Perjurio | J Balvin

C3: El Plan B

¿Cómo fui tan huevón?, debí saber que ese jueputa me tiraría con la policía.

—¡Vete López, te hallarán!— le grité exaltado al hombre a mi lado.

—¡Están muy cerca, te atraparán!

—¿Quién soy, Andrés? — le pregunté algo perdido.

—¿Jose?— respondió dudoso.

—Sí, el hijo de puta más grande que conoces, siempre tengo un plan.— le dije mirándolo a los ojos.

—¿Qué harán los demás?

—No te importa, preocúpate tu vida, no de la de los demás— mi garganta comenzó a picar de lo deshidratado que estaba—, ahora sólo haz esto, ve donde Nick y te dará una carta, llevala a mi familia, luego Nick te ocultará.

Le di una palmada en el hombro y besé su calva cabeza, jamás dejó de bromear, menos ahora, no demostraría que estaba cagado.

Andrés se fue en su auto por la carretera vieja, no deberían saber que se fue por ahí, o que existe.

Me subí a mi auto, estábamos en medio de la nada y aún así habían dado con nuestra ubicación.

Ese imbécil de Santiago acababa de jodernos en grande.

Arranque el auto negro y comencé a conducir a todo lo que podía, sabía que estaba sin salida alguna, pero al menos podría optar a mayor tiempo, a tener un plan B.

Tomé la carretera más frecuentada para que les fuera fácil seguir mi rastro y no el de los demás. Unos kilómetros más allá tomé mi teléfono y me fui a la opción de llamadas recientes.

Mis pulmones suplicaban por aire y era lo que menos tenía en esos momentos. Estaba tiritando, tenía un miedo que era para cargarse.

No temía por mi, este camino lo elegí yo y nadie me obligó a esto. Temía por los demás, por René, Alejandro, Nick, por todos. No les iba a cagar las vidas.

No hoy, no ahora.

Marqué a Nick, sonó tres veces y él contestó.

—Nick.— dije casi sin aire.

Me sentía deshidratado, sentía cada parte de mi cuerpo sufrir a causa de las recuentes heridas sin curar ni sanar, por los moretones recién hechos.

—¿Jose?— preguntó confundido.

—Sólo oye jueputa, eres mi único plan, Plan A, Plan B, Plan Z.— bromeé—Oyeme bien, la policía ira por ti, te encontrarán, te interrogaran por mi culpa al igual que a los demás.

—¿Qué? ¿Te encontraron?

—Me traicionaron, Nick, me han traicionado, no te puedo decir el nombre, pero tú sabrás quién es ese cabrón, hazle pagar, estaba en Botero en Medellin.

—¿¡Dónde estás Osorio!?— preguntó gritando enfadado.

—Calla la boca y oyeme bien. Me atraparán como sea, la policía llegará por mi y de irán directo a ustedes, diles todo sobre mi, lo que digas será para sacarme información.—tomé aire— López oyó al topo, me culpó de narcotráfico y asesinato, no sé qué otros crimenes serán, me darán cargos falsos e iré de un modo u otro a la cárcel.

Me quedaba sin aire y la herida que me cruzaba desde el abdomen bajo a el muslo no me dejaba pronunciar bien, o eso creía.

—Ya sé qué hacer, Jose— respondió pero no le dejé seguir.

—¡No!, la policía irá a ti primero, eres el blanco fácil para ellos, dale la carta a Lopez, él llegará a tu casa en unas horas.

—Osorio...