ᴇᴘíʟᴏɢᴏ

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— ¿Y volvió con su padre?

— Sí, pero luego de saludar a todos los ciudadanos de Morkskog que lucharon. Además de pasar unas pequeñas vacaciones en el bosque.

— ¿Y que pasó con el cazador?

— Él también encontró lo que buscaba. — dijo con anhelo.

— Creo que mientes, nunca he escuchado de un tal Jimin o de que el príncipe ha pisado este pueblo. — el infante hizo un puchero algo decepcionado con su propio pensamiento.

— Oye niño, ¿acaso quieres morir?

Los niños estaban a punto de comenzar una discusión con el adulto hasta que el sonido del metal chocando detrás de ellos frenó toda acción. Los dos infantes y el muchacho desprendían brillo por los ojos al ver semejante figura presente.

— Jimin, ya es hora de irse. — recomendó. — Fui por tí al castillo pero el señor Yung me dijo que estabas en el pueblo.

— ¡Es el príncipe!

— ¡Y lo llamó Jimin!

Jimin sonrió triunfante y se acercó a Jungkook tanto como pudo, sacándole la lengua a los niños que gruñeron ofendidos. También había divisado a los solteros del pueblo babeandose por el heredero, a veces deseaba que no fuera tan propenso a pasearse por cada pueblo que visitaba. Así que, violando todo protocolo, se colgó del brazo del más alto y lo dejaron entre gritos de apoyo y admiración para ambos.

— ¿Ya te dije que te ves bien de color azul?

El rubio no pudo evitar sonrojarse en todos los colores que pudo. No estaba acostumbrado a los cumplidos de Jungkook, ni a sus atenciones como si fuera un fiel sirviente que debía taparlo por las noches o darle de comer en el almuerzo. Pero la razón de este cumplido, era que Jimin vestía de la misma forma que los caballeros del rey. No tenía todas las condecoraciones que el mismo príncipe, Hoseok o Namjoon, ya que él debía hacerlo de una forma sencilla hasta que terminara el viaje que ahora emprendían. Aún rojo, observó como el ejército y sus hermanos lo esperaban ya montados esperando a la pareja que montó enseguida. Jungkook le había regalado una yegua de un blanco tan brillante como la nieve a la que llamó Snaer sin dudarlo. El animal era un ejemplar mestizo, con padre real y madre salvaje. Como Skygge o cualquier caballo al servicio de su Majestad, era enorme, de crines casi onduladas y tan pura como lo era su nombre.

Me hace recordar a ti. — recordaba a fuego las palabras del moreno cuando llegó desde la ciudad real con semejante regalo. — Magnífica, valiente y sumamente hermosa.

Jimin volvió a sonrojarse al repasar las palabras en su mente, mientras un entretenido Namjoon le pasaba las riendas de su nueva amiga. Tenían un largo viaje por delante y luego, con el cazador se centró en su nueva misión, tragó en seco mientras observaba a sus hermanos. Aún recordaba de igual forma, otra sorpresa que casi lo hace caer al fuego que calentaba la sala.
Jungkook cabalgó hasta él y le sonrió dándole fuerza, la esperanza y la valentía que nacía como el fuego en su interior, además de miles de mariposas que creyó que volaban huyendo de su estómago.

— ¿Listo?

— Contigo, siempre. — sacudió la cabeza, convenciendose a sí mismo de que no tenía que temer, pues Jungkook lo acompañaría y protegería bajo cualquier costo.

Su príncipe llevó la diestra sobre su rostro y presionó con ternura. Esa sonrisa sólo pertenecía a él. Lo siguió hasta encabezar a galope la gran comitiva de hombres fieles al heredero y quedó a una distancia permanente para darle el liderazgo.

— ¡Tenemos un largo camino al castillo! Llevamos con nosotros a tres personas que mi padre ha pedido ver en persona ¡Caballeros de capas azules como el océano, regresamos a casa!

serendipia ✦ kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora