Capítulo 4: El ex y consejos

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-¿Qué fue eso, niña?

-¿Qué fue qué?

-Ah, no, no te hagas la tonta con el asunto. Sabes de lo que hablo -Rio.

-No fue nada -respondí mientras me preparaba un sándwich en la cocina.

-No puedes decirme que no fue nada si casi te lo comes al pobre. Al menos deja para después -dijo el diario con diversión y burla.

-Si no ayudas, ya cállate.

-Puedo ser un diario y tener dueño, pero soy libre de tomar mis decisiones. Ve a callar a saber quién. ¿No sabes cuantos años tengo, niña? Así que respeto no vendría mal, ¿comprendes?

-Que gruñón. Además, sólo fue un beso en la mejilla ni que hubiera violado sus labios -Mordí el interior de mi mejilla, pensando-. Aunque eso me hubiera encantado, joder que sí.

-Claro y acá es donde entran los suspiros y corazones flotantes aparecen alrededor de ti.

-Anda, búrlate, pero Malcolm es genial -dije y el diario se soltó a reír, llevé una mano a mi cintura.

-No puedo creer que ese enamoramiento por el chico aún lo traigas, como chicle en el cabello después de dos años.

-Lo sé -Bufé-. Traté de dejarlo de lado probando con otros chicos, pero nada. Este chicle no quiere salir.

-Tal vez no has probado cortarlo con tijeras -Rio, pero al ver que yo no lo hacía, dejó de reír.

-No comprendo.

-Invítalo a salir.

-¿Qué? Creo que perdiste la cabeza. ¿No qué eras muy sabio? Ja, palabrerías. Es el mejor amigo de mi hermano, no puedo hacer eso.

-Con ese tipo de pensamientos no llegarás a ningún lado. Conquístalo, veamos qué pasa.

-Das los peores consejos, diario. Esa no es mi mejor área que digamos -respondí haciendo una mueca. Escuché que alguien se acercaba y traté de actuar lo más normal posible-. No hables, muchacho.

-Que no soy perro.

-Ya -Lo reprendí poniendo una mano sobre él. Llevé el vaso de zumo de naranja a mi boca cuando Dylan entró por la puerta de la cocina. Se me quedó viendo y luego caminó para abrir el refrigerador.

-¿Por qué te pusiste rara con mi presencia? -preguntó sin mirarme.

-¿Rara? ¿Cómo que rara? Yo no me he puesto rara -Bebí otra vez del vaso y Dylan me miró elevando una ceja mientras sacaba dos latas de jugo de manzana.

-Dijiste rara tres veces, no puedes engañarme, loca ¿Qué ocurre?

-Nada. -Él entrecerró sus ojos mirándome con sospecha. Se mantuvo en silencio hasta que desvió su mirada al cuaderno que aplastaba con mi mano. Demonios.

-¿Ese no es tu viejo diario?

-¿Qué? ¿Este? No, claro que no. Es mi cuaderno de dibujo -dije y me concentré en terminar de preparar el sándwich y evitar seguir con el tema.

-¿Estás segura? Es que se parece al diario que Malcolm y yo leímos hace unos años... -Dejó de hablar cuando volteé a verlo con una mirada seria y una ceja alzada.

-Sí y aun no lo he olvidado -Levanté la cuchara y lo señalé con ella.

-Vamos, loca, que eso fue hace tiempo. Sin rencores -Me guiñó el ojo y caminó a la puerta-. ¿Recuerdas cuando te gustaba Malcolm? -Se echó a reír y yo me puse tensa-. Qué bueno que ya superaste esa extraña etapa tuya. -Dylan desapareció de la cocina y yo me volteé a ver al diario.

Enloqueciendo a CallieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora