C A P Í T U L O 7
La luz entró por las cortinas de la ventana abierta y a mis ojos se les hizo difícil mantenerse abiertos. La cabeza me dolía tanto que sentía que iba a explotar y aún así no dejaría de dolerme. Juré no volver a tomar alcohol, una bebida de niña hubiera sido mejor.
De pronto iba a tomar mi teléfono para saber la hora, ¡pero no estaba el desgraciado! ¿Dónde lo había dejado? La última vez que lo utilicé fue...
Ni siquiera lo recordaba.Dejé la cama y salí de la habitación para buscar a Hannah, bajé los escaleras y me dirigí a la cocina. Ella estaba ahí preparando algo para desayunar.
—Buen día dormilona —me saludó sin dejar de mover la sartén—. Preparé el desayuno.
—Gracias. ¿Has visto mi teléfono? No recuerdo dónde lo dejé.
—No, no lo he visto. Pero sí sé quién lo tiene —sirvió en un plato lo que se veía como huevos revueltos—. Lo comprobamos ayer, ¿No lo recuerdas?
—No sé de que hablas —saqué jugo de naranja del refrigerador y me serví un vaso para luego darle un sorbo—, de hecho creo que no recuerdo nada.
—Ayer le llamaste a tu jefe de mi teléfono —dijo ella.
Escupí todo en segundos.
—¡Oye! Tú limpiarás eso.
—¿Que dijiste?
—Él dijo que dejaste tu teléfono en su auto. ¿Qué estaban haciendo ayer? —se sirvió jugo en otro vaso— Agradece que te detuve antes de que le digas que su beso te gustó.
¿Qué? ¿¡Qué!? ¿Yo iba a hacer eso? ¿Realmente estaba tan ebria? ¡Yo ni siquiera recordaba haberle llamado!
—Pero no pude detenerte cuando le dijiste que...
—Basta, Hannah —la miré tajante—, llévame a mi departamento. Necesito darme una ducha y ropa limpia —caminaba a todas partes—, voy a hablar con Chris y poner las cosas en claro. Voy a renunciar —le dije susurrando y entre cerrando los ojos.
—No te adelantes, no tienes por qué renunciar. Esto no es tu culpa.
—Tienes razón —agaché la cabeza—. ¡Es tu culpa! —la señalé— Me hubieras preguntado antes de ofrecerme a esa empresa.
—No me quieras culpar, yo no sabía que esto pasaría —se cruzó de brazos y lo pensó por un momento—. Te llevaré a tu departamento si me dejas acompañarte a tu trabajo. Hoy tengo día libre.
—¿Para qué quieres ir conmigo? —la miré alzando una ceja.
—Por si la cosa se sale de control.
ESTÁS LEYENDO
Hielo Negro ©
RomanceMe fui de su lado cuando era joven, todos creyeron que su accidente había sido mi culpa tanto que hasta yo les creí. Pero el destino volvió a juntarnos, y entre conflictos lo amé otra vez, sobrepasando con todos los problemas a nuestro alrededor. Pe...