Extinguir

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Extinguir.
RayAn [Ray x Anna]
Semi–AU + OoC.
Capítulo único.

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El mundo es horrible y cruel.

Ese fue el pensamiento que tuvo Ray cuando, a la edad corta de 4 años por fin había aclarado la duda que tanto comía su mente, el lugar donde estaba no era un orfanato y ninguno de los niños que se habían ido, habían sido adoptados. Se horrorizó y tembló como cualquier niño de su edad y para cuando mamá lo descubrió no tuvo más remedio que hacer un acuerdo con ella, para al menos, no ser cosechado antes.

Y entonces pasan los días, los meses, los años. Y sólo era capaz de ver inexpresivo a sus hermanos irse, irse a base de engaños y sonrisas falsas por parte de Isabella, aquella mujer a la que tanto amaron y llamaban con mucho cariño mamá. Pero, aún así, entre toda la amargura era extrañamente feliz, de a ratos. Gracias a Norman, gracias a Emma y gracias a los demás niños. El tiempo sigue, avanza y no perdona.

Es invierno cuando su mente se encuentra más ida de lo normal.

Está pensando, pensando en cómo escapar.
Ignora los reclamos de Emma y las sonrisas que Norman le dirije a Emma, están en el comedor, almorzando. Mamá se encarga de los niños más pequeños que tienen dificultad para comer sin hacer un desorden, así que no le presta atención y puede mantener su mente alejada de ese lugar.

—¿Estás bien, Ray?

Ray mira indiferente a la niña a su lado, rubia y de bonitos ojos azules cristalinos. Anna ladea la cabeza con confusión, no es normal ver a Ray tan ensimismado.

—Sí —responde, cortante.

—Bien.

Y ella vuelve a sus asuntos, mientras habla con los demás, intercambia palabras con Emma y él sólo se dedica a observarla de reojo. Y lo único que puede venir a su cabeza es un pensamiento vergonzoso: se ve linda.
Y lo era, Anna era linda, amable y tenía un carácter muy dulce que la diferenciaba de las demás niñas. Gilda era amable también y Emma era muy bondadosa, pero Anna irradiaba un aura distinto y él lo aceptaba, no todos eran iguales, pero sin duda alguna le llamaba la atención el hecho de que en varias ocasiones Anna obtuviera sin problemas toda su atención.

—Muy bien, Emma, Gilda y Anna se encargarán de los platos, ya saben —Isabella sonríe y Emma exclama afirmativa, tan enérgica como siempre.

Isabella le indica a los niños que pueden salir solamente sí están abrigados, para evitar resfriados. Ray se cubre con una bufanda y sale a ver la blanquecina nieve caer, danzar con el gélido aire que eriza su piel. Busca un lugar para leer, como siempre, aquél árbol y se deja caer.

El recuerdo de Anna preguntándole si estaba bien vuelve a su mente, arruga la frente y niega con la cabeza.

Con diez años, Ray había leído una inmensa cantidad de libros y esperaba seguir haciéndolo, por mucho más tiempo.

Los minutos pasan y observa a sus hermanos hacer muñecos de nieve entusiasmados. Lo que provoca que una pequeña sonrisa se dibuje en su rostro.

Extinguir | RayAnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora