Capitulo 7

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      Lo que en principio, creían que iba a ser un día, o un par de ellos a lo sumo, ya duraba casi una semana, la lluvia cesaba, pero al rato volvía a hacer acto de presencia acompañada de relámpagos  truenos y ráfagas de viento que hacían que el viejo palomar se estremeciese. Habían podido observar a zombis merodeando por los alrededores, pero con el tiempo habían aprendido a no hacerse notar, y  estos, a su vez dejaron de interesarse por el palomar y desaparecían en la espesa maleza, que se había adueñado del parque, dándole un aspecto de selva tropical, los días en aquel reducido espacio, se les pasaban cada vez más lentamente, el alimento, también empezaba a ser escaso, puesto que las latas que habían cargado en la mochila era con la idea de encontrar pronto a algún grupo de gente al que unirse.

          La mañana de aquel primer sábado de enero, había  amanecido como el resto de la semana lloviendo, con la salvedad, de que ese día, por lo menos en el lugar que se encontraban existía una niebla bastante espesa. Nuestros chicos, se encontraban en el mirador del palomar debatiendo que iban a hacer si aquel encierro duraba mucho mas, cuando un ruido cercano, les hizo callar y escuchar atentamente, parecía que alguno de aquellos nuevos habitantes del planeta, se acercaba de nuevo hasta el lugar donde ellos se encontraban. Cuál sería la su sorpresa, cuando tras unos jirones de espesa niebla, vieron aparecer a  ¡un león! arrastrando hasta la  puerta de entrada del almacén, a un zombi  de aquellos, que no cejaba en el intento de zafarse de la presa que le hacia el león, que ni corto ni perezoso, comenzó a devorarlo, ignorando algún que otro mordisco que el zombi le propinaba de vez en cuando.

          Al cabo de una hora aproximadamente, el león, se retiro satisfecho del festín que se había dado, dejando tras de sí, una masa de carne deforme, que a pesar de todo, continuaba arrastrándose en el suelo. Los 3 muchachos, que habían asistido a la escena atónitos,  se preguntaban que si aparte de los zombis tenían que vérselas con animales salvajes como el que acababan de ver,la cosa se les había complicado y mucho ,debían de abandonar su refugio,porque permanecer allí por miedo al ataque de alguna fiera,era condenarse a morir de hambre. Se pusieron de acuerdo y al mediodía saldrían del parque, ahora convertido en jungla, la aparición de aquel león, les había recordado que estaban solos y que debían de unirse  a algún grupo de supervivientes, para tener más oportunidades de poder continuar con vida.

          El cielo continuaba nublado y la lluvia seguía cayendo intermitentemente, la niebla había desaparecido, salieron del palomar que hasta el momento les había servido de refugio, habiendo añadido a su arsenal, un par de pequeñas hachas de mano.  Pasaron junto al zombi que el león había estado devorando con anterioridad, éste aun continuaba arrastrándose por el suelo, a pesar de tener el abdomen completamente devorado. Enfilaron el camino, en este caso senda, debido a lo espeso de la vegetación, que les haría salir del parque por la parte opuesta a la que habían entrado y que les llevaba hasta la Avenida del ferrocarril, que tomarían en dirección a la salida de la ciudad, como ya hicieran tiempo atrás.

          Atravesaron el parque sin ningún problema, al llegar a la avenida, el panorama era similar al que se encontraron al volver a la ciudad, un carril semivacío y el otro, completamente colapsado de vehículos inutilizados, la intención de ellos, era salir de la ciudad, con dirección a una pequeña población cercana a elche, en la que sabían a ciencia cierta, que antes de toda aquella locura, había un centro logístico de una  cadena de supermercados, que aun a malas tendría comida suficiente, como para aguantar más de un año,  tenían talleres propios y botiquines de emergencia por todos sitios, conocían todo aquello, por amigos que habían trabajado allí. Intentarían hacerse fuertes allí, hasta poder localizar a otros supervivientes como ellos, o en su defecto que ellos fuesen localizados. Comenzaron a internarse de nuevo en la avenida de la libertad, una vez que pudieron cruzar el puente que unía ambas avenidas, en él la policía nacional junto con alguna unidades militares debieron de haber montado una especie de barricada, que de poco debió de servir, viendo la cantidad de cadáveres que  había esparcidos por el suelo. La lluvia, hizo acto de presencia de nuevo, no recordaban un invierno tan lluvioso como el de comienzos de aquel año, calados hasta los huesos se resignaron a seguir avanzando entre las ruinas de aquella urbe, tratando de esquivar a los zombis que les salían al paso, dolorosamente habían llegado a la conclusión, de que aquella ciudad estaba muerta, no habían visto ningún indicio, de lo contrario. A pesar de la tristeza que les embargaba, mientras seguían hacia la salida de la ciudad, comentaban que era imposible que  no hubiese nadie más. Que al igual que ellos, podrían existir más supervivientes, que atemorizados ante aquella nueva realidad, estuviesen escondidos, como hasta ahora lo habían estado ellos.

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