Promesas

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A/N: Vengo a hacerles llorar. Ni los personajes ni esta mierda de situación me pertenecen.


La corriente de agua nos arrastra con rapidez, alejándonos de un puñado de jinetes que aún soy capaz de escuchar en la distancia. No sé a dónde nos lleva, ni tampoco me importa. Lo único que necesito es respirar y no soltar el cuerpo que tengo contra el mío. La lluvia arrecia con fuerza, dificultando la visión y la entrada de aire.

Conforme avanzamos, me percato de mi propia reacción y de las pocas probabilidades que tengo de salir con vida de esta situación. Nunca he sido una persona con temple, más bien impulsiva, aunque hacía tiempo que nada me hacía actuar de esta manera tan desesperada.

Una roca araña mi costado y el rostro de Levi se sumerge unos segundos bajo el agua. Libero un gruñido mientras me debato contra la corriente para sacarlo de nuevo a flote, ni siquiera sé si aún sigue conmigo, o si estoy sobrestimando su capacidad de supervivencia.

Siento que el agua asciende hacia mi rostro y trago una considerable cantidad que me hace toser y lagrimear. Casi no puedo respirar y estoy segura de que a esta velocidad perderé el cuerpo de Levi cuando encuentre otro obstáculo. Decido alargar mi brazo para frenar nuestro recorrido con ayuda de la vegetación que se agolpa en el borde del río, y consigo agarrar una rama gruesa que cede unos centímetros antes de detenernos.

Tomo una bocanada de aire y me ayudo de mi brazo para acercarnos a la orilla, a pesar de que jamás he destacado por mi fortaleza física. Tras varios intentos, consigo que el cuerpo de Levi quede estable sobre una capa de fango, aunque sus piernas aún permanecen hundidas en el agua. Aprovecho para impulsarme con mis dos brazos para salir del agua y tiro de su cuerpo para tumbarlo por completo sobre la tierra húmeda.

Evalúo sus daños mientras intento recobrar el aliento. No comprendo cómo ha podido explotarle la lanza rayo de esa manera. En mi cabeza se suceden escenarios en los que Levi forcejea con Zeke y siento que la bilis asciende por las paredes de mi estómago. Me muerdo el labio al observar su rostro, grotesco, cada vez más abultado, casi irreconocible.

Aún me pregunto cómo es posible que siga respirando.

Busco su mano en un intento de enlazar nuestros dedos y encuentro que algunos han desaparecido. Observo de nuevo su rostro y siento una reconocible picazón en el único ojo que me queda sano. Mis labios tiemblan en un intento de contener el llanto, siento que ya no puedo más. Esto es demasiado.

Apoyo mi cabeza en su pecho, consciente de un gorgoteo que acompaña a su irregular respiración. Por un momento barajo la posibilidad de que salga adelante a pesar de las secuelas, aunque me debato internamente sobre si esa sería una opción para él.

Levi siempre ha odiado la debilidad, en todas sus manifestaciones.

Teniendo en mente ese pensamiento, hago un esfuerzo por incorporarme y secar mis lágrimas. Aún no estamos a salvo, soy capaz de escuchar los caballos en la distancia. Empiezo a ver las lagunas de este acto improvisado, ¿adónde ir? ¿Cómo lo voy a ayudar sin medicina? Giro mi cabeza en derredor, en busca de un milagro, de un refugio donde pueda disponer de todo lo que necesito. Tiene que haber algo cerca, me niego a que esto termine así, me niego a añadir otra muerte más sin sentido.

Un resoplido ronco atrae mi atención y parpadeo antes de bajar la mirada hacia el hombre más fuerte de la raza humana. El mero hecho de pensar en ese título me incita a romper a llorar, pero no puedo, no debo.

—Ugh.

Me está mirando, o al menos creo que lo intenta. Frunce el ceño y deja escapar un suspiro ahogado a través de su boca. Puedo adivinar el profundo dolor que siente por la manera en la que contrae sus facciones, unas facciones que me cuesta reconocer debido a la hinchazón de las laceraciones que la atraviesan.

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