Los martirios de la guerra.

Anteinfierno I

Cuatro hombres están sentados en una mesa cuadrada leyendo un pequeño panfleto manuscrito. Un señor bajito y obeso agarró este panfleto firmandolo y diciendo:¿Bueno señor rey está usted seguro de hacer todo esto?. Un hombre delgado y alto miraba a este algo extrañado: Señor fraile ya se que usted es un hombre de Dios pero ¿ no se echará atrás usted ahora verdad?. Un tercer hombre miraba a los dos siendo este más anciano que los anteriores. Señor por favor haya paz solo hay que firmarlo, no hay prisa. Los dos se callaron y el nombrado fraile se sentó de nuevo firmando el panfleto. Más tarde este fue firmado por el cura y los otros dos, entonces el apodado rey se levantó del asiento y comenzó a hablar: Bueno con este tratado podemos comenzar con el ritual, lo primero es raptar a las nueve personas de cada sexo ¿alguna sugerencia?. El hombre que no había hablado comenzó a decir: No es complicado además ¿ señor general usted puede pedir al bando de los azules algunos soldados cierto ?-el hombre que había calmado a los otros dos  hombres dijo: Tienes razón colegiado lo haré enseguida por el momento podemos levantar la sesión. Todos se levantaron y dándose la mano salieron de ahí. Dos días después algunos chicos estaban corriendo por su pueblo cuando de repente se pararon, unos segundos más tarde se giraban mientras unos soldados les perseguían. Más tarde todos los chicos estaban sentados entre los soldados y esposados mientras viajaban lentamente hacia una casa gigante donde al entrar los esposaron a una pared. Iban liberándolos uno por uno llevándolos a la sala donde estaban los cuatro hombres, desnudaban a todos ,los calificaban,y a los que les gustaban los llevaban a otra sala,  a los que no ,como a estos chicos los llevaban al patio para fusilarlos. Esa noche todos durmieron en palacio y a la mañana siguientes en camiones fueron todos hacia Cataluña, y dos semanas más tarde llegaron a Barcelona donde los camiones pararon. Allí todos bajaron viendo un gran monasterio que parecía bastante antiguo, entonces los cuatro señores se pusieron en linea y los soldados obligaron a los chicos a ponerse frente a estos . El llamado rey comenzó a hablar:-Verán están aquí porque han sido seleccionados para un ritual donde serán todos y cada uno de ustedes a una desfloración por la parte de chicos esto se hará analmente , ahora pasaré a leer las normas que se regirán durante estos cien días que vivirán aquí todos juntos. Primeramente deberán responder afirmativamente a cualquier orden que se les dé, tampoco podéis negaros esto conllevará a un castigo por supuesto que puede ir desde un golpe hasta la muerte.-Después de esto el ministro sonrió- Segundo, no podéis mantener relaciones sexuales con otro joven que esté con vosotros a menos que esto sea ordenado por nosotros. Tercero cualquier tipo de mención a dios será penado con el corte de la lengua y su posterior devoración por parte de algún otro joven. Cuarto queda relativamente prohibido escapar de aquí pues estáis rodeados por una montaña y además los propios militares tienen orden de disparar a cualquier joven que se aleje de este lugar. Finalmente vamos a decir los jóvenes que nos pertoca a cada uno. Primeramente al señor rey le pertenecen Carlos, Pau, Nerea y Elsa. Al señor general le pertenecen Eric, Antonio, Sara y Maria, al señor colegiado a Jesús, David, Sílvia y Laura y finalmente a mi Alex, Víctor, Sandra y Miriam. Por desgracia para los dos chicos que quedan debíamos ser iguales en todos los grupos así que vosotros no nos valéis por lo tanto seréis ejecutados.-Los soldados les apuntaban y estos comenzaban a llorar mientras el general levantaba la mano.- A mi orden caballeros- dijo el general mientras en el rey al ver llorar a esos chicos se le notaba una gran erección en su entrepierna. Entonces uno de los dos comenzó a correr desesperado y el general bajo su mano gritando. -¡Fuego!- Los soldados dispararon al unisono dejando dos cuerpos llenos de agujeros de bala y sin respiración inertes en el suelo.-Bueno ya saben donde llevar los cuerpos, ahora ¡todos a dentro!- Los soldados empujaban a los jóvenes a dentro del monasterio, mientras estos estaban horrorizados viendo como acababan de morir dos de sus compañeros.