Capítulo 3

222 16 15
                                    


Alba tenía la pierna amoratada de tanto pellizcarse. El día anterior no había podido dejar de hacerlo tras pisar Palacio, ver su habitación y proceder a la bienvenida.

La bienvenida fue un horror. Miles de personas se arrodillaron delante de Alba, a quien vistieron como una princesa con la ropa más ostentosa que había visto en su vida, y estaba quieta cual persona petrificada por Medusa ante las puertas de Palacio.

El emperador Famous vociferaba que la salvadora había llegado, mientras el pueblo aplaudía y lloraba de felicidad.

Alba se sentía fatal, ella era inútil, no sabía hacer nada. Ni siquiera asistió a las clases de defensa personal gratuitas del instituto. Menudo desengaño se iba a llevar esa gente cuando se dieran cuenta que no era más que una patosa y miedica chica de dieciocho años.

Si pudiera ayudaría ante el desespero de esa gente, pero ella no tenía poderes ni cualidades. O eso pensaba.

Ayudaría para volver a casa, pero también porque sus ojos pudieron ver el dolor en esas personas.

Aquella mañana mientras descolgaba todas sus prendas de ropa, las cuales había tenido que lavar a mano la noche anterior, pensaba en lo que escuchó tras la puerta de los aposentos del emperador.

Los elementos estaban reunidos con Famous, y hablaban de ella.

Recordó como la estúpida con complejo de matarla costara lo que costara, no hacía más que insistir en que una inútil humana no sería capaz de ayudarles. Los otros la defendieron como pudieron, pero el corazón de Alba temió cuando Eilan hizo una pregunta y el silencio retumbó en las paredes de esa sala.

"¿Qué va hacer una humana que no hayamos podido hacer nosotros ya?"

Nadie supo qué responder. Y Alba decidió que era el momento de abandonar el espionaje de esa conversación. Al final esa diablesa idiota tendría razón y la acabarían matando.

Ella no quería morir.

Su cabeza no podía dejar de ir a mil por hora, tenía que hacer algo para salvarse el pellejo.

-Alba. -le llamaron desde la puerta. Estaba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera escuchó nada.

-Dime. -Pronunció sin ganas.

-Hay que organizar la partida. -Sabela, la diablesa del agua, la miraba con lástima. Cosa que a Alba le dio rabia. -Acompañame.

-Claro.

"Tampoco tengo nada mejor que hacer, a parte de esperar a que se den cuenta de que no valgo para nada y me maten."

Siguió a la chica por los pasillos de aquel enorme Palacio y llegó a los aposentos del emperador, donde ayer escuchó esa conversación.

Entró con un sentimiento amargo en su pecho. Odiaba estar ahí, pero odiaba más tener ese sentimiento de que todo el mundo esperaba que fuera algo que ella no era.

-Buenos días, Alba. -el emperador sonrío, como siempre. Ella le devolvió la sonrisa, sin ganas. -¿Has descansado bien?

-Muy bien, gracias. -mintió.

-Estabamos planeando alguna estrategia para pasar desapercibidos. -comentó María. -Hay muchos demonios que acechan en los bosques, pero todos sirven a la misma persona y esa persona es a la que tenemos que encontrar.

Alba asintió, intentando comprender la situación de aquella nación.

-Queremos pactar la paz en nuestras tierras, que la gente pueda ir a buscar agua a los bosques, pasear, cazar, cultivar... una vida normal, que no haya hambre. -continuó Joan. -Pero Damion, en busca de ser el demonio más poderoso, arrebató el puesto del antiguo emperador de la nación vecina, Tarrugao, e infesto las tierras de demonios. Ya nadie puede vivir en paz.

IT'S MY WORLD - ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora