De las dudas infinitas.

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"Me bastó mirarte una vez a través de todos tus cortes, de tus excusas y de tus huidas,de la velocidad de tu acento, de tus palabras puestas porque sí, de las frases escritas a media voz, de los mensajes a destiempo"

La granadina jugaba con sus manos mientras esperaba sentada en el suelo de aquel portal y no pudo evitar oír los gritos que provenían de la casa.

"Es que bien podrías dejarte de tonterías y pensar en estudiar algo que realmente te garantice un futuro, Miriam"- logró reconocer la voz de aquella mujer que solo la había saludado sin simpatía alguna en un par de ocasiones.

Se removió inquieta sintiéndose indignada y a la vez triste al saber que Miriam debía oír cosas como esas frecuentemente. El asunto familia no era de los preferidos de la gallega pero no era demasiado difícil darse cuenta que aquel era un punto sensible para ella.

La discusión siguió por algunos minutos más hasta que Miriam salió de la casa dando un portazo y sin siquiera notar la presencia de Mimi; se alejó un poco y empezó a secarse con rabia las lágrimas hasta que al sentirse observada se giró y finalmente se dio cuenta de que no estaba sola allí.

-Ey, ya estás ahí. Se me hizo un poco tarde, lo siento. Además me desperté con las alergias y ya me ves aquí toda llorosa- dijo forzando una sonrisa.

-Sí, son terribles esas alergias- Mimi percibió que no era el momento de hablar de situación- ¿Nos vamos?.

-Claro, claro. ¿Trajiste todo lo que te pedí?.

-Todo lo que pediste y hasta más. Tendrás el mejor picnic de tu vida- contestó enseñándole un pequeño bolso térmico.

-Vale, yo no sé aún por qué me he dejado liar en uno de tus planes raros. Un picnic y prácticamente en mi propio patio.

-Bueno, tampoco es un patio normal, que tienes el bosque detrás de tu casa.

- Exagerada, pero anda vamos de una vez antes que me arrepienta.

Caminaban en silencio subiendo con cuidado el terreno un poco empinado que rodeaba la casa de la gallega. La propiedad se encontraba al final de la calle y un poco alejada del centro. Se alejaron suficientemente de la casa hasta llegar a dónde lindaba con un área boscosa.

-Hala, es realmente precioso. Si fuera tú me pasaría el día aquí- dijo sorprendida Mimi mientras extendía una manta en una superficie un poco más regular que encontraron.

-Sí, antes me pasaba mucho rato aquí practicando con la guitarra pero ahora paso más rato en el conservatorio- respondió Miriam que aun no lograba mirarla directamente- Pero a ver, saquemos las cosas que aún no he desayunado.

-Aquí tienes todo lo que has pedido, señorita organización- dijo mientras sacaba dos botellas de zumo, galletas y algunas frutas. Toda tu comida aburrida.

-Si dependiera de ti haríamos el picnic a base de papitas y chuches.

-Bueno, la idea fue mía así que podía elegir el menú, pero tu siempre quieres controlar todo.

-No soy controladora.

-Me hiciste una lista de que traer a un picnic al que yo te invité- dijo riendo.

-Lo siento- musitó- Pero aún no me has dicho a que se debe esto.

-¿Necesitamos un motivo para sentarnos a comer comida aburrida en el suelo?. Solo estaba pensando que desde que llegué me has llevado a conocer varios lugares y yo solo te invité a que me ayudes con la compra, así que se me ocurrió esta idea genial.

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