Prólogo

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NUEVA TRÓPOLIS, año 2201 – Complejo militar derescate Arkana 21


Una suave caricia en la mejilla le hizo abrir los ojos,apenas un roce con el dorso de la mano. Coraline movió la cabeza ysintió que estaba a punto de estallarle. Todo su cuerpo continuabaresentido y, al voltearse, notó aquel característico hormigueo quele reactivaba la circulación sanguínea en brazos y piernas.

Se llevó la mano al pecho y aferró con fuerza lasábana blanca que cubría su desnudez. Logró sentarse sobre la camay percibió que tenía el cabello húmedo, algo que le hizo sentir unescalofrío.

Apretó los ojos y los abrió de nuevo, enfocando demanera costosa la visión. Al percatarse de su presencia, esbozó unatímida sonrisa. Permanecía sentado al borde de la cama, mirándolacon expresión preocupada. Vicksor Schulz, capitán del ejército delas Alianzas, encargado del Programa Militar de Rescate Arkana 21 yel hombre de sus sueños, tan real como inaccesible.

—¿Cómoestás? —le preguntó él.

Que su voz fuese lo primero que escuchaba aquella mañanaera ya razón más que suficiente para obviar todo el malestar quehabía sentido al despertar.

—Bien—murmuró Coraline con voz ronca—. ¿Qué ha pasado?

—Sufristeuna crisis. Te diste un buen golpe.

Vicksor le paseó el dedo por el pómulo de forma fugaz,otro roce apenas perceptible—. Quiero que te pases por laEnfermería y le echen un vistazo.

—Apenasme duele —respondió ella, tocándose la zona señalada con el dedoíndice.

—Aunasí.

Coralineasintió mientras Vicksor se ponía en pie y cogía una jeringuilladel kitsanitario; no era uno Estándar, sino de Atención Específica, demodo que había ido expresamente a buscarlo para ella.

—Notomaste el suero ayer, ¿no? —le dijo.

Se acercó de nuevo y sujetó el brazo de Coraline parainyectarle un líquido violáceo en la articulación interior delcodo.

Mientras lo hacía, ella no podía dejar de mirarlo. Elcabello claro le caía sobre la frente y sus ojos grises permanecíanatentos a la labor que estaba llevando a cabo.

—Sílo tomé —respondió la joven—, pero aun así sufro las crisis.Creo que el suero no está funcionando conmigo.

Vicksor alzó la mirada y la fijó en ella al tiempo quecolocaba una tira adhesiva sobre el pequeño pinchazo.

—¿Conqué frecuencia las sufres? —preguntó.

Coraline espiró.

—Unpar de veces por semana... Tres, tal vez. Depende.

—¿Hasinformado de eso en Probatoria? —quiso saber él, en alusión aldepartamento que se encargaba del ensayo de nuevos medicamentos.

—Sí.Victoria me dijo que están trabajando en algo nuevo. Pronto podréprobarlo.

Vicksor asintió y respiró profundamente. En silencio,se mantuvo agachado junto a la cama en la que Coraline permanecía,la suya propia.

—¿Me...desnudaste tú? —preguntó ella, ruborizada.

—Estabasardiendo durante la crisis —respondió él, visiblemente incómodo—,experimentaste un aumento súbito de la temperatura corporal...

—Siempreme pasa —lo interrumpió ella.

—Temetí bajo la ducha. Después caíste inconsciente, pero estabasempapada.

—Vayanochecita te he dado, ¿eh? Se suponía que era una noche decelebración. Siento haberte chafado la fiesta.

El Pacto de VladyanWhere stories live. Discover now