Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 3

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―No, no la conozco― responde a su pregunta confundido por ver a una extraña en su casa― ¿Acaso nos hemos acostado en alguna fiesta mientras yo estaba borracho? No, no, imposible. No me olvidaría de ti.

Le golpeo en la espinilla haciéndolo caer al suelo cuando me regala una sonrisa coqueta. Será idiota el muy imbécil. Vuelvo a ignorar los murmullos de fondo riéndose de él cuando me agacho para recoger el bote de helado por el que tantas ansias tenía.

Los ignoro a todos y procedo a irme a mi cuarto con el helado en la mano antes de que empiecen a preguntar estupideces. Sí, le hablaba al helado, ¿y qué?


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El aburrimiento me esta matando lentamente, lo he probado todo y sigo aburrida. ¿Leer? Se me han acabado los libros, ¿hablar con mis amigos? Ocupados haciendo alguna gamberrada, ¿dibujar? Ya, bueno, nadie quiere ver eso. ¿Estudiar? Si claro, y yo soy una fresa. ¿Deporte? No me apetece para nada. Pienso que igual unas partidas a la xbox estarían bien pero dado que los chicos están abajo jugando voy a pasar. Debería conseguir alguien con quien pasar los ratos en este espantoso lugar pero socializar no es mi fuerte.

Finalmente me decanto por bajar y mirar que hay en los estantes de la cocina, igual puedo hacerme la cena a pesar de que falten algunas horas y así me mantengo ocupada.

Nada más entro en la sala que conecta con la cocina los gritos me reciben, claro que no por mi presencia sino por las partidas a las que están jugando. Vaya, parece que tenemos aquí a un experto en videojuegos, pienso mirando la alta puntuación que posee Adam. Le da mil vueltas a los demás.

Me percato entonces de que no todos están gritando por los resultados y que uno de los chicos está apoyado en la pared mientras se mantiene serio mirando con aburrimiento a la televisión.

Un momento, ¿y ese quién es? Intento ubicar su nombre pero no soy capaz, creo que es la primera vez que coincidimos. No me está mandando ninguna sonrisa burlona ni ha intentado coquetearme, definitivamente es el que mejor me cae. Al menos de momento.

―¡Hola...!, seguimos sin saber cómo te llamas.― me saluda alegre nada más verme el chico al que le pegué un codazo. Parece que tiene un buen carácter a pesar de que hace tan solo una horas estaba tirado en el suelo por mi culpa.

―No te comas mucho la cabeza Cole, tampoco creo que lo averigües por mí.― todos me miran asombrados en el momento en el que pronuncio el nombre del pecoso. Todos menos el chico de la pared que más bien parece intentar leerme. Ja, buena suerte con eso.― No me miréis así, tengo buena memoria.

Mi justificación no sirve de mucho pues inmediatamente saltan preguntando sus nombre para comprobar que sea cierto, divertidos por el reto al que me quieren enfrentar. Por favor, se comportan como críos.

―No me extraña que te los hayas aprendido,― salta Aiden con aire chulesco llamando la atención del resto― cualquier chica se moriría por estar en nuestra fraternidad.― le fulmino con la mirada cuando me guiña un ojo con burla.

―Cállate estúpido, no todas las tías de aquí somos fresas.― no se ven muy sorprendidos por mi declaración aunque apuesto a que creen que solo soy una más haciéndose la dura. Si tan solo supieran...― No te creas tan importante, simplemente se me da bien recordar cosas y por eso me sé todos vuestros nombres.

―No es cierto― habla Hunter llamando mi atención.― Te falta uno.― no le discuto porque tiene razón, sin embargo le regalo una sonrisa ladeada.

―Cierto, ¿quién es el que no habla?― interrogo curiosa alzando el mentón para apuntar al chico de pelo oscuro que se encuentra de brazos cruzados observando la escena en el otro lado del salón. Es el único que no me ha bombardeado a preguntas o presentaciones. Eso ya le es un punto a su favor.

Delta Epsilon (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora