El Secreto Del Hermano Muerto. (Secretos #1)

Parte 1. "El Secreto"

Capítulo 1. "Evidencia"

Escavo un gran agujero a unos metros de donde desperté, tan grande como para sepultar a una persona pero creo que ya me encargué del cuerpo de Carlos, simplemente no lo recuerdo.

Tiro el arma en el agujero y comienzo a echarle tierra, huelo a sangre, suciedad, sudor y a muerte.

Mis padres no llegan hasta mañana, aunque en realidad no tengo idea de que hora es.

No me siento triste ni asustado por haberlo matado, no siento nada. Supongo que Carlos se lo merecía pero ahora yo soy él.

No puedo dejar que me lleven a la prisión, no hice nada malo, !Él lo merecía!

Tengo que empezar a actuar como él, con siempre una sonrisa en el rostro, siendo el chico feliz, amado y perfecto.

Tiro tierra en el agujero, miro hacía la profundidad del bosque, lo peor que me sucedió fue no recordar nada. Quiero recordar el momento dónde tomaba el arma y le disparaba a ese idiota, quiero sentir la sangre caliente brotando de su cuerpo.

Suelto una pequeña risa cuando termino de llenar en agujero, de nuevo volteo hacía el bosque y veo una silueta negra. Mierda, tengo que salir de aquí, ¿Alguien me habrá visto?

Me levanto rápidamente y comienzo a correr hacía el jardín, tengo miedo, miedo de que alguien me haya descubierto.

Cuando llego, veo el patio trasero de mis vecinos, gracias a Dios no veo a nadie.

Comienzo a caminar lentamente hacía la puerta de la casa, este silencio es inquietante.

A casi unos pasos de llegar siento algo en los pies, un charco... de sangre. La sangre de Carlos.

Tengo que deshacerme de esto, es evidencia como también la ropa y los tenis.

Camino hacía un grifo con una manguera, la tomo y abro la llave.

El agua empieza a limpiar la sangre del lugar, sigo rociando todo el patio trasero hasta que no veo otro rastro.

En realidad esa sangre desgraciadamente es igual a la mía.

Antes de entrar a la casa, aún haciendo un terrible frío me comienzo a quitar todas las prendas para después quemarlas en la chimenea, no quiero dejar ninguna pista.

Cuando solo quedo en ropa interior tomo las prendas y entro a la casa.

Sé que nadie está aquí dentro pero comienzo a caminar lentamente con los ojos muy abiertos.

Enciendo la luz de la sala, donde por todos lados tienen retratos de toda la familia, o mejor dicho, de mis padres y Carlos.

Hecho la ropa junto con los tenis en la chimenea, tomo la caja de cerillos que están encima, enciendo uno y lo tiro.

Miro la ropa por última vez.

Abro la llave del gas y una gran llama sale disparada, quemando la evidencia.

Suspiro y miro de nuevo todos los retratos. Tomo una fotografía de Carlos que podría ser también mía.Alto, de ojos grises, cabello rubio claro y con un cuerpo ejercitado pero no demasiado.

Los dos entramos al equipo de fútbol en la preparatoria, los dos dejamos de ser unos debiluchos que nunca hacían ejercicio y eran unos palillos de dientes.

Él siempre jugaba en los partidos, yo siempre estaba en la banca pero eso no me importaba, a mí no me gusta el fútbol pero mi madre me obligó a entrar al equipo junto con Carlos para ser más como él.