Cuatro años antes.
Querido diario,
¿Por qué este chico tiene que ser tan guapo?
No puedo parar de suspirar cada vez que lo veo o pienso en él. Estoy perdida. ¿No lo crees? No sé por qué hago preguntas si tú no puedes responder. Creo que estoy perdiendo la cabeza.
¿Qué debería hacer? ¿Le confieso mis sentimientos? ¿O aniquilo a estas tontas mariposas? La segunda opción parece mejor en mi situación, después de todo es el mejor amigo de mi hermano.
Mátame ahora, querido diario.
Antes que esto que siento lo haga.
Genial, mi lado dramático sale a flote de nuevo.
Estaba escribiendo apasionadamente en el papel cuando el chico odioso con quien tengo que compartir casa, alias mi hermano, entró de repente al cuarto sin tocar la puerta. Me asusté y lancé desesperada mi diario con el lápiz detrás de mí cayendo al suelo.
—¡Dylan! Te he dicho que toques antes de entrar —Solté un bufido—. ¿Qué tal si hubiera estado vistiéndome, idiota?
—Pero no lo estás —Encogió sus hombros despreocupado.
—Idiota.
—Puedo ser un idiota, pero también observador. Y pude ver con un cuaderno salió volando con desesperación, chica tonta —Cruzó sus brazos y entrecerró sus ojos con sospecha—. ¿Qué escondes?
—Nada —contesté rápido dejándome en evidencia y quise darme una palmada para reprenderme.
—Entonces si estás ocultando algo. Vine por pegamento, pero ahora quiero saber. Dime.
—Yo no tengo el pegamento, ahora sal de mi cuarto, Dylan —señalé la puerta enfadada porque no iba a permitir que leyera todo lo que contenía ese cuaderno.
Oh. Claro que no.
Primero una mala nota en matemáticas que eso.
—Si no me dices entonces yo lo averiguaré —Sonrió con un brillo en los ojos que me hizo entrar en alerta.
—No te atrevas. Recuerda que soy tu hermana y tengo mucho material fotográfico de ti para exponer en la escuela. Sobre todo, a las chicas de tu salón —Sonreí al igual que él, señalándolo con mi mano.
—De acuerdo, no haré nada —Levantó sus manos en señal de paz, pero en vez de aliviarme entré en pánico cuando comenzó a dar unos pasos hacia delante.
Dylan sonrió una última vez y corrió al otro costado de mi cama para tomar mi diario. Solté un grito por el asombro, instintivamente me levanté sobre la cama y me tiré en su espalda para detenerlo.
—¡Bájate, loca! —Intentó tirarme, pero me sostuve con fuerza.
—¡Hasta que sueltes ese cuaderno, idiota!
—No hasta que descubra que escondes.
—No me hagas usar el arma especial, Dylan. Te lo advierto —Intenté quitarle el diario, pero lo alejó de mi para que no lo alcanzara así que le guiñé el cabello, se quejó un poco.
—¿De qué arma especial hablas, tonta? Ya bájate, ni que pesaras poco.
Abrí mi boca indignada por lo que dijo.
—Te lo advertí. ¡Mamá! —grité muy fuerte.
Él se asustó cuando escuchó a mamá subir las escaleras rápido. Antes que ella entrara con preocupación plasmada en el rostro, Dylan me tiró de su espalda.
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Enloqueciendo a Callie
Teen Fiction¿Qué sucede cuando alguien toma tu diario sin permiso y lo lee? Bueno, cosas malas pasan, pero, ¿qué ocurre si esas personas son tu hermano y su mejor amigo, alias tu crush? Oh, rayos. Cosas peores pasan. Mucho peores que ir a un examen de matemátic...