Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 7

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Muevo una de mis manos hasta apoyarla en el hombro de Matt dejando la otra en su cintura, elevo mi cabeza levemente y escaneo con la mirada a la gente pudiendo comprobar que no suelen ver esto todos lo días. Sus ojos abiertos brillando de curiosidad me hacen gracia en vez de irritarme, casi quiero montar una escena para ver sus reacciones. Mi amigo parece pensar lo mismo en el momento en el que me bajo de la moto pues me apega a su pecho agarrándome de la cintura. Apoyo mi codo izquierdo en su hombro y vuelvo a darle una mirada a todos. Parecen muy tranquilos a pesar de que el timbre ya haya sonado por lo que no me preocupo demasiado.

Con mi mano libre me echo el pelo hacia atrás sacando algunos jadeos de asombro, apuesto a que la escena que estamos montando es demasiado para sus pobres corazones. Me fijo entonces en un grupo de chicos cerca de las puertas de la universidad y uno en particular me hace esbozar una sonrisa. No conseguiste vencerme imbécil.

―¿Ves al chico de la sudadera roja que está junto a la puerta?― susurro en su oreja causando más murmullos. Murmullos que aumentan su volumen cuando Matt esboza una sonrisa de esas que te hacen querer arrancarte la ropa.

―Ese es el de la broma, ¿no?― asiento sorprendida― Me lo imaginaba, no ha parado de matarte con la mirada desde que llegaste.

Esta vez soy yo la que sonríe y suelto una pequeña risita solo por intentar molestarlo un poco más. La gente poco a poco empieza a entrar en el edificio y tomo eso como una señal de que ya debo entrar, al fin y al cabo no me he dado tanta prisa para acabar llegando tarde igual.

Me despido con un cariñoso beso en la comisura de sus labios antes de girarme y andar con la cabeza bien alta para demostrarle a Aiden que su broma no me ha afectado.

―¡Harper!― grita Matt cuando estoy a apenas unos metros de los Deltas. Me giro con lentitud adornando mi rostro con sonrisa ladeada que pretende esconder las ganas que tengo de pegarle por desvelar mi nombre.― Pásate por mi apartamento cuando acabes las clases― insinúa con voz lasciva mientras unas llaves son lanzadas en mi dirección. Las atrapo con una mano y le guiño un ojo como contestación.

Me vuelvo a girar escuchando de fondo a su motor rugir con fuerza, apuesto a que ha salido más rápido de lo normal solo para intimidar al moreno igual que ha hecho hace un momento con las llaves, que por cierto, son las mías. Sé perfectamente que solo intenta echarme un cable aunque es bastante posible que pase por su casa después, no quiero ver las reacciones de los chicos al ver la ventana rota. Aclaro que no es miedo o vergüenza, más bien es que no me apetece escuchar como me regañan o gritan todos a la vez.

―Buena broma― le reconozco cuando estoy a su altura, en sus ojos no ha dejado de brillar la furia y a pesar de no estar excesivamente cerca de él puedo notar la tensión que emanan sus músculos.― Pero déjame decirte que te equivocas en algo.― doy un par de pasos en su dirección de forma amenazante.― Yo no soy una princesa, soy la reina. Y a mí nadie me destrona.

Me giro dispuesta a entrar en el gran edificio que se encuentra a un par de metros de mí, solo espero que las clases se hagan amenas y pueda volver pronto a la fraternidad.

●●●

(Siete horas después)

Aún no soy capaz de entender correctamente cómo he llegado a esta peculiar situación. Me cuestionaría que está mal conmigo por no haberlo evitado si hubiese podido reaccionar a tiempo. Tengo bastante suerte de ser capaz de esconder mis sentimientos porque de no ser así apostaría a que sus ya tan características sonrisas burlonas invadirían sus rostros ya que la incertidumbre se abre paso por encima del resto de mis emociones.

Delta Epsilon (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora