió el olor a cigarrillos, alcohol y marihuana provenir de dichos lugares, pero ni si quiera eso lo inmuto para ponerlo alerta o ir en otra dirección.

Miracles In December 12 [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora